Se quemó 99 por ciento del acervo fílmico
de ese entonces, asegura Magdalena Acosta
Dos décadas del incendio en la Cineteca; efemérides
de un crimen cultural
La tragedia, signo de incompetencia cinematográfica
de la administración de López Portillo
Hasta el momento se ignoran las pérdidas
totales y humanas, gracias al carpetazo
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
El 24 de marzo de 1982 un incendio destruyó la
Cineteca Nacional que se encontraba en Churubusco y Tlalpan. Durante 16
horas las llamas consumieron 99 por ciento del archivo fílmico nacional
y extranjero que resguardaba la institución. Veinte años
después, las causas del siniestro, el número de víctimas
y el título de las películas que se perdieron para siempre
se desconocen.
Era miércoles. La sala Fernando de Fuentes exhibía
la película La tierra de la gran promesa, del polaco Andrzej
Wajda. A las 15:50 de la tarde los bomberos recibieron una llamada de emergencia;
a las 18:30 el público fue desalojado y 15 minutos después
ocurrió una explosión en una de las bóvedas que guardaba
cintas a base de nitrato de celulosa.
La entonces directora de Radio, Televisión y Cinematografía,
Margarita López Portillo, hermana del presidente, visitó
el lugar unas horas después del incendio y afirmó: "Yo sabía
que esto iba a suceder... el archivo histórico del cine mexicano
se ha perdido". Acto seguido se deslindó de cualquier responsabilidad
diciendo que en varias ocasiones advirtió que la Cineteca, inaugurada
en 1974 por Luis Echeverría Alvarez, "era un centro de trabajo edificado
sobre una bomba", ya que las salas fueron construidas encima de las cuatro
bóvedas. Una de ellas, localizada bajo la sala privada Salvador
Toscano almacenaba 2 mil rollos de película a base de nitrato de
celulosa.
En las bóvedas había unas 6 mil películas,
un tanque de gas y varios contenedores de diesel que se utilizaba para
poner en funcionamiento la planta de luz; mientras, en la sala Fernando
de Fuentes 700 personas veían la función y 150 más
en el Salón Rojo. En ese momento, la Toscano, con un total de 25
butacas, estaba vacía.
Al público asistente hay que sumar los clientes
del restaurante Wing's, los usuarios de la biblioteca y quienes estaban
en el resto de los espacios que integraban la Cineteca Nacional.
Tres versiones, cero certezas
Las
versiones oficiales que circularon sobre las causas del incendio y las
explosiones que lo acompañaron fueron tres: la Presidencia de la
República informó que el siniestro comenzó al estallar
una parrilla del Wing's localizado en la misma zona, pero lejos de las
salas. La Dirección General de Policía y Tránsito,
encabezada por Arturo Durazo Moreno, informó que un corto circuito
provocó la explosión de 15 litros de nitrato de plata "empleado
para la conservación de las cintas".
Según la tercera versión, una colilla de
cigarro fue la que inició el incendio y las llamas alcanzaron los
rollos de películas a base de nitrato, altamente flamable. Cuando
este material hace combustión es imposible apagarlo con agua, arena
o espuma convencional. De acuerdo con especialistas de la actual Cineteca
Nacional se puede apagar sólo con una espuma especial que se elabora
únicamente en Alemania.
De manera extraoficial se habló de un sabotaje
e incluso un atentado con una bomba colocada cerca de las bóvedas.
Veinte años después ninguna de las versiones ha podido ser
confirmada ciento por ciento debido a la premura con la que actuaron las
autoridades en ese momento: primero impidieron el acceso al lugar y en
octubre del 82 demolieron las ruinas de la Cineteca, pese al compromiso
de la Procuraduría General de la República de no iniciar
esos trabajos hasta que se realizara una investigación a fondo.
Tampoco se ha dado a conocer el número exacto de
víctimas. El día del incendio la cifra era de siete muertos
?entre ellos cuatro bomberos?, más de 20 desaparecidos y 51 heridos,
varios niños incluidos, que fueron trasladados a los hospitales
de la zona. Un día después, el número era de entre
siete y 20 muertos y 30 desaparecidos; finalmente, menos de una semana
después, la cifra descendió a tres muertos: el jefe de bomberos
Venustiano González Nieto, quien fue sepultado con honores; Taide
Gómez Cuevas, trabajadora de la Cineteca, y José Mercedes
Castillo Cervantes, de 51 años. De los heridos, ni una palabra.
En el dictamen oficial publicado en la Memoria de la Cineteca
de 1982, del que La Jornada tiene copia, no se menciona la posible
causa, ni siquiera la del corto circuito que es la más aceptada,
aunque sí establece que el incendio "tuvo su origen en la parte
superior de la bodega (que contenía las películas a base
de nitrato), o sea en las áreas comprendidas por la sala privada
Salvador Toscano y las oficinas cercanas", mientras que el foco de la explosión
fue "la bodega que contenía las películas a base de nitrato
de celulosa".
El dictamen, presentado ante el Ministerio Público
el 13 de abril de 1982 con la firma de los peritos Carlos de Navia Osorio
y Juan Aymes Couche, señala además que "en virtud de que
la ubicación de esta área era precisamente sobre el techo
de la bóveda que almacenaba las películas a base de nitrato
de celulosa, el calor que se generó por el incendio se transmitió
por conducción a la bóveda indicada sobreviniendo, por esta
causa, una gran elevación de temperatura en el interior de la misma".
Y finaliza: "En vista de las condiciones de destrucción en la que
quedó el inmueble después del incendio y la explosión,
no fue posible llegar a mayores determinaciones concluyentes por falta
de indicios".
Culminación de ''graves peripecias'': Joskowicz
Para Alfredo Joskowicz, en esas fechas director del Centro
de Capacitación Cinematográfica (CCC), el incendio de la
Cineteca Nacional fue la culminación de una serie de "graves peripecias
sufridas por el cine mexicano" durante el gobierno de José López
Portillo.
En un documento que preparó para el aniversario
número 25 del CCC, celebrado en 2000, el ahora titular del Instituto
Mexicano de Cinematografía (Imcine) narra: "En la tarde del 24 de
marzo de 1982 estalló un incendio en la Cineteca Nacional, que,
como ya mencioné, estaba a unos 200 metros del CCC. Se dijo que
la causa había sido la negligencia de las autoridades al conservar
en malas condiciones de almacenamiento una cantidad importante del peligroso
material de nitrato que guardaban en sus bóvedas. Se perdió
así una parte valiosa de la memoria del cine nacional. La otra,
por fortuna, estaba mejor guardada en la Filmoteca de la UNAM (...) el
incendio consumió la mayor parte del edificio causando un número
de víctimas del que nunca se dio cuenta clara debido a que la policía
acordonó el lugar y durante meses no se permitió el acceso
a nadie.
"Al transcurrir las semanas siguientes, las ruinas de
la Cineteca Nacional empezaron a despedir olores de putrefacción,
que eran atenuados mediante un polvo amarillo lanzado de vez en cuando
desde un helicóptero.
"La patética imagen de esas ruinas contiguas al
Centro, que se volvían verdaderamente siniestras durante la noche,
nos acompañó hasta el mes de octubre en que fueron finalmente
demolidas a toda prisa, para no dejar elementos que permitieran una posterior
investigación porque el 30 de noviembre de 1982 se acababa el sexenio
del presidente López Portillo."
De lo perdido, lo recuperado
En los meses posteriores al incendio, Margarita López
Portillo puso en marcha el Comité Pro-Reconstrucción de la
Cineteca, en el que participaron productores, distribuidores, sindicatos
y diversos organismos con la meta de obtener dinero para construir la nueva
Cineteca y recuperar el material perdido.
De las ruinas sólo se rescataron algunos carteles,
entre ellos varios de películas rusas, fotomontajes de la Epoca
de Oro y fotografías de cintas como María Candelaria,
protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz. Cuenta
la leyenda que la copia de la cinta de Wajda que se proyectaba en la Fernando
de Fuentes, prestada por la Filmoteca de la UNAM, se salvó íntegra,
y que en cada lugar en la que se exhibe hay conatos de incendio, uno de
ellos ocurrió en 1998 en la actual Cineteca sin pasar a mayores,
según relatan algunos trabajadores.
La revista Proceso, en su edición del 29
de marzo de 1982, cita al ex cordinador de la Cineteca Nacional, Raúl
Ortiz Urquidi, quien afirmó que "se perdieron dibujos de Einsenstein,
aparatos, documentos, cámaras; originales de Diego Rivera donados
por El Indio Fernández, un programa original de El perro
andaluz firmado por Buñuel, y cintas extranjeras que sólo
nosotros teníamos (...) entre ellas El llanero solitario
y algunas coloreadas a mano, cuadro por cuadro, de principios de siglo".
El semanario agrega que entre 1978 y 1982 ingresaron a
la Cineteca "tres lotes de valor desconocido": el material fílmico
del archivo del presidente Plutarco Elías Calles, el archivo fílmico
Guerra Zacarías y el de la oficina de prensa del presidente Manuel
Avila Camacho.
El diario Uno más uno indicó en 1983:
"mucho del material destruido eran originales donados o depositados por
sus autores o productores. Otros eran copias únicas (o por lo menos
las únicas accesibles)", y afirmó que se perdieron copias
y negativos de películas nacionales y extranjeras, revistas, libros,
guiones, documentos y una buena parte de la fototeca. Sin embargo, los
títulos de las películas que se perdieron no se conocen a
ciencia cierta porque las llamas también consumieron el catálogo''.
Del
material fílmico que guardaba el inmueble sólo pudieron recuperarse
las cintas que estaban prestadas o en los estudios Churubusco, de acuerdo
con el actual subdirector de Acervos de la Cineteca Nacional, Salvador
Alvarez, aunque la Memoria de la Cineteca de 1982 habla de 2 mil rollos
"que lograron salvarse".
Con el paso de los años, agregó Alvarez,
ha sido posible recuperar las cintas de Buñuel, Gavaldón,
Emilio El Indio Fernández, Alejandro Galindo, Arturo Ripstein,
Jorge Fons, Julio Bracho e Ismael Rodríguez, entre otros, y sostiene
que lo que no se ha podido reintegrar corresponde sólo a material
cinematográfico extranjero, cuyas copias están en su lugar
de origen y por lo tanto no fueron pérdidas totales.
Esta versión es respaldada por la directora de
la Cineteca, Magdalena Acosta Urquidi, y el director de la Filmoteca de
la UNAM, Iván Trujillo, quien además es presidente de la
Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF), a la
que pertenece la Cineteca desde 1977. Cabe mencionar que la FIAF establece
varios criterios en materia de seguridad del acervo que deben respetar
sus miembros, pese a los cuales ocurrió el incendio en 1982.
Acosta Urquidi señala que "se quemó 99 por
ciento de todo lo que se tenía en ese momento, pero afortunadamente
no todo fue pérdida total. De hecho sólo una mínima
parte se perdió, gracias a que los negativos estaban en otra parte:
en la Filmoteca, Televisa, los Estudios Churubusco; algunas cinetecas del
extranjero tenían materiales y dieron algunos a la Cineteca Nacional
en años posteriores a la tragedia". Agrega que las que podrían
considerarse como pérdidas totales son algunas cintas de Juan Orol,
y precisa que es difícil saber cuáles fueron las cintas que
se quemaron, porque "también se perdió el catálogo
en el incendio, lo único que se ha podido reconstruir es lo que
está en la memoria de quienes vivieron en ese tiempo, pero no se
pueden acordar de 6 mil películas.
"No recuperamos todo el acervo que se tenía, pero
en total de películas tenemos más que en la Cineteca (que
se quemó en 1982), que en ese momento tenía 6 mil cintas
y ahora tenemos más de 9 mil 800 títulos. Hay más
películas, no necesariamente las mismas, pero afortunadamente mucho
de lo que había estaba en otros lugares y no se perdió."
Trujillo, a su vez, expresa: "tengo mis dudas realmente
de que se haya perdido tanto patrimonio del cine mexicano como se dice.
Efectivamente el incendio, si no fue por la explosión de nitrato
sí tocó ese material que se perdió, pero pudieron
ser copias o negativos. Se sabe que había materiales de una colección
de Plutarco Elías Calles y de otras colecciones, pero es posible
que algunos hayan estado en laboratorios porque los estaban copiando" y
ejemplifica con el caso de la cinta La mancha de sangre: "sabemos
por tarjetas que había una copia en la Cineteca Nacional, pero el
negativo original apareció en un depósito de Churubusco.
Desafortunadamente había dos rollos en mal estado, uno de sonido
y otro de imagen, pero sí existen sus negativos originales.
"Lo que sé ?continúa Trujillo? es que se
perdió muchísimo dinero en copias y lo que fue realmente
lamentable y que generó un desprestigio a la Cineteca fue la pérdida
de vidas humanas, no se sabe cuántas, circulan numerosos rumores
de que sí había gente y de cuánta murió. Eso
no se supo".