Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 26 de abril de 2002
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Cultura

José Cueli

Genio y desorden

El sicoanalista Salvador Rocha, en su erudito trabajo sobre el ensayo Genio y desorden, de José Luis Peset (Valladolid, 1999), expresa: ''El sabio en su soledad, como trashumante en el país de Apolo, busca desesperadamente a las musas en las estrellas... Las ciencias son orden, la obra de arte es juego. Su creación se hace en silencio, en plenitud de la vida y trasmutando los valores de la alquimia".

Rocha no sólo ofrece una excelente síntesis de ese ensayo, sino que lo enlaza con múltiples citas que enriquecen y amplían el panorama general que Peset pretende darnos en relación con la búsqueda del genio.

A decir de Salvador, el ensayo de Peset recoge algunas de las escenas habituales del pensamiento de la Europa del siglo XVI, y en la búsqueda del genio ''recurre a una antinomia que recorre las páginas del texto: la distinción entre una Europa del norte, protestante y hábil para la ciencia y la técnica; relojes, máquinas y artefactos, el latín, las matemáticas y la música que tanto agradara a Fausto. Y por otra parte la Europa del sur, buena para la religión y la verdadera teología".

Bajo esta óptica, según Rocha, esta reflexión yuxtapone por un lado a las figuras católicas de Michel Eyquem Montaigne, considerado el creador del ensayo como forma filosófica, y a Juan Huarte de San Juan cuyos intereses se enfocan en la geometría, la alquimia y la melancolía; representando éstos, en términos de Nietzsche lo apolíneo, mientras que lo dionisiaco correría a cargo de la figura arquetípica de la Alemania de la Reforma, debatiéndose entre la Edad Media y el humanismo", esa mezcla apolínea de brujo alemán y santo cristiano: Fausto".

Rocha, en este punto, cita de manera atinada a Félix de Azúa: ''El veneno del paraíso es la atracción de la sabiduría, pues la conversación con el maligno es el origen de las ciencias... pero también de las artes y de la muerte".

En su lectura de Peset, Salvador destaca también que Sigmund Freud y su relación con Fliess conserva la misma clase de antinomia entre apolíneo y dionisiaca. Mientras Freud, racionalista y lógico ''se obsesiona con la muerte y la ausencia de libertad de la voluntad humana; Fliess, dionisiaco, continuador del irracionalismo en el sentido de Hamann, se aventura por los arcanos de lo locura". Hamann, discípulo de Lutero, puede ser considerado, según Rocha, uno de los precursores de la fenomenología.

Peset, como dice Rocha, logra ''hilvanar un fino serpentear que recorre -el genio y el desorden- de las ideas de Montaigne, Torres Villarroel, Hamann y Nietzsche hasta Kafka y Goya. Cita a Gómez de la Serna en el que encontramos ecos del conde de Lautreamont, cuando escribe: ''Soy un enfermo sano, o si se quiere un enfermo estable, o si se quiere mejor, para no recordar a los pensionistas o huéspedes que se llaman estables, un enfermo estabilizado".

El texto de Peset y el ensayo de Rocha sobre aquél son muy ricos e invitan a reflexionar, pues abordan ''la lucha de los contrarios como dialéctica indispensable para la comprensión del hombre".

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