Orlando Delgado Selley
La función bancaria
Para nadie es un secreto que los bancos intermedian entre el ahorro y el crédito, y que cobran por ello. No hace falta acudir a ningún libro de texto para entenderlo. Tampoco se requiere mucha investigación para estar enterados de que los bancos privados que funcionan en México reciben depósitos del público, que no utilizan para financiar a quienes quieran invertir, sino que los dedican a comprar papel en el mercado y obtienen utilidades. El margen entre el costo del ahorro captado por los bancos, remunerado a tasas frecuentemente negativas en términos reales, y lo que los bancos obtienen por "invertirlo", sin ningún riesgo, explica bien el interés de los bancos extranjeros por las instituciones bancarias, propiedad de mexicanos.
El tema central de la pasada Convención Nacional Bancaria fue el crédito. Los banqueros, tal como han hecho desde la crisis de 1994-95, insisten en que se requiere, otra vez, modificar el marco legal de tal manera que las garantías que se ofrecen para disponer de un financiamiento sean ejecutadas rápidamente, es decir, que puedan pasar al patrimonio de los bancos en poco tiempo. Antes dijeron que era indispensable la estabilidad y, por supuesto, el crecimiento. Luego señalaron que el costo de las reservas preventivas para enfrentar riesgos crediticios era muy alto y una barrera en el otorgamiento de crédito. Lo cierto es que desde hace siete años no hay crédito para financiar actividades productivas, lo cual ha provocado que la industria sea financiada crecientemente por los proveedores.
Por ello, las ganancias de los bancos provienen de fuentes distintas a la operación crediticia. Intermediación en la compra-venta de valores, de divisas y sobre todo de operaciones en las mesas de dinero han permitido generar lo que antes se lograba con la cartera de crédito. Además, las utilidades han ido en ascenso: la información para los pasados cinco años reporta que en 1997 se registraron utilidades por mil 706.6 millones de pesos; en 1998 por 6 mil 531.7 millones; en 1999, 9 mil 370.8 millones; en 2000 por 13 mil 452.3 millones, y en 2001 por 12 mil 364.8 millones. Las cifras son significativas y, comparadas con el valor del capital contable de los propios bancos, dan cuenta de una mejoría apreciable. Esta comparación es conocida como el rendimiento del capital contable o ROE (por sus iniciales en inglés: returns on equities), y ha sido para los mismos años: 2.02, 6.28, 8.54, 9.69 y 8.58, respectivamente. Este dato quiere decir que por cada peso de capital contable se generaron 8.58 centavos de utilidad en 2001.
Evidentemente, para cada banco el nivel de rentabilidad varía significativamente. Banamex, por ejemplo, el último banco que se vendió a propietarios extranjeros, obtuvo en 2000 un rendimiento sobre el valor de su capital contable de 21.39, pero el año pasado se derrumbó, ya que sus utilidades se redujeron en 95 por ciento. Este banco es, al mismo tiempo, el que tiene el mayor capital contable de todo el sistema, equivalente a 29.3 por ciento del total. Bancomer, el más grande del sistema, según el activo y el monto de cartera, obtuvo en 2001 el mayor monto de utilidades, lo que significó que su ROE pasara de 5.53 a 12.72, que se explica porque sus utilidades crecieron casi 3.5 veces.
La información ofrecida muestra que para el conjunto, luego de cuatro años de crecimiento, las utilidades se contrajeron ligeramente en 2001, pero para los dos grandes bancos extranjeros, Citibank-Banamex y Bancomer-BBVA, el vuelco en las utilidades parece inverosímil. El análisis del estado de resultados y la calificación de la cartera crediticia señala las debilidades de la gestión bancaria. Banamex triplicó en sólo 12 meses los recursos que se destinan a la cartera reconocida como irrecuperable, que pasó de 2 mil 80 millones a 6 mil 215 millones, a pesar de que el monto total de la cartera disminuyó 2 por ciento. Esto quiere decir que los nuevos administradores han realizado un análisis más riguroso de la calidad de la cartera, lo que los ha llevado a corregir lo que hizo la administración anterior y a provisionar un monto superior. Además, la reducción observada en las tasas de interés ha disminuido el margen que se logra al comprar y vender papel, lo cual indica que este año la utilidad bancaria seguramente se desplomará.
Por ello los bancos tendrían que preocuparse por reanudar la fuente realmente estable de generación de utilidades, calificar adecuadamente su cartera y contribuir al desarrollo del país.
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