Robert Fisk
Bush no entiende la tragedia
Ariel Sharon no lo hubiera hecho mejor. La culpa arrojada
sobre el pueblo invadido, el uso obsesivo de la palabra terror -según
mi cuenta aproximada fueron 50 referencias en sólo 10 minutos- y
las breves y tímidas referencias a la "ocupación", a los
asentamientos judíos (una sola mención) y a la necesidad
de la "compasión" israelí, constituyeron la prueba final
de que el presidente Bush no ha sabido comprender la tragedia que supuestamente
trata de resolver.
El villano se volvió víctima y viceversa.
¿Cuál es, me pregunto, la verdadera distancia entre el Jardín
de las Rosas y Belén? Conque el secretario de Estado, Colin Powell,
viajará a "la región" la próxima semana. ¿La
próxima semana? ¿Y por qué no ahora? Pero claro, la
Casa Blanca, que según la prensa israelí ha estado preguntando
repetidas veces a Sharon cuánto tiempo piensa mantener ocupadas
las ciudades palestinas de la Franja Occidental, va a dar al primer ministro
más tiempo para completar su invasión, destruir la infraestructura
palestina y desmantelar a la Autoridad Nacional Palestina.
El discurso estuvo ribeteado de todas las obsesiones de
la "guerra contra el terror": Irak patrocina el terrorismo porque dona
dinero a familias de "mártires" palestinos; Siria, porque no se
decide a declarar si está "a favor o en contra del terrorismo".
La Unión Europea, temerosa de los crecientes precios del petróleo
y su efecto en la economía de la zona del euro, había enviado
antes una misión a Israel; con típica soberbia, Sharon dijo
a sus miembros que no podrían visitar a Arafat en Ramallah. Los
delegados, que al principio habían afirmado que Estados Unidos había
fracasado en su misión de paz en Medio Oriente, simplemente empacaron
y en cuestión de horas partieron de Tel Aviv.
¿Acaso Powell logrará mejores resultados?
El dólar ha perdido valor frente a las divisas del mundo a causa
de la crisis en Medio Oriente, lo cual debería ser una buena razón
para que Bush actuara, y las posibles restricciones a la producción
petrolera regional, aunque más dañinas para Europa, probablemente
contribuyeron a la decisión del presidente estadunidense de enviar
al secretario de Estado.
Sin embargo, el meollo del discurso de Bush fueron los
bombarderos suicidas. Habló de la joven palestina de 18 años
que se inmoló y mató a una jovencita israelí de 17;
del "sueño" de paz de Israel con sus vecinos. "Hay que detener el
terror... ninguna nación puede negociar con terroristas... liderazgos,
no terror... están con el mundo civilizado o con los terroristas...
todos en Medio Oriente... deben actuar de palabra y obra contra el terrorismo...
Llamo a la Autoridad Nacional Palestina a hacer todo lo que esté
en sus manos para detener las acciones terroristas". Arafat se había
comprometido a controlar el "terrorismo" y "falló". La reocupación
de la Franja Occidental es una "medida temporal", anunció Bush,
confiando en la palabra de los invasores israelíes. "Las misiones
de bombarderos suicidas bien pueden hacer que vuele por los aires la única
esperanza de un Estado palestino". Y así sucesivamente: una filípica
estilo 11 de septiembre aplicada al Medio Oriente. Los enemigos de Israel
deben ser eliminados: Al-Aqsa, Hamas, la Jihad Islámica y el Hezbollah,
que ayer tundió a un observador de Naciones Unidas en la frontera
de Líbano en lo que ha sido el incidente más peligroso de
su tipo desde la retirada israelí en 2000. Todo el discurso de Bush
giró en torno al bienestar israelí, con apenas tres minutos
dedicados a los palestinos y a sus 35 años sometidos a ocupación.
Israel debe, expresó Bush, mostrar "respeto" e "interés"
por el pueblo palestino.
Hubo alguna mención ritual de las resoluciones
242 y 338 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que demandan la
retirada israelí de los territorios ocupados en la guerra de 1967,
las cuales Sharon ha dicho que ya no puede aceptar, y un llamado a detener
la construcción de asentamientos. Pero aún se construyen
colonias judías en territorio palestino, y a un ritmo más
acelerado que nunca.
Sólo un corazón de piedra no reaccionaría
ante el sufrimiento de las familias israelíes cuyos seres queridos
han sido asesinados en forma perversa por bombarderos suicidas palestinos.
Pero, ¿dónde está la compasión de Bush hacia
los números mucho muy superiores de palestinos que han sido muertos
por los israelíes en los pasados 19 meses, o su condena de los escuadrones
de la muerte de Tel Aviv, de la demolición de casas o el despojo
de tierras? Simplemente no existieron en el discurso presidencial. El dinero
para los "mártires" no sólo va a los parientes de los bombarderos
suicidas: va a las familias de todos los asesinados por los israelíes,
la mayoría de los cuales fueron heridos por armas de fabricación
estadunidense. Es verdad, claro, que Washington nunca ha ofrecido reparaciones
por los inocentes muertos por los misiles aire-tierra y proyectiles que
ha vendido a Israel.
Mucho más instructiva que el mensaje de Bush fue
la forma mesurada e imparcial en que Terje Larson, enviado especial de
la ONU al Medio Oriente, y Nigel Roberts, director local del Banco Mundial,
trataron de describir la tragedia. En una breve conferencia de prensa instaron
a ambas partes a poner fin a la violencia y respetar el derecho internacional,
y citaron como violadores de ella tanto a Israel como a los palestinos.
Las llamadas "zonas militares cerradas" israelíes son "ilegítimas",
expresó Larson, "y constituyen una violación directa de los
acuerdos (de Oslo)". Roberts señaló que la escalada de violencia
es una amenaza que puede "hacer pasar a la historia la única oportunidad
de reconciliación".
Sin embargo, las "zonas militares cerradas" lograron otra
victoria para Israel en los sistemas satelitales de televisión de
Occidente. Ayer, la BBC, Sky y CNN, a cuyos enviados se les ha impedido
filmar en las ciudades palestinas reocupadas, transmitieron escenas de
la batalla de Belén tomadas por soldados israelíes. En vez
de negarse a utilizar esas cintas a menos que se permitiera a sus reporteros
el acceso al lugar de la matanza, los tres canales se prestaron sumisamente
a difundir el material grabado por el ejército de ocupación.
Un hito más en el colapso del periodismo en Medio Oriente. No tan
grave, sin embargo, como el desplome del esfuerzo de paz de Estados Unidos.
Traducción: Jorge Anaya
© The Independent