ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Confesiones de un promotor taurino
PODRIAN SER CONFUSIONES, dado el tono complacido del promotor de la Plaza México en reciente entrevista, ya que toda confesión que se respete exige conciencia clara, maduro examen personal de ésta y un comprometido propósito de enmienda, en caso de que en verdad se desee cierta luz en la existencia.
PERO SI MEXICO o sus gerentes han apostado por la dependencia alegre y el entreguismo sin recato, es una soberana necedad suponer que la fiesta de toros pudiera sustraerse a tan nefasta situación, habida cuenta de que permea la misma ideología -el dinero como único y verdadero dios y las utilidades como su religión- en todos los sectores, llámense iglesias, partidos, familias, medios, universidades, deportes o espectáculos anacrónicos.
LUEGO DE NUEVE largos y campechanos años haciendo como que promueve el espectáculo taurino en la Plaza México, en ociosas temporadas grandes donde los ases españoles se siguen llevando el oro a cambio de "jugarse la vida" frente a novillos mochos, el incansable cuanto dependiente empresario confesó a Juan Alvarez, del diario Ovaciones: "Sigo haciendo una evaluación, pues si continúo será con un proyecto interesante a mediano plazo". ƑQuerrá decir que estos nueve infructuosos años fueron el plazo corto? De haberlo sabido, en La Jornada ni nos hubiéramos exasperado.
TRAS 108 MESES de importar toreros españoles -tres o cuatro buenos, el resto sin merecimientos para ocupar puestos de mexicanos-, el socio de poderosos socios añadió: "Estoy meditando si vale la pena el riesgo (sic), no quiero regalar el dinero a los españoles (sicazo que se escucha hasta Valencia), pues no estoy capitalizando nada (resic incrédulo de los miles de aficionados que pagan cada año por su derecho de apartado)(...) Una temporada te cuesta un dineral y la lana terminan por llevársela otros (recontrasic que resuena en Navarra). Eso no se me hace justo (sicucha escéptica de los buenos toreros mexicanos relegados por el empresario en los pasados nueve años).
FAMILIARIZADO CON LOS logros del éxito autorregulado, el también veterinario y ganadero se permite hacer un balance de los nueve años de su gestión y reconoce: "No ha pasado nada trascendente, no he hecho más que enemigos, creí que algunos eran amigos pero he tenido experiencias impresionantes, he aprendido a saber quién es quién, a saber cómo manejarme, con quién cuentas (...) tampoco he sido un cualquiera en esto, pero en realización, es decir, aquí están estos toreros, nada".
LA CAUSANTE PERVERSA de tan mediocres resultados, confunde confeso y confiesa confuso el entrevistado, es "La poca capacidad de conciliación que tengo, principalmente". Ah, si lo hubiese reconocido con más oportunidad, digamos hace unos ocho años, se le habría sugerido algún seminario de excelencia o un taller de liderazgo conciliador o de perdis una sicoterapia de grupo. No que los críticos destructivos y antipromotores de que la fiesta brava de México siga en fase terminal nos la pasamos exigiéndole resultados estrictamente taurinos, no emocionales. Lástima que hasta ahora sepamos.