ATROPELLO A MEXICO
El
Departamento de Defensa de Estados Unidos formuló ayer un anuncio
que para nuestro país tiene un significado por demás ominoso,
alarmante e inaceptable: la constitución, en el marco de una reorganización
de las fuerzas militares estadunidenses, de un "comando del norte", cuya
área geográfica incluirá "Estados Unidos continental,
Alaska, Canadá y México, porciones del Caribe y las aguas
contiguas en los océanos Atlántico y Pacífico, hasta
un mínimo de 500 millas, para que puedan ser defendidas a fondo",
según lo explicó públicamente el general Richard Myers,
jefe del Estado Mayor del Pentágono.
Esa dependencia asegura que la determinación no
involucra a las fuerzas armadas mexicanas o canadienses, pero la precisión
no es necesariamente tranquilizadora; implica, en cambio, que Washington
diseña escenarios para la intervención de su propio ejército
en la zona geográfica mencionada, en la cual se encuentra nuestro
territorio nacional.
No puede tomarse como casualidad que la determinación
referida haya sido dada a conocer justamente el día en que el presidente
George W. Bush lanzaba nuevas amenazas contra la comunidad internacional
y los estados que la conforman, al reiterarles que "o están con
nosotros o están con los terroristas", en el marco de la "respuesta
global" contra un supuesto "terrorismo global" ante el que "ninguna nación
puede ser neutral".
Si bien los mensajes del Pentágono y de Bush van
dirigidos, en el primer caso, a los vecinos inmediatos de Estados Unidos
--México y Canadá, además de las naciones caribeñas--,
y en el segundo a todos los países, el nuestro no puede pasar por
alto los graves peligros de injerencia que conllevan.
La conformación de un "comando del norte" indica
que los mandos militares estadunidenses tienen pensado operar en nuestro
territorio y ni siquiera consideran que en él se asienta un estado
soberano e independiente, poseedor de fuerzas armadas propias y con plena
facultad de tomar sus decisiones en materia de defensa y seguridad nacional.
El discurso de George W. Bush, pronunciado en el Instituto
Militar de Virginia, constituye una advertencia de que los países
que no se adhieran a la delirante campaña "antiterrorista" del actual
gobierno estadunidense serán automáticamente considerados
enemigos.
Es, pues, un ensayo de usurpación de las determinaciones
soberanas de los países y un intento por confiscar las independencias
nacionales en materia de política exterior, y constituye, en esa
medida, una amenaza directa a nuestra nación.
Hoy más que nunca, ésta debe adoptar una
actitud firme y decidida de defensa de su soberanía que, de no ser
asumida por el Ejecutivo federal, tendrá que emanar del Legislativo
y de la sociedad.