Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 9 de abril de 2002
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Política
Hoy expondrá a Creel y legisladores su reclamo

Demanda la jerarquía católica participar en educación pública

Paterfamilias pobres no pueden elegir la instrucción religiosa de sus hijos, dice Morales Reyes en la asamblea de la CEM

JOSE ANTONIO ROMAN

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en voz de su presidente Luis Morales Reyes, se manifestó en la inauguración de su 73 asamblea por participar en la educación pública, pues es un derecho de los padres de familia decidir si desean o no que sus hijos reciban instrucción religiosa.

En el mismo sentido se pronunció el obispo de la diócesis de Autlán y coordinador general de esa asamblea, Lázaro Pérez Jiménez, en la ceremonia religiosa en vísperas del encuentro. El prelado jalisciense señaló que se perciben fuertes reticencias y dificultades de algunos grupos sociales que desearían que la Iglesia no analizara el tema de la libertad religiosa. Pero los obispos, advirtió, estamos dispuestos a afrontar, tarde o temprano, las consecuencias que esto traiga.

Desde el altar de la capilla de la sede episcopal, el prelado pidió a los obispos que tengan el valor necesario para defender los derechos inalienables de los hombres, aunque esta posición resulte incómoda e incluso se le acuse a la iglesia de buscar privilegios.

Para la tarde de este martes el pleno se reunirá por separado primero con el secretario de Gobernación, Santiago Creel, y posteriormente con los coordinadores parlamentarios de la Cámara de Diputados: Beatriz Paredes, del PRI; Felipe Calderón, del PAN, y Martí Batres, del PRD, así como con los líderes senatoriales Diego Fernández de Cevallos y Enrique Jackson, de PAN y PRI, respectivamente, informó el secretario general de la CEM, Abelardo Alvarado.

Los pobres se aguantan

Así, tanto en la ceremonia previa como en la apertura de los trabajos, la insistencia fue la misma: un fuerte reclamo de la Iglesia para que la libertad religiosa llegue también a la escuela pública. ''No se trata de obtener privilegios; es algo debido en estricta justicia y que se debe reflejar en la legislación del país", dijo Morales Reyes, al citar un mensaje del papa Juan Pablo II en su segunda visita a México, en mayo de 1990.

Ante 93 obispos y el nuncio apostólico Giuseppe Bertello, el también arzobispo de San Luis Potosí dijo estar consciente de que este tema es uno de los más discutidos en la historia pasada y actual del país. No faltarán, agregó, quienes interpreten esta exigencia de justicia y libertad como deseo de reclamar fueros y privilegios, o como forma de volver a tiempos pasados y de ambicionar dominio y poder sobre las conciencias.

''Otros se imaginarán que se pretende imponer la religión católica en todas las escuelas públicas, sin respetar la pluralidad religiosa actual. Nada más lejano de la verdad", señaló en su mensaje de apertura.

Dijo que si bien las reformas constitucionales de hace diez años reconocieron la libertad para tener escuelas privadas confesionales, aún falta lograr la plena libertad religiosa en las escuelas públicas. Incluso, señaló que la falta de esta libertad discrimina a los padres de familia que son pobres, pues son éstos quienes están imposibilitados para escoger libremente una escuela en la que se eduque a sus hijos en la religión de su preferencia. Esto lo pueden hacer sólo quienes gozan de una posición más desahogada para pagar una escuela particular.

Morales Reyes dedicó gran parte de las cinco cuartillas a renglón seguido de su mensaje de apertura a la libertad religiosa en la educación.

De hecho, el tema de la reunión en la sede episcopal de Lago de Guadalupe, en el municipio mexiquense de Cuautitlán-Izcalli, es "La libertad religiosa en el México democrático".

El presidente de la CEM señaló que los tiempos han cambiado, que aquella "injusta y opresora" legislación de 1917 en cuestión religiosa "ya quedó atrás", y recordó con "gratitud y admiración" a "tantos mártires" que dieron la vida por defender el sagrado derecho a practicar su religión en la vida pública y no sólo en su conciencia y en el interior de su hogar o de los templos.

