Orlando Delgado Selley
Los bancos privados: balance de una década
Hace 10 años concluyó la privatización de los bancos comerciales. Sus diseñadores e instrumentadores la consideraron exitosa pues se obtuvo un precio de venta equivalente a 3.1 veces el valor del ca-pital contable. Dos años después, los bancos se encontraban en una crisis claramente marcada por la evolución de la cartera vencida. Al recibir los bancos, los administradores privados encontraron que 3.15 por ciento del monto total de los créditos otorgados no estaba siendo pagado; al final de 1994 era 7.55, lo que no sólo indicaba que los créditos malos se habían incrementado casi dos veces y media, sino que como la cartera de crédito había crecido de manera desproporcionada, ese porcentaje daba cuenta de un enorme problema.
El año 1995 fue ciertamente la debacle de la economía, y particularmente de los bancos. La posibilidad de una crisis generalizada del sistema de pagos era ampliamente reconocida, lo que provocó que el gobierno interviniera apresuradamente. Tal intervención se estructuró a partir de los requerimientos de los bancos y no de los intereses de los deudores, ni los de la economía en su conjunto. El programa que finalmente concentró los recursos otorgados por el gobierno fue el aplicado en el Fobaproa, consistente en acciones como: compra de cartera a cambio de capital fresco, intervención y respaldo líquido para la operación de bancos en "situación especial", es decir, los que tuvieron que ser intervenidos por la Comisión Nacional Bancaria. El monto total involucrado fue cercano al billón de pesos, equivalente a la cuarta parte del PIB de 1998, año en el que se creó el IPAB.
En unos cuantos años los bancos vendidos a accionistas mexicanos han pasado a ser de propiedad extranjera. De los 18 bancos comerciales estatales privatizados solamente Banorte mantiene una propiedad accionaria totalmente nacional. El resto hoy forma parte de grandes grupos españoles -como BBVA o Santander-, estadunidenses y canadienses. Esto fue promovido por las propias autoridades, buscando mejorar la gestión de esas instituciones de intermediación financiera. Obviamente, los que fueron comprados resultaban interesantes para los extranjeros, tanto por el precio al que fueron comprados como por la calidad de la cartera que se les entregó.
Actualmente, los bancos privados son sólidos y rentables. Se comparan bien con el resto de las instituciones bancarias de los países miembros de la OCDE. Sin embargo, tienen una característica distinta: prácticamente no otorgan crédito. Según un documento reciente del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (El financiamiento bancario y la competitividad de las empresas en México), el crédito bancario a las actividades productivas equivale en términos reales a una cuarta parte del observado en diciembre de 1994. Expresado de otra manera, el grado de penetración del sector bancario en la economía, medido como la proporción del financiamiento bancario en el PIB, en 2001 apenas fue de 6.8 por ciento, en tanto que en 1994 llegó a 32.5; esto significa que en 1994 los bancos privados prestaban 32.5 centavos por cada peso que producía la economía del país; mientras que en 2001 sólo prestan 6.8 centavos por cada peso.
La ausencia de crédito es, por supuesto, mucho más apremiante para las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, la más importante fuente de financiamiento para las empresas en conjunto proviene de los proveedores (52.8 por ciento). Los bancos comerciales sólo aportan 21.4. Existe, en consecuencia, un financiamiento caro y escaso, lo que afecta negativamente la capacidad competitiva del aparato productivo. Por ello, nuestra ubicación en el reporte sobre competitividad global es el 42, de 58 países evaluados, pero en materia de financiamiento al sector productivo y penetración del sector financiero en la economía ocupamos los lugares 52 y 57.
Así las cosas, vale preguntarse: Ƒpara qué sirven los bancos? ƑDe dónde proviene su rentabilidad? ƑQuiénes se benefician de los depósitos que recibe el sistema bancario? ƑTiene sentido seguir pagando los intereses de los viejos pagarés Fobaproa y los de los nuevos pagarés IPAB? Esas preguntas debieran plantearse en la próxima convención bancaria que se celebrará la semana entrante, aunque no serán los banqueros quienes puedan dar una respuesta satisfactoria.
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