Hoy expondrá a Creel y legisladores su
reclamo
Demanda la jerarquía católica participar
en educación pública
Paterfamilias pobres no pueden elegir la instrucción
religiosa de sus hijos, dice Morales Reyes en la asamblea de la CEM
JOSE ANTONIO ROMAN
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en voz de
su presidente Luis Morales Reyes, se manifestó en la inauguración
de su 73 asamblea por participar en la educación pública,
pues es un derecho de los padres de familia decidir si desean o no que
sus hijos reciban instrucción religiosa.
En el mismo sentido se pronunció el obispo de la
diócesis de Autlán y coordinador general de esa asamblea,
Lázaro Pérez Jiménez, en la ceremonia religiosa en
vísperas del encuentro. El prelado jalisciense señaló
que se perciben fuertes reticencias y dificultades de algunos grupos sociales
que desearían que la Iglesia no analizara el tema de la libertad
religiosa. Pero los obispos, advirtió, estamos dispuestos a afrontar,
tarde o temprano, las consecuencias que esto traiga.
Desde el altar de la capilla de la sede episcopal, el
prelado pidió a los obispos que tengan el valor necesario para defender
los derechos inalienables de los hombres, aunque esta posición resulte
incómoda e incluso se le acuse a la iglesia de buscar privilegios.
Para la tarde de este martes el pleno se reunirá
por separado primero con el secretario de Gobernación, Santiago
Creel, y posteriormente con los coordinadores parlamentarios de la Cámara
de Diputados: Beatriz Paredes, del PRI; Felipe Calderón, del PAN,
y Martí Batres, del PRD, así como con los líderes
senatoriales Diego Fernández de Cevallos y Enrique Jackson, de PAN
y PRI, respectivamente, informó el secretario general de la CEM,
Abelardo Alvarado.
Los pobres se aguantan
Así,
tanto en la ceremonia previa como en la apertura de los trabajos, la insistencia
fue la misma: un fuerte reclamo de la Iglesia para que la libertad religiosa
llegue también a la escuela pública. ''No se trata de obtener
privilegios; es algo debido en estricta justicia y que se debe reflejar
en la legislación del país", dijo Morales Reyes, al citar
un mensaje del papa Juan Pablo II en su segunda visita a México,
en mayo de 1990.
Ante 93 obispos y el nuncio apostólico Giuseppe
Bertello, el también arzobispo de San Luis Potosí dijo estar
consciente de que este tema es uno de los más discutidos en la historia
pasada y actual del país. No faltarán, agregó, quienes
interpreten esta exigencia de justicia y libertad como deseo de reclamar
fueros y privilegios, o como forma de volver a tiempos pasados y de ambicionar
dominio y poder sobre las conciencias.
''Otros se imaginarán que se pretende imponer la
religión católica en todas las escuelas públicas,
sin respetar la pluralidad religiosa actual. Nada más lejano de
la verdad", señaló en su mensaje de apertura.
Dijo que si bien las reformas constitucionales de hace
diez años reconocieron la libertad para tener escuelas privadas
confesionales, aún falta lograr la plena libertad religiosa en las
escuelas públicas. Incluso, señaló que la falta de
esta libertad discrimina a los padres de familia que son pobres, pues son
éstos quienes están imposibilitados para escoger libremente
una escuela en la que se eduque a sus hijos en la religión de su
preferencia. Esto lo pueden hacer sólo quienes gozan de una posición
más desahogada para pagar una escuela particular.
Morales Reyes dedicó gran parte de las cinco cuartillas
a renglón seguido de su mensaje de apertura a la libertad religiosa
en la educación.
De hecho, el tema de la reunión en la sede episcopal
de Lago de Guadalupe, en el municipio mexiquense de Cuautitlán-Izcalli,
es "La libertad religiosa en el México democrático".
El presidente de la CEM señaló que los tiempos
han cambiado, que aquella "injusta y opresora" legislación de 1917
en cuestión religiosa "ya quedó atrás", y recordó
con "gratitud y admiración" a "tantos mártires" que dieron
la vida por defender el sagrado derecho a practicar su religión
en la vida pública y no sólo en su conciencia y en el interior
de su hogar o de los templos.
Reconoció a los legisladores de hace diez años,
en el sexenio del presidente Carlos Salinas, que a pesar de la oposición
de algunas fuerzas supieron darle a México el marco legal que reclamaba.
