Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 20 de abril de 2002
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Economía

Quien quiera seguridad debe combatir la pobreza

Washington, 19 de abril. Al presidente del Banco Mundial (BM), James Wolfensohn, el horror por los atentados del 11 de septiembre le duró poco y ya en los albores de la guerra antiterrorista no vaciló en meter el dedo en la llaga y señalar que la pobreza, la frustración y la desesperanza eran las principales causas del terrorismo.

Según el ejecutivo de 68 años de edad, la comunidad internacional, impulsada por los devastadores sucesos ocurridos el 11 de septiembre, debería aprovechar la ocasión para atacar el problema de raíz. El Banco Mundial ya no se quiere conformar con palabras bonitas.

Como nunca antes, el presidente del Banco Mundial suplicó a los países ricos que, tras décadas de solemnes promesas, de una vez por todas encaren la lucha contra la pobreza en el mundo. Quien quiera seguridad deberá luchar contra la pobreza, asegura Wolfensohn.

Durante demasiado tiempo los países ricos gozaron de la seguridad sin resultar afectados por la pobreza en otros lugares del mundo. "no hay muro que divida al mundo rico del pobre", sostiene Wolfensohn, para quien, si acaso ese muro alguna vez existió, colapsó el 11 de septiembre.

"Hoy 125 millones de niños no van a la escuela", afirmó. Su deseo es que sus propuestas reciban el apoyo de los países ricos, ya que la educación y el libre comercio en beneficio de los países en desarrollo son las prioridades de la institución para reducir la pobreza en el mundo.

Nuevamente exigió hoy en Washington a los países ricos que entren por fin al combate a la pobreza y que, en lugar de formular promesas, aporten dinero. Reclamó más y urgente ayuda para el desarrollo, pero sobre todo la eliminación de las barreras comerciales con que los países ricos desplazan de sus mercados la competencia de los estados más pobres.

"Pelear contra la pobreza no solamente constituye un deber moral, sino también una necesidad esencial para cualquiera que esté en favor de la seguridad y la paz nacional y global", enfatizó Wolfensohn en enero pasado.

"No lograremos un mundo mejor y más seguro solamente con bombas y batallones", agregó en marzo, a la vez que señalaba que no se llegaría a la paz "sin el valor y la voluntad política suficiente para definir la guerra en nuevos términos. La guerra se la debemos declarar a la pobreza", subrayó.

Criticó las altas subvenciones en países industrializados a productos como el café, el algodón y materias textiles, que bloquean las exportaciones de países pobres y con ello su desarrollo.

Aseguró que las grandes aportaciones no sirven de nada si no se levantan las barreras comerciales. "Subvenciones por valor de 350 mil millones de dólares. Esto es un sistema que no es sostenible a largo plazo", consideró Wolfensohn.

De acuerdo con cálculos del BM, los subsidios que Estados Unidos otorga a sus productores de algodón rondan los 2 mil millones de dólares anuales, privando a las exportaciones africanas de ingresos por alrededor de 250 millones de dólares anuales. DPA Y AFP

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