Cuestionan pescadores y expertos el manejo que Estados Unidos hace del afluente
Más llamados de alerta ambiental en el río Colorado
ANGELICA ENCISO ENVIADA
Alto Golfo de California, 16 de abril. "No es justo que Estados Unidos se reparta el agua del río Colorado y nosotros nos quedemos sin ella. ƑQué culpa tenemos?", se lamenta Florencio Flores, pescador en la zona del Campo Hardy, ubicado en la costa del alto golfo de California, quien en los últimos años ha visto descender la presencia de peces y el nivel del afluente.
El agua, sostiene, "no sólo la queremos los pescadores para trabajar y los campesinos para cultivar, sino para que siga existiendo el delta y especies como la vaquita marina".
El delta alguna vez contó con una superficie de 781 mil hectáreas y ahora ocupa menos de 10 por ciento de su superficie original -60 mil hectáreas. De haber sido una gran zona de agua dulce con una gran riqueza de plantas, aves y vida marina, ahora ha pasado a ser un área de lodazales con manchones de vegetación.
En México el río Colorado desemboca entre Baja California y Sonora con un pobre cauce con altos niveles de salinidad y sin sedimentos. Va a dar al alto golfo de California, después de que 95 por ciento del embalse cruza siete estados del suroeste de Estados Unidos y nueve presas, donde abastece a una población total de 30 millones de personas y agricultores.
El Colorado termina su recorrido en la reserva de la biosfera alto golfo de California y delta del río Colorado, donde además de la vaquita marina, especie única de México y en peligro de extinción, están la totoaba, la curvina golfina, el chano norteño, jaiba, tiburón y camarón.
De acuerdo con especialistas, en 100 años se perdió 76 por ciento de los humedales del delta, por lo que ahora es prioritario conservar la superficie que existe. La afectación fue por el cambio de las corrientes del río, la construcción de presas y que antes era agua caliente la que el afluente conducía. Ahora es fría y desaparecieron los sedimentos, indica Steve Cornelius, director del Sonoran Institute.
Los restos del delta
En México el río Colorado tenía un delta que se extendía en 781 mil hectáreas donde se depositaba una carga de sedimentos que alimentaban humedales y daban vida a centenares de especies animales. Era un oasis en medio del desierto de Sonora y Baja California.
Ahora en esa región las dunas se han extendido, quedan algunas lagunas y humedales aislados. Uno de esos manchones de agua es la ciénaga de Santa Clara, que apenas cubre alrededor de 20 mil hectáreas y donde 46 ejidatarios aprovechan la presencia de visitantes que recorren el desierto por la "ruta de Sonora" para dar paseos turísticos. Está dentro de la reserva de la biosfera.
En su lancha, Juan Butron, de 50 años, añora el delta y espera que no se agote el agua para que esta ciénaga subsista. Lamenta que el flujo del caudal sea irregular y expresa cómo hay temporadas en que ve descender el nivel del agua y después elevarse.
"Cada que en Estados Unidos dan mantenimiento al canal Wellton del distrito de Yuma, aquí baja el nivel del agua. Por eso estamos en la incertidumbre, siempre con el miedo de que esto ocurra y de pronto el agua desaparezca por completo", indica.
Esta es la dependencia entre Estados Unidos y México respecto al agua. Cada acción que aquel país hace sobre el recurso afecta a éste. Una situación parecida tienen los ríos Hardy y El Mayor, los cuales han disminuido drásticamente debido al manejo del líquido de la cuenca, con las consecuencias para vida silvestre y comunidades locales.
Para estas zonas hay proyectos aislados de recuperación. En Hardy está la propuesta de restaurar 10 hectáreas de humedales y bosque en terrenos privados, y para ello se pretende utilizar el agua que viene del riego del valle agrícola de Mexicali y además proveer de 1 por ciento del cauce del río a esta zona.
El medio ambiente no fue considerado en el Tratado Internacional de Aguas de 1944, aunque el delta es un área de gran riqueza biológica donde se localizan humedales intermareales -con esteros y bahías- e incluye zonas de litoral rocoso en Punta Pelícano, Punta Borrascosa y Punta Machorro, una parte del desierto de Altar, de Sonora, y ciénagas.
La diversidad biológica de la zona está amenazada. Se trata de 250 especies de peces marinocosteros, 10 de mamíferos marinos y 160 de aves residentes y migratorias. Y a todo esto se suman ejemplares como el camaleón calva aplanada, la rata almizclera y la zorra de kit.
Fue declarada como reserva de la biosfera en 1993 con una superficie de 934 mil hectáreas, de las cuales sólo 20 por ciento forma parte de la zona núcleo y 10 personas constituyen el personal de vigilancia y manejo.
Esta es la única zona del mundo donde existe la vaquita, mamífero marino originario de México que está en peligro de extinción y del que se estima que sólo quedan 500 ejemplares. Entre los riesgos que esta especie enfrenta, además de la pesca incidental, está la reducción del flujo del Colorado hacia el golfo de California. A consecuencia del escaso cauce de agua dulce, se ha presentado un cambio drástico en el ecosistema, lo que podría perjudicar al mamífero.
Entre las acciones para proteger esta especie está el reordenamiento de la actividad pesquera y la prohibición del uso de redes de chinchorro, además de que se terminará la actualización del plan de manejo, explicó José Campoy, director de la reserva.
Desde hace varios meses 130 organizaciones -con 12 millones de miembros en Estados Unidos y México- realizan una campaña con el fin de que se destine 1 por ciento del flujo anual del Colorado al delta, lo cual representaría 185 mil metros cúbicos.
"El delta debe recibir agua. Es un ecosistema de importancia continental para el corredor de las aves migratorias del Pacífico y especies en riesgo de extinción", advierte por su parte Francisco Oyazábal, de Conservación Internacional.