Después de una década gozamos indudablemente de mayor libertad
religiosa, pero aún falta avanzar en varios terrenos, uno de ellos
el educativo.
El nuncio Bertello indicó en la misma ceremonia
de apertura que diez años no son un periodo muy largo para valorar
en toda su amplitud las consecuencias de aquellas reformas legales, las
cuales constituyeron un acontecimiento histórico en el México
contemporáneo. Sin embargo, dijo que este aniversario sí
puede representar una buena ocasión para reflexionar sobre lo que
se ha hecho y lo que se podría hacer en el futuro.
Comentó que a lo largo de la historia de México
el ejercicio de la libertad religiosa ha pasado por etapas difíciles
y, por consiguiente, las relaciones entre la Iglesia católica y
el Estado no han sido siempre pacíficas; en épocas recientes
han atravesado por fases diferentes que van de la persecución a
la tolerancia de hecho.
Bertello, quien ya tiene prácticamente un año
en México, apuntó que este peso histórico en la relación
Iglesia-Estado se percibe de manera muy particular en el sector educativo
y en la labor de ayuda social, de ''culturalización'' y de progreso
humano que la Iglesia católica lleva a cabo en diversas capas sociales.
Pienso por ejemplo, dijo, en la enseñanza que no
recibe apoyo por parte del Estado a pesar de la ayuda que representa para
la sociedad la educación privada, o en el clima de desconfianza
que se respira en ciertos ambientes hacia la obra social de la Iglesia,
clasificada peyorativamente como confesional. Pretender que la Iglesia
no evangelice con el testimonio de sus obras sería querer transformarla
en una sociedad benéfica o simplemente en una organización
no gubernamental de desarrollo.
Pero por otra parte, añadió, parece que
en algunos sectores eclesiales se conserva la tendencia a no confiar demasiado
en el Estado y a ver la ley como un mal necesario, que se debe cumplir
con el mínimo indispensable.
''La Iglesia no quiere imponer su mensaje pero sí
poder proponerlo a todos en plena libertad. Ella no compite con el Estado
ni con la comunidad cristiana se contrapone a la sociedad civil, sino que
pide colaborar con todas las instituciones para lograr el bien común
y la convivencia social en la medida en que esto depende de ella y pueda
conciliarse con su misión", dijo el nuncio Bertello.
En su mensaje de apertura, el presidente de la CEM, Luis
Morales, se refirió también a otros temas como el de la quinta
visita del papa Juan Pablo II a México, prevista del 30 de julio
al 1o. de agosto; al deteriorado estado de salud del pontífice y
a la canonización del indio Juan Diego y a las beatificaciones de
Juan Bautista y Jacinto de los Angeles, dos mártires oaxaqueños
del siglo XVIII.
Respecto de la visita, dijo que las fechas han sido confirmadas
por el Vaticano, y expresó la "férrea voluntad" del Papa
para seguir en su tarea de servir a la Iglesia hasta el fin de sus fuerzas.
Pidió para que al pontífice se le conceda la sabiduría
y fortaleza necesaria, así como la salud suficiente para que se
concrete dicha visita, la quinta en sus más de 23 años de
pontificado, iniciado en octubre de 1978.
Respecto a las canonización de Juan Diego y las
beatificaciones de los dos mártires, Morales Reyes destacó
no sólo la calidad de haber sido fieles laicos, sino que los tres
son indígenas, lo cual demuestra la importancia que para la Iglesia
y para toda la sociedad deben tener los descendientes de los primeros pobladores.
Los tres, agregó, son un elocuente ejemplo a seguir, ahora que nos
esforzamos por lograr una adecuada inculturación del evangelio,
sobre todo en los pueblos indígenas.
Que esta canonización y las beatificaciones, dijo,
sean un momento de gracia para México y para la iglesia en América,
y de a los indígenas el lugar que les corresponde en la vida eclesial
y social. Que no haya marginaciones o exclusiones. Que se reconozcan, incluso
en nuestras leyes, sus justos derechos. Que apreciemos su vocación
y su capacidad para ser agentes calificados de evangelización. Que
promovamos más vocaciones indígenas a la vida consagrada
y al sacerdocio, así como a las mas variados ministerios. Que la
mujer indígena logre el pleno reconocimiento de su lugar en la familia,
en la sociedad y en la Iglesia.