La música de Baldemar Huerta, su verdadero nombre, incluye Rayito de luna y Perfidia
Freddy Fender exalta sus raíces mexicanas en su nuevo cidí
ARTURO CRUZ BARCENAS
Freddy Fender (Río Grande, Texas, 1937) ganó el Grammy anglo el mes pasado, y venció a la industria. Sin el despliegue y parafernalia publicitarios de artistas como Christian Castro, quien era el fuerte de los candidatos, fue la sorpresa de la noche de entrega del trofeo, en Los Angeles. Muchos preguntaron quién era Freddy... Ƒqué? Tal interrogante engrandecía aún más al artista que inició su carrera cantando en San Benito, y que se ha hecho merecedor al sobrenombre de El Rey del Tex-Mex.
El disco que le dio el premio se llama La música de Baldemar Huerta (que es su nombre verdadero; tuvo que cambiárselo pues en los sesenta era difícil triunfar con un nombre de origen mexicano. Es decir, siguió la ruta de Ritchie Valens), con 12 temas que en México hemos oído, de un modo o de otro, nos guste o no: Rayito de luna, Perfidia, Cien años, Amor perdido, Noche de ronda y Siete notas de amor. Puros boleros en los que rinde homenaje a su nombre mexicano.
Autor de un clásico
Es autor de un clásico de todos los tiempos, que responderá a quienes se preguntan sobre su importancia musical: Wasted days & wasted nights, Noches y días perdidos. En 1947, a la edad de 10 años, hizo su aparición en radio, cantando Paloma querida. Por esos días también recibió su primera clase de blues, a través de músicos que eran amigos de sus parientes y que trabajaban en los campos texanos. Es el mismo vínculo sentimental de trabajo y música.
Hacia 1957, dos de sus primeros discos contenían versiones de éxitos de Elvis Presley, como Don't be cruel, y de Harry Belafonte, como Jamaica farewell. En 1959, Hollywood lo llamó para firmarlo para la disquera Imperial, que tenía en su elenco a Fats Domino. Fue entonces cuando para gustar a la audiencia gringa se cambió el nombre, tomándolo de la inscripción de su guitarra eléctrica, de la marca.
En 1960 tuvo problemas con la justicia, pues fue acusado de posesión de mariguana. Eso provocó un receso. Reapareció cinco años después, pero entonces interesado por el R&B y el funky. Una nueva pausa: en 1969, de regreso a casa.
En 1974 grabó Before the next teardrop falls y presentó versiones renovadas de varios éxitos, en los que el country era fuerte en la melodía. Vinieron proyectos de cine y televisión, como en la película protagonizada por Robert Redford en 1987: Milagro beanfield war. Algunas de sus piezas acompañan comerciales de McDonald's y Miller Lite. En los noventa trabajó Texas Tornadoes, y con Los Super Seven, con profundas raíces en el campo mexicano y en su llanura y sonoridad. Más el blues progresivo. Vinieron los Grammy, la fama y la trascendencia junto con otras luminarias nada tullidas: David Hidalgo, Flaco Jiménez, Joe Ely...
El disco con el que ganó el Grammy es un retorno a sus raíces, a las melodías que escuchaba cuando niño en el valle de Río Grande. Es el estilo Baldemar, el estilo que venció a la industria.