Reconoció a los legisladores de hace diez años, en el sexenio del presidente Carlos Salinas, que a pesar de la oposición de algunas fuerzas supieron darle a México el marco legal que reclamaba. Después de una década gozamos indudablemente de mayor libertad religiosa, pero aún falta avanzar en varios terrenos, uno de ellos el educativo.

El nuncio Bertello indicó en la misma ceremonia de apertura que diez años no son un periodo muy largo para valorar en toda su amplitud las consecuencias de aquellas reformas legales, las cuales constituyeron un acontecimiento histórico en el México contemporáneo. Sin embargo, dijo que este aniversario sí puede representar una buena ocasión para reflexionar sobre lo que se ha hecho y lo que se podría hacer en el futuro.

Comentó que a lo largo de la historia de México el ejercicio de la libertad religiosa ha pasado por etapas difíciles y, por consiguiente, las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado no han sido siempre pacíficas; en épocas recientes han atravesado por fases diferentes que van de la persecución a la tolerancia de hecho.

Bertello, quien ya tiene prácticamente un año en México, apuntó que este peso histórico en la relación Iglesia-Estado se percibe de manera muy particular en el sector educativo y en la labor de ayuda social, de ''culturalización'' y de progreso humano que la Iglesia católica lleva a cabo en diversas capas sociales.

Pienso por ejemplo, dijo, en la enseñanza que no recibe apoyo por parte del Estado a pesar de la ayuda que representa para la sociedad la educación privada, o en el clima de desconfianza que se respira en ciertos ambientes hacia la obra social de la Iglesia, clasificada peyorativamente como confesional. Pretender que la Iglesia no evangelice con el testimonio de sus obras sería querer transformarla en una sociedad benéfica o simplemente en una organización no gubernamental de desarrollo.

Pero por otra parte, añadió, parece que en algunos sectores eclesiales se conserva la tendencia a no confiar demasiado en el Estado y a ver la ley como un mal necesario, que se debe cumplir con el mínimo indispensable.

''La Iglesia no quiere imponer su mensaje pero sí poder proponerlo a todos en plena libertad. Ella no compite con el Estado ni con la comunidad cristiana se contrapone a la sociedad civil, sino que pide colaborar con todas las instituciones para lograr el bien común y la convivencia social en la medida en que esto depende de ella y pueda conciliarse con su misión", dijo el nuncio Bertello.

En su mensaje de apertura, el presidente de la CEM, Luis Morales, se refirió también a otros temas como el de la quinta visita del papa Juan Pablo II a México, prevista del 30 de julio al 1o. de agosto; al deteriorado estado de salud del pontífice y a la canonización del indio Juan Diego y a las beatificaciones de Juan Bautista y Jacinto de los Angeles, dos mártires oaxaqueños del siglo XVIII.

Respecto de la visita, dijo que las fechas han sido confirmadas por el Vaticano, y expresó la "férrea voluntad" del Papa para seguir en su tarea de servir a la Iglesia hasta el fin de sus fuerzas. Pidió para que al pontífice se le conceda la sabiduría y fortaleza necesaria, así como la salud suficiente para que se concrete dicha visita, la quinta en sus más de 23 años de pontificado, iniciado en octubre de 1978.

Respecto a las canonización de Juan Diego y las beatificaciones de los dos mártires, Morales Reyes destacó no sólo la calidad de haber sido fieles laicos, sino que los tres son indígenas, lo cual demuestra la importancia que para la Iglesia y para toda la sociedad deben tener los descendientes de los primeros pobladores. Los tres, agregó, son un elocuente ejemplo a seguir, ahora que nos esforzamos por lograr una adecuada inculturación del evangelio, sobre todo en los pueblos indígenas.

Que esta canonización y las beatificaciones, dijo, sean un momento de gracia para México y para la iglesia en América, y de a los indígenas el lugar que les corresponde en la vida eclesial y social. Que no haya marginaciones o exclusiones. Que se reconozcan, incluso en nuestras leyes, sus justos derechos. Que apreciemos su vocación y su capacidad para ser agentes calificados de evangelización. Que promovamos más vocaciones indígenas a la vida consagrada y al sacerdocio, así como a las mas variados ministerios. Que la mujer indígena logre el pleno reconocimiento de su lugar en la familia, en la sociedad y en la Iglesia.

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