José Cueli
Encuentro en el tiempo
Cautivado aún por la imagen de la muchacha afgana sobre la cual escribí la semana pasada, recordé las siguientes palabras de Man Ray: ''Para mí no hay diferencia entre el sueño y la realidad. Nunca sé si lo que hago es producto del sueño o de la vigilia".
Podría pensarse, siguiendo a Ray, que las imágenes fotográficas y el discurso verbal al oscilar como lo hacen entre las fronteras del sueño y la vigilia, deslizándose por los márgenes entre las realidades síquica y exterior, se tornan una escritura abierta a múltiples lecturas como sucede con la poesía.
Octavio Paz consideraba que la poesía era la celebración del mundo. Luego podríamos decir que la poesía es, por tanto, una celebración de vida y de la muerte o, mejor, de la vida-muerte que de manera inevitable se ve atravesada por el amor y el erotismo.
Al admirar de nuevo las imágenes del rostro de Sharbat del antes y el después, reitero lo dicho. El rostro que enmarca sus ojos ha cambiado, también cambió el erotismo y la sensualidad que se ocultaban y develaban al mismo tiempo en el manto rojizo de la bella adolescente, que ahora no aparecen en la rigidez y solemnidad de la burka morada que la atrapa y la oculta cual si fuera un atuendo luctuoso. Luto y duelo parecen ocultarse asimismo revelarse tras la prenda que ahora porta Sharbat.
Duelo por sus muertos, por el obligado exilio y por el erotismo perdido y la sensualidad extinguida. Sin embargo algo resulta intemporal, se trata de la vida- muerte que asoma a sus ojos.
Así, al intentar enlazar imágenes fotográficas con imágenes poéticas y hablando de lo que trasciende al tiempo, qué mejor que citar un par de magníficos versos de Pavese quien entre lo onírico y lo enigmático pareciera haberse encontrado en otro tiempo y en otro espacio con la mirada de la muchacha afgana.
A la imagen de la hermosa adolescente le sigue la fotografía de la mujer silenciada, de luto. En el libro de poesías completas de Pavese aparecen juntos, también, estos versos que cito a continuación. El primero acompañaría a la bella niña del manto rojizo:
''Eres la vida y la muerte,/ Viniste de marzo sobre la desnuda tierra/ tu estremecimiento dura./ Sangre de primavera /anémona o nube/ tu paso ligero/ ha violado la tierra/ Recomienza el dolor./ Tu paso ligero ha vuelto a abrir el dolor./ La tierra estaba fría/ bajo un cielo pobre, inmóvil y sumida/ en torpe sueño,/ como quien ya no sufre/. También el hielo era dulce/ en el corazón profundo./ Entre la vida y la muerte la esperanza callada. Ahora todo lo que vive/ tiene voz y sangre..."
El siguiente poema parece deslizarse en la mirada de la actual Sharbat, la de la burka morada:
''Vendrá la muerte y tendrá tus ojos/ esa muerte que nos acompaña/ de la mañana a la noche, insomne,/ sorda, como un viejo remordimiento/ o un vicio absurdo. Tus ojos/ serán una palabra vana,/ un grito acallado, un silencio./ Así los ves cada mañana/ cuando te inclinas sola ante el espejo./ šOh querida esperanza, también nosotros aquel día/ sabremos que eres la vida y la nada!/ La muerte tiene una mirada para todos./ Vendrá la muerte y tendrá tus ojos./ Será como abandonar un vicio,/ como ver que emerge de nuevo/ un rostro muerto en el espejo,/ como escuchar un labio cerrado./ Descenderemos al remolino mudos."
Concluyo parafraseando a Man Ray. En lo referente a la muerte, no existe en realidad un abismo insondable entre el que mira y el que es mirado.