Pedro Almodóvar presentó su nuevo
largometraje
Hablé con ella, desgarradora historia
de soledad, tauromaquia y amor
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 12 de marzo. El cinesta español
Pedro Almodóvar presentó hoy en Madrid su más reciente
largometraje Hablé con ella, desgarradora historia de soledad,
melancolía, muerte, danza, música, tauromaquia y amor.
En un filme de arriesgada y compleja confección,
el director manchego mezcla varios géneros, hace un homenaje al
cine mudo y da vida en la pantalla al arte de Caetano Veloso y de la bailarina
Pina Bausch. El soporte dramático de la película recae sobre
los actores Dario Grandinetti, Javier Cámara, Leonor Watling, Rosario
Flores y Geraldine Chaplin.
Desde que inició su carrera cinematografica a mediados
de los años setenta, Almodóvar se ha convertido en el director
de culto por antonomasia del séptimo arte español, su filmografía,
afirma, "nunca ha sido políticamente correcta" y en este caso tampoco
lo es.
"Esta película es una demostración de independencia
y libertad; es una historia dramática, pero no una tragedia, pues
quería que los momentos dolorosos fueran sobrios y sin rozar el
melodrama. Lograr esto es más difícil que el grito y la lágrima
desgarrada", explicó Almodóvar, también autor de Atame
y Todo sobre mi madre, esta última galardonada en diversos
festivales internacionales y ganadora del Oscar a la mejor película
extranjera en el año 2000.
En Hablé con ella hay una historia central
en la que se entrecruzan tres vidas en apariencia lejanas: un enfermero
"afeminado", que para un siquiatra
sería un sicópata; un escritor y periodista
de viajes que llora ante la sublime belleza de una canción; una
pieza de danza, y una bