Los españoles dedicaron rolas hasta a
su abuelita
Estopa prendió a la juventud reunida el miércoles
en el Metropólitan
ARTURO CRUZ BARCENAS
Los hermanos José y David Muñoz, Estopa,
triunfaron la noche del pasado miércoles en el teatro Metropólitan.
¿Por qué? Hoy lo de moda es ir al bar y ligarse un free.
Sin compromisos, sin ataduras; un abrazo, un beso, un acostón sabrosón.
Y ahí nos vemos. Free. Condón de por medio. Del ambiente
de los antros y de tal ligereza seria tratan varias de las canciones del
dueto español, que habla de esas miradas anhelantes al calor de
unas copas.
David y José llegaron con el mismo ánimo
que a su conferencia de prensa previa: relajientos. Es más, hasta
con los mismos pantalones y la misma camiseta. Con sólo dos discos
en su aún joven trayectoria, sorprendieron a los escépticos.
Con su música mezcla de rumba, pop y rock, la voz seca y por momentos
rasposa (quizá la adecuada para darle el tono gitanón), David
pidió a la concurrencia que se sintiera como en casa, como en el
bar, con un tequila y una cerveza. "Es más, a nosotros véannos
como unos mariachis".
Ha sido vertiginosa su entrada en el gusto del público
mexicano. A lo largo del concierto dedicaron sus composiciones a "los cabrones",
"a mi abuelita", "y a la mía, que es la misma (abuelita)". Tal fue
el tono. El coro respondió y siguió con ganas Tu calorro,
Como camarón y Me falta el aliento. Algunas damas de
buen ver hacían como que bailaban a la española y hasta zapatearon.
El ceceo típico de la pronunciación hispana
fue repetido, mimetizado. Entre tema y tema David decía algo que
no se entendía. Parecía que traía el puro en la boca.
Manolitos, jolines, rediez. A eso hay que añadirle la emoción
de los estopas.
Al ritmo del lavadero
Peccata minuta. La gente, entre otros algunas niñas
que en grupo brincaban cual debe ?es decir, con mucha histiamina y vitamina
B-12?, no dejaban ver a los de atrás, de tanto salto y por unos
carteles que traían preparados para que los leyeran sus artistas.
Casi todo el concierto fue con poca luz; imposible que los leyeran.
La canción Vino tinto emocionó con
su letra plena de provocación, de insinuaciones: "Pero tu cuerpo
es un escándalo/ hay un demonio que siempre me dice pruébalo/
y un angelito que me dice quieto y reza/ ¿a quién le hago
caso de los dos?"
"Estamos hartos de tocar la siguiente canción de
la misma manera. ¡Hartos, hartos, hartos!" Y subieron al escenario
dos de sus amigos y tocaron unos instrumentos "que antes servían
para lavar y esos menesteres". Se trataba de una caja y un lavadero, que
fueron bien raspados y le pusieron un ritmazo a La raja de tu falda,
uno de los temas más esperados, que alborotó a la gallera
del Metropólitan.
Siguió la rolita más muchachera de todas
las que han hecho: Destrangis in the night, paráfrasis de
Extraños en la noche, que hiciera famosa Frank Sinatra. En
este caso se trata de alguien que se siente una mierda: "Si te miento no
me engaño/ si te olvido, tú te inventas". Destrangis es una
palabra española que quiere decir "a escondidas", "disimuladamente".
Mustio, pues. Pero la que ya de plano hizo que la bola brincara, cantara
y todo lo demás fue Jardín del olvido, en la que entonan
rumberamente y a contrapunto: "Voy a plantar un inmenso jardín/
de mariguana de la buena/ escribiría una canción para ti/
si te quedaras, si no te fueras (...) En tu cama/ sobra espacio para dos/
sólo dos./ Sobran ganas,/ sobra tiempo,/ falto yo".
Fue el rock rumbero y popero desmadroso-jamonudo de Estopa.
"Ese animal ?el puerco? es el que nos cae tan bien que nos lo comemos",
dijeron mientras degustaban una tapa en el restaurante El Museo del Jamón,
hace unos días.
Estopa ofrecerá un concierto en el marco de la
Cumbre Tajín 2002, en Veracruz, que se celebra por estos días
primaverales.