1º DE MAYO: ACOSO Y RESISTENCIAS
La
celebración del Día del Trabajo se realizó ayer, en
México y el mundo, en el contexto de una continuada ofensiva de
los intereses financieros mundiales para globalizar la destrucción
de las conquistas laborales del siglo recién pasado, profundizar
y extender la privatización de los sectores públicos, desmantelar
los derechos sociales y homogeinezar las fórmulas de democratización
y apertura económica como recetas mágicas para resolver toda
suerte de conflictos en las sociedades.
En nuestro país, el presidente Vicente Fox persistió
en defender una reforma laboral que de antemano es aplaudida por los empresarios
y descalificada por el conjunto de organizaciones de trabajadores, incluidos
los sectores sindicales charros e irremediablemente postrados ante el poder
presidencial, como la secretaría general de la CTM que detenta Leonardo
Rodríguez Alcaine.
En el plano internacional, una de las novedades más
destacables es que, en Europa occidental, tras una década de pérdida
de rumbo y desconcierto, las organizaciones laborales salieron masivamente
a las calles. En Francia, Italia, España y otras naciones del viejo
continente marchas multitudinarias expresaron su rechazo a la globalización
que excluye, margina, homogeneiza y oprime a las poblaciones.
En ese contexto, cabe mencionar a las decenas de miles
de personas que se manifestaron en Madrid en rechazo a la pretensión
del gobierno de José María Aznar de eliminar los programas
de asistencia a los desempleados, así como el medio millón
de franceses que, en cuarenta ciudades de ese país, expresaron su
repudio al inopinado ascenso electoral del nuevo fascismo, encabezado por
Jean-Marie Le Pen, y de sus implicaciones xenófobas, racistas y
excluyentes.
Un tema importante en las manifestaciones realizadas ayer
del otro lado del Atlántico, especialmente en el Mediterráneo,
fue la indignación ante la atrocidad criminal desplegada por el
gobierno y el ejército israelíes en los martirizados territorios
palestinos. Esa manifestación es una señal positiva, toda
vez que demuestra que la mundialización tecnocrática y autoritaria
en curso no ha logrado eliminar la sensibilidad y solidaridad entre las
sociedades.
En América Latina cabe destacar las muestras de
solidaridad hacia Cuba que fue posible atestiguar en las movilizaciones
realizadas en México, Argentina, Brasil, Venezuela, Dominicana,
Chile, Perú, Puerto Rico y Bolivia. Guste o no a nuestras tecnocracias
neoliberales aún gobernantes, la isla sigue siendo, para los asalariados
latinoamericanos, un referente en materia de defensa de los derechos sociales,
por más que el régimen de La Habana se haga acreedor a críticas
extranjeras e internas en el ámbito de los derechos individuales.