Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 17 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Política

Arnoldo Kraus

La salud de los mexicanos

Hace unos días Julio Frenk, titular de la Secretaría de Salud (Ssa), afirmó en estas páginas que las instituciones de salud ya no responden a las necesidades de los mexicanos debido a que fueron diseñadas para una realidad distinta a la actual y hoy están sometidas a una presión brutal por la creciente demanda y escasez de recursos económicos.

La afirmación de Frenk es cierta, por supuesto, pero no del todo: Ƒacaso fueron eficaces hace una, dos o tres décadas? Mi respuesta es que nunca lo han sido, que cada vez enfrentamos nuevos obstáculos, que los cuellos de botella que entorpecen el buen funcionamiento son múltiples y que la realidad sanitaria de la mayoría de los mexicanos es mala. Me refiero, sobre todo, a los 40 o 60 millones de connacionales sumidos en la pobreza.

En la entrevista que concedió a Angeles Cruz (8 de abril), las reflexiones del titular de la Ssa retratan el estado global, "macro", de los problemas a enfrentar. Sus cavilaciones, aunque él y su equipo se muestren optimistas, son más bien desoladoras. Enumera múltiples escollos que parecen infranqueables y omite algunos de los que me ocuparé al final de este artículo. Destaca diversos diagnósticos que, a la postre, constituyen el leitmotiv de su trabajo presente y futuro.

A la Ssa le preocupa la corrupción, la falta de transparencia en la compra de medicamentos y la ineficacia en el uso de recursos. Considera que la asignación económica entre derechohabientes de la seguridad social y el resto de la población abierta es desigual; sostiene también que entre la misma población asegurada las diferencias pueden llegar a ser enormes. Subraya que en México el nivel de inversión en salud es bajo, pues representa 5.7 por ciento del PIB, mientras el promedio en Latinoamérica es de 6.1 por ciento. Las diferencias presupuestales dedicadas al rubro salud entre un estado y otro, así como el abasto inadecuado de medicamentos, son también motivo de alarma. El mosaico anterior representa el panorama actual de la salud de los mexicanos y, huelga decirlo, constituye un espejo de la pobreza y la corrupción, herencias del PRI. El análisis previo es una suerte de ejercicio global. Falta hablar de la realidad que se respira en los pasillos de la mayoría de los hospitales, y aunque Frenk menciona los graves problemas emanados de la transición epidemiológica, vale la pena detenerse en este apartado.

Si hiciéramos caso de lo que dicen las estadísticas en materia de salud, sobre todo las que publica el IMSS, la verdad es que estas líneas saldrían sobrando. Cuando uno lee las cifras millonarias de esa y otras instituciones en cuanto al número de consultas, operaciones, procedimientos radiológicos o de laboratorio, así como los incisos que valoran la calidad de los servicios, no queda más remedio que quedar boquiabierto, estupefacto o maravillado.

Cualquier enfermo del Primer Mundo quedaría encantado si su caso siguiese el curso de las estadísticas gubernamentales, pero la realidad es otra, y es uno de los puntos "micro" a los cuales no alude Frenk. Sintetizo: el promedio de la calidad de la atención médica en la mayoría de las instituciones gubernamentales es pésimo.

Basta platicar con los enfermos y conocer sus periplos para comprender el porqué de la afirmación previa. Basta conocer la carga de trabajo que tienen los médicos en la mayoría de los hospitales para entender por qué es imposible ofrecer tratamientos adecuados bajo esas condiciones. Basta escuchar a colegas doctoras de otras instituciones, sobre todo del IMSS o del ISSSTE, para conocer la magnitud del desabasto de medicamentos. Basta dialogar con los enfermos para enterarse de que en muchos casos sólo se les pregunta y no se les explora.

ƑY qué decir de la calidad de los expedientes? ƑDe la fiabilidad de los exámenes de laboratorio? ƑDe la calidad de las radiografías? ƑDel desorden en el seguimiento de los enfermos? ƑDel tiempo que los pacientes ocupan innecesariamente una cama antes de que se les opere o se les efectúe algún procedimiento? ƑDe la relación médico- paciente? ƑDe las bibliotecas? ƑDel nivel académico promedio de los galenos? ƑDe la calidad de los medicamentos genéricos? Y pregunto: Ƒlos familiares de los directivos de esas instituciones siguen el curso de cualquier enfermo?

La salud en México se encuentra ahorcada: a nivel "macro", por lo que señala Frenk, y a nivel "micro" porque el servicio promedio es pésimo. La "trampa epidemiológica" -enfermedades de pobres y de ricos al mismo tiempo- es un reto inmenso. La Ssa debe lidiar con las secuelas de la corrupción crónica -leáse PRI-, con la pobreza -amiga de enfermedades-, con una profesión médica poco estimulada y con un sistema atrapado en sus propias trampas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año