Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 30 de abril de 2002
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Economía

Ugo Pipitone

Salarios públicos

"Los altos funcionarios federales de México son posiblemente los mejor pagados del mundo. Generalmente los altos sueldos se relacionan con alto rendimiento. ƑTenemos los mexicanos el mejor gobierno federal del mundo? Hay fuertes indicaciones de que no. ƑPor qué gozan de tal privilegio nuestras autoridades?"

Así comienza el informe preliminar de una investigación realizada por Juan Pablo Guerrero y Laura Carrillo del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas). Repitamos: en este país tenemos los altos funcionarios federales mejor pagados del mundo; Ƒtenemos el mejor gobierno del mundo? Que cada uno conteste como quiera y pueda. Este humilde escribidor no puede dejar de subrayar el contraste.

México tiene una riqueza cultural y ecológica como pocos otros países del planeta, pintores extraordinarios, una cocina única, playas y desiertos magníficos, gente admirable, más de 60 grupos indígenas y, sólo después de India, somos el país con más lenguas habladas en el orbe. ƑHabrá o no sobradas razones de orgullo? Pero uno pasa a la política y todo se vuelve cabeza abajo.

La mayor (y probablemente la única) razón de satisfacción ha sido, en las últimas décadas, la ausencia de las guerras civiles y golpes militares vividos en gran parte de la Tierra. Pero esta estabilidad política se ha conservado a un costo elevado: encumbrar en el poder a una clase dirigente que hizo de la revolución una coartada para su eternización en el poder. Hoy, el gobierno ha cambiado, pero el Estado formado en décadas del partido casi-único sigue siendo sustancialmente el mismo.

Sin innecesarias autolesiones, resulta difícil soslayar que cada vez que a alguien se le ocurre hacer una encuesta mundial sobre honradez y eficacia de la administración pública, ahí sí aparecemos siempre en los últimos lugares. Una de dos: o somos víctimas de una conspiración internacional o algo anda mal, muy mal, en casa.

Después de décadas de retórica nacional-revolucionaria heredamos los escombros de una verdadera devastación institucional. Con el añadido de 40 millones de pobres. Y ahora, gracias a esta investigación del CIDE, descubrimos que nuestras gran- des cacatúas de Estado ganan los mejores sueldos del mundo en el sector público.

ƑNo era suficiente vergüenza saber que estamos en los primeros lugares de corrupción y que nuestra distribución del ingreso sigue entre las más desiguales? Pues no. Veamos entonces algunos datos proporcionados por los autores de la investigación mencionada.

Si ajustamos los salarios netos al costo de la vida, un secretario de Estado gana en México 200 mil dólares anuales. Para entendernos, en Estados Unidos el mismo funcionario gana 120 mil dólares, en Inglaterra 90 mil dólares y en Chile 55 mil. Bajemos de nivel: un director general gana en México 150 mil dólares anuales contra 96 mil en Estados Unidos y 43 mil en Inglaterra y en Chile. Así están las cosas. Y a los altos funcionarios federales tendríamos que añadir senadores, gobernadores, alcaldes, etcétera: decenas de miles de individuos.

Y sospecho que si se hiciera una investigación sobre los sueldos de los profesores universitarios de mayor nivel, quizá no estaríamos entre los punteros del mundo, pero ciertamente no muy lejos de ellos.

A uno se le ocurre pensar que el Estado debería corregir las grandes desigualdades en la distribución del ingreso. Pues no. En México, ocurre exactamente al revés. Moraleja: algunos se asignan sueldos estratosféricos y otros se benefician por una antigua política corporativa finalizada a mantener tranquilos grupos sociales potencialmente ruidosos.

Mientras el salario mínimo es de menos de cinco dólares diarios. šQue viva la Revolución! ƑSe necesita más para entender que estamos frente al fracaso histórico de una entera clase dirigente? Y el tamaño del fracaso está en proporción directa con los salarios que los altos funcionarios se asignan a sí mismos.

El PRI se ha ido a descansar, y esperemos que sea por otros 70 años, pero tengo la impresión de que el actual gobierno no ha percibido esta vergüenza institucional heredada y, por consiguiente, no me parece que haga nada para corregirla. El ya enterrado asunto de las toallas de Los Pinos será una nimiedad, pero es el indicador de un estilo.

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