Vicente Rojo, entre recuerdos y volcanes
El pintor y escultor, al cumplir 70 años, se propone volver a empezar ''para ver si ahora aprendo algo''
MERRY MAC MASTERS
Las efemérides se han acumulado recientemente en uno de los artistas más importantes de América Latina: primero festejó cuatro décadas en el diseño gráfico; enseguida brindó por el medio siglo de su llegada a México; luego inauguró una exposición que atrapa la poesía telúrica de los volcanes; días después fue la figura central en la apertura de un nuevo espacio para la promoción de artistas. Es la suya, desde siempre, una trayectoria limpia y generosa que ha rendido frutos. A los motivos de gozo suma un hito más el maestro Vicente Rojo: hoy cumple 70 años, pero lo suyo no es la solemnidad, así que dice sonriendo: "prefiero celebrar 70 meses".
La llama no cesa: el mediodía de este sábado, en la galería López Quiroga, el maestro inaugurará su exposición Vol
canes construidos, que incluye pintura, escultura, obra sobre papel y gráfica.
"Así como lo he hecho hasta antes de cumplir 70 años -dice en entrevista- seguiré tratando de imaginar cosas, de pensar cosas, de llevarlas a cabo, pero con el mismo espíritu que he mantenido tantísimos años, y en el que no quiero perder cierta presencia de la infancia. Así que ahora me gustaría empezar de nuevo, ya como un hombre mayor de 70 años, y a ver si finalmente logro aprender algo."
Vicente Rojo nació en Barcelona en 1932 y allá estudió dibujo, cerámica y escultura. En 1949 llegó a México, donde su padre residía con el estatus de refugiado republicano de la Guerra Civil española. Al poco tiempo adquirió la nacionalidad mexicana.
En 1960 fue cofundador de Ediciones ERA. En 1984 fue cofundador de La Jornada y hasta 1987 diseñador gráfico del periódico. Es el autor del diseño original de este diario. En 1991 recibió los premios Nacional de Artes y México de Diseño. En 1993 fue designado creador emérito por el Sistema Nacional de Creadores y en España le otorgaron la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Desde 1994 es miembro de El Colegio Nacional y en 1998 la UNAM le confirió el grado de doctor honoris causa.
El rigor profundo que es evidente en la totalidad de su obra tiene a su vez una constante: un sentido elevado de la autocrítica. "Creo que nadie puede ser demasiado crítico consigo mismo -afirma-. Esa es una de las bases de la posibilidad de realizar un trabajo serio, rico, profundo. Sin autocrítica las cosas no funcionan, no se logran. Así que la autocrítica, por lo menos en mi caso, es absolutamente necesaria, y en mi trabajo se refleja en cada cuadro."
Hay otra nutriente perenne: la memoria. Explica: "se trata de recuerdos muy intensos, pero sobre lo que trabajo es recordándolos. Es decir, los tengo presentes, pero bueno, se ha dicho muchas veces que el recuerdo es algo que está totalmente cambiado o que oculta ciertas verdades y que uno se inventa de alguna manera. Me gusta trabajar sobre esos recuerdos inventados que siempre tienen algo que, con el paso del tiempo, se ha ido enriqueciendo, quizá falseando. Desde el punto de vista artístico, me funciona muy bien ese sistema de recordar los recuerdos. Partir de ellos para elaborarlos".
Son recuerdos visuales. Ejemplifica con la materia de su exposición que se abre este sábado: "es evidente que la forma de un volcán es muy recordable, pero parto en este momento de formas que me recuerdan las formas de los volcanes. No necesariamente la sencilla estructura que puede ser al simplificar un triángulo o un cono, pues me interesa trabajar sobre formas que recuerdo haber visto en algún momento.
"Durante toda mi vida me la he pasado recortando fotografías y guardándolas, porque las recuerdo mejor si las guardo. Pero eso no quiere decir que las esté mirando, sino que sé que están ahí y me inspiran formas que puedo incorporar a esos volcanes. Se llaman volcanes construidos por eso precisamente, porque están construidos a partir de muchos elementos visuales."
El mundo visto desde la capital mexicana tiene formas de volcanes. Johann Wolfgang von Goethe lo diría así: el mundo adquiere hoy un ligero aumento de luz. Vicente Rojo cumple siete décadas y los festeja a lo grande: celebra 70 meses.
