Orlando Delgado Selley
La globalización y la izquierda en el PRD
Política y económicamente 2002 será un año decisivo. De los tres partidos políticos con mayor presencia electoral, dos han renovado sus dirigencias nacionales y el tercero lo hará el próximo domingo. La elección en el PRI resultó a favor de una propuesta cómoda para el gobierno foxista; la del PRD resolverá la propuesta de país que esta formación política sostendrá, así como su funcionalidad frente a la segunda etapa del programa globalizador.
2002 puede ser en sus resultados económicos tan decepcionante como el año anterior. Aunque la recesión estadunidense parece haber llegado a su fin, subsisten indicadores negativos que pudieran provocar que el ritmo de recuperación de Estados Unidos sea muy lento. El mismo Greenspan ha advertido que existen factores que hacen pensar que la demanda se recupera, pero la dimensión de ésta es incierta.
En nuestro caso, los indicadores económicos siguen mostrando características recesivas, lo cual hace pensar que la recuperación se apreciará hasta el segundo semestre. Pese a ello, las estimaciones de las corredurías internacionales se han acercado a la meta oficial de 1.7 por ciento de crecimiento. De cualquier modo, en materia de empleo y salarios la situación será desfavorable y el crecimiento limitado.
Este año también será fundamental para el mundo. Se ha empezado a estructurar con claridad un movimiento que se ha planteado que otro mundo es posible y a partir de ello ha delineado los ejes básicos de construcción de un sistema alternativo a la globalización. Los nueve puntos de Porto Alegre (derecho a conocer y a criticar las decisiones de los gobiernos, abolición de la deuda externa, control de las transacciones financieras internacionales y aplicación del impuesto Tobin, reivindicación de los derechos de las mujeres, defensa del derecho a la información, confrontación de la guerra y el militarismo, condena al intervencionismo estadunidense; autodeterminación de los pueblos; derecho de los jóvenes a acceder a la autonomía social) constituyen, como escribió Manuel Vázquez Montalbán (Interviú, 1346, 11-17/02/02, p. 30-33), "el renacimiento de la esperanza de aquella izquierda plural que salió deprimida del siglo xx y que se ha encontrado con nuevas redes jóvenes... dispuestas a ser una multitud global capaz de convertir sus certezas en energía histórica de cambio".
Frente a esta renovación de la esperanza, el programa neoliberal ratifica sus visiones y convicciones. La reunión del Foro de Davos en Nueva York, así como la que tendremos la semana próxima en Monterrey ilustran la insistencia en "políticas económicas racionales que permitan altos ritmos de crecimiento, pleno empleo, estabilidad de precios y cuentas externas y gubernamentales sostenibles" (Consenso de Monterrey). Políticas que prioricen el combate a la inflación y a las fluctuaciones económicas bruscas que concentran el ingreso.
Estas "políticas económicas racionales" son precisamente las que se han aplicado en el mundo desde hace 20 años y aunque han logrado reducir la inflación considerablemente, lo han hecho a costa de sacrificar la situación de 2 mil millones de personas, que viven en condiciones de hambre, enfermedades y miseria.
Es en México donde precisamente esta "racionalidad" requiere erradicarse, ser sustituida por una nueva racionalidad, caracterizada por una visión humanista que ponga en el centro a la gente. Esta discusión es la que se realizará este fin de semana en Barcelona, donde se enfrentarán dos visiones en la Europa unida: quienes pretenden impulsar la liberalización de la energía y del mercado laboral y apoyan el unilateralismo, y quienes plantean garantizar la seguridad en el trabajo y recuperar lo esencial del Estado de bienestar en un mundo multilateral.
El posicionamiento de la izquierda mexicana frente a este debate es lo que se juega en la elección del PRD. Una izquierda que ponga como prioridad la gobernabilidad del proyecto de inserción subordinada a la globalidad o una izquierda que enfoque su renacimiento a partir de la construcción de alternativas sociales impulsadas por la gente. Una izquierda que participe en el gobierno de Fox o una que participe en el renacimiento de la esperanza. Ortega o Robles: una izquierda que se nombra nueva y moderna y vota contra la propuesta del movimiento indígena, o una izquierda que aspira a la construcción de una opción de gobierno de la gente y que respeta cabalmente los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
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