Antonio Barrera, preso en el Reclusorio Sur, fue hallado ahorcado con su cinturón

El Colectivo Heberto Castillo presentará queja ante la CDHDF por la muerte de un interno

El año pasado fue transferido de Santa Marta tras ganar un pleito legal a las autoridades

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

En el Reclusorio Sur fue encontrado muerto la mañana del miércoles el interno Marco Antonio Barrera Rivas, quien el año pasado acusó a autoridades de la penitenciaría de Santa Marta Acatitla de ordenar a custodios la siembra de droga en el taller de artesanías que administraba, para despojarlo del mismo.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal informó que Barrera Rivas fue encontrado colgado con un cinturón de cuero en la puerta del dormitorio de la zona 3, estancia 3, del área de ingreso. El Servicio Médico Forense explicó que la muerte ocurrió por ahorcamiento, y se encontró un moretón en el párpado del ojo izquierdo, que pudo haber sido provocado por un golpe, aunque no es reciente.

Mientras, familiares del interno e integrantes del Colectivo Heberto Castillo Pro Defensa de Derechos Humanos de Presas y Presos, al cual pertenecía, exigieron a la PGJDF una exhaustiva investigación de lo que consideraron un crimen que, como muchos otros dentro de los penales, se pretende hacer pasar por suicidio.

La madre del interno, María de la Luz Rivas Lugo, señaló que lo visitó apenas el pasado martes y lo encontró en perfecto estado de salud emocional y física. El colectivo informó que hace dos meses había ganado un amparo para ser regresado a la penitenciaría de Santa Marta.

Barrera Rivas acusó en junio del año pasado al entonces director de la penitenciaría, Rigoberto Herrera Lozano, de ordenar a personal de custodia colocar droga en el taller que administraba, para retirarle la concesión, hecho que generó incluso un conato de enfrentamiento entre custodios y presos.

La versión fue confirmada posteriormente a La Jornada por un custodio que aseguró que Herrera Lozano ordenó la siembra al jefe de seguridad, Adán Galindo Méndez.

Explicó que las piedras de cocaína colocadas en el taller las consiguieron con Adán Fonseca, El Chocorrol, quien controla la venta de droga en la penitenciaría. "Las piedras las envolvieron en papel celofán de una cajetilla de cigarros y a la hora del esculque el encargado del rondín las sembró en una bolsa de jabón". La posesión de la droga se adjudicó al interno Modesto Mendoza, no a Barrera Rivas, quien a partir de entonces entabló una pelea legal en los tribunales e incluso en la Comisión de Derechos Humanos del DF para que le restituyeran el local y sus pertenencias. En octubre del año pasado fue trasladado al Reclusorio Sur.

El Colectivo Herberto Castillo denunció que el traslado fue un acto ilegal, según lo dispuesto en el Reglamento de Reclusorios. Barrera ganó un amparo para ser transferido nuevamente a la penitenciaría, mismo que fue ignorado por las autoridades, advirtió el colectivo, y recordó que antes había ganado otro amparo para que le devolvieran sus pertenencias, que tampoco se acató.

El colectivo anunció que presentará una queja ante la CDHDF y responsabilizó a las autoridades penitenciarias del DF de la seguridad de otros internos integrantes de la organización.