JAZZ
Antonio Malacara
AANDERUD-BERNAL-PUENTES
MARK AANDERUD, DE ascendencia noruega y mexicana, nació en el Distrito Federal hace 26 años; estudió en la Nacional de Música de la UNAM y en la Berklee School of Music. Gabriel Puentes, chileno y también de 26 años, es egresado del Conservatorio de la Universidad Católica de Chile, donde estudió Percusión Clásica; radica en la ciudad de México desde fines de 1999. Agustín Bernal... bueno, sencillamente diremos que es uno de los más grandes músicos mexicanos de todos los tiempos, figurando con maestría tanto en el jazz como en la música académica.
EN DICIEMBRE DE 2000 los tres coincidieron en la casa de Bernal. Era una reunión informal, pero como la comunicación y la química se evidenció inmediatamente, decidieron hacer algunas pruebas de grabación en el estudio que empezaba a armar el maestro. Las sesiones fluyeron con intensa naturalidad, pero se vieron interrumpidas cuando Mark regresó a Praga, donde radica desde hace tiempo. Se despidieron con la decisión de grabar un disco en la próxima visita del pianista al Distrito Federal.
UN AÑO DESPUES, con el estudio terminado, el acuerdo tomó forma, dando como resultado un disco sorprendentemente bueno: Common differences (Agave, 2002). Aunque habría que apuntar que este atributo de sorprendente lo adquiere en gran medida por la producción misma del compacto y su excelente sonido final. Más, cuando nos enteramos que se trata de un disco hecho totalmente en casa, desde la grabación, la mezcla y la masterización, hasta la encelofanada de las portadas, todo se llevó a cabo en las casas de Agustín y de Javier Talavera, el ingeniero a cargo.
LAS SORPRESAS CONTINUAN desatándose en cascada durante el trayecto sonoro de estas Diferencias comunes. Nos emociona y conmueve el grado de madurez que ha alcanzado el sonido del jazz mexicano en general y de este trío en particular. Ningún instrumento sobresale entre los demás ni se pierde en egocentrismos de aparador. Es una verdadera unidad estética que logra equilibrarse en los terrenos de la creatividad y de la dotación de espacios de improvisación.
Esencias que envuelven
DURANTE MAS DE una hora, asistimos a la aventura de recorrer los diferentes códigos de la vanguardia sin despeñarse en banalidades o sobreactuaciones. Encontramos la universalidad de la vibración jazzística, el clasicismo entrelazado con la modernidad, el riesgo de buscar, el placer de encontrar, los ecos apenas perceptibles del danzón, la sobriedad del piano, el discurrir multiexpresivo del contrabajo, la serenidad de la batería que va directo a las esencias, las texturas que te envuelven de principio a fin.
POR UN LADO, el disco está construido con improvisaciones que se bautizan con palabras mágicas (Snik snak snorum) o con aguas frescas de academicismo y bop (Horchata, Melón de agua, Piña); por el otro, con recreaciones a piezas clásicas, en las que por enésima vez se muestra y demuestra el poder de un buen arreglo en el jazz, que en ocasiones resulta tan importante o más aún que la propia versión original; así nos vamos a temas de Hammerstein, Ellington o Jobim y Buarque.
Y TAMBIEN, COMO carambas no, de Agustín Lara; porque en Solamente una vez, el trío no se limita a "jazzear" el tema; la línea melódica es fragmentada y redistribuida en el tiempo, el patrón armónico es apenas insinuado para hacer toda una recreación con olores y colores de danza y contradanza y danzón. Se aclara entonces la diferencia entre la música tradicional sincopada y la tradición que da vida a nuevas formas del sonido.
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