Leonardo García Tsao
Una Muestra con reparos
Nuevamente es tiempo de la Muestra de la Cineteca (edición
primavera, claro) y de quejarnos de una programación hecha con escaso
esmero. A diferencia de la sólida edición anterior, la número
39 presenta algunos títulos que evidencian una especie de pereza
mental a la hora de seleccionar. El beso del escorpión, por
ejemplo. Al parecer Woody Allen entra a la Muestra por reflejo condicionado.
No importa que la cinta en cuestión sea de las más flojas
de su producción reciente, o que estemos hablando de una industria,
la hollywoodense, con la mayor posibilidad de opciones. (Por ahí
están por estrenarse otros títulos mucho más atractivos
como Mulholland Drive, de David Lynch, o Bully, de Larry
Clark, por ejemplo.)
¿Y no se supone que deben ser estrenos? ¿Por
qué entonces las producciones mexicanas Cuento de hadas para
dormir cocodrilos, de Ignacio Ortiz Cruz, y Otilia Rauda, de
Dana Rotberg, ya exhibidas en el recalentado de la Muestra de Guadalajara
en la propia Cineteca? Mientras que el tercer título nacional, eXXXorcismos,
de Jaime Humberto Hermosillo, sólo se exhibirá en la Cineteca
pues está filmada en video.
Otra queja: la inclusión de material añejo.
Buen trabajo, de la francesa Claire Denis, es de 1999. Tres años
es una vida en el acelerado proceso de la industria cinematográfica.
En ese tiempo, la realizadora ya estrenó su siguiente película,
Trouble Every Day, y está terminando otra. Buen trabajo
es una sobresaliente adaptación de un texto de Herman Melville,
pero está disponible en video hace rato (de hecho, un servidor se
consiguió una copia cuando pasó en el Sundance Channel).
Exhibir una película del siglo pasado no es exactamente situarse
en la vanguardia. ¿Otras posibilidades francesas? Qué tal
las nuevas (realmente nuevas) y excelentes obras de Jacques Rivette ?Va
savoir? o Eric Rohmer -L'Anglaise et le duc-, por mencionar
dos casos obvios.
Por otro lado, los criterios de la Academia hollywoodense
también han pesado en la selección. Ahora hay cuatro títulos
que estuvieron postulados en la categoría de lengua extranjera,
incluyendo a la ganadora de este año, Tierra de nadie, del
bosnio Danis Tánovic, reflexión forzadamente irónica
sobre el reciente conflicto balcánico. Si bien el cine español
no tuvo un año prodigioso, hay títulos más meritorios
que Juana la Loca, de Vicente Aranda. Por decir algo, Lucía
y el sexo, de Julio Médem; es lo más artificial que ha
hecho este director, pero su rebuscada propuesta narrativa reviste mucho
mayor interés que el apolillado drama histórico de Aranda.
Las otras dos cintas, en cambio, son buenas opciones porque
no tendrían público fuera del contexto de la Muestra. La
belga Quiero ser famosa es el regreso del cineasta Dominique Deruddere
a nuestras pantallas, inédito aquí después de su notable
ópera prima El amor es un perro infernal (1987). Su quinto
largometraje es una mezcla simpática, abiertamente vulgar, de los
argumentos de Bésame, tonto, de Wilder, y El rey de la
comedia, de Scorsese. Mientras la representante checa El amor en
tiempos de odio (¿quién pone esos títulos?), de
Jan Hrebejk, evoca el tipo de comedias agridulces que se hicieron durante
la llamada primavera de Praga, al abordar el tema de la ocupación
nazi y la persecución judía con un humor ligero, tan propio
de esa cinematografía.
Queda espacio para recomendar un par de títulos
satisfactorios: El hombre que no estuvo, nueva relaboración
de los hermanos Coen del relato negro, con una visión típicamente
sardónica de un vacío existencial, adornada por una suntuosa
fotografía en blanco y negro. Y Tiempo de mentir, segundo
largometraje del francés Laurent Cantet, que, como en su anterior
Recursos humanos, enfoca un conflicto laboral; en este caso, el
dilema angustioso de un padre de familia que oculta su desempleo fingiendo
estar en permanente viaje de negocios.
(Si bien todas las películas están compradas
por distribuidoras nacionales, eso no garantiza su posterior exhibición
comercial. Dos de los mejores títulos de la Muestra pasada -La
ciénaga y Deseando amar- aún están pendientes
de estrenarse. Entonces, quizá sea mejor aprovechar el momento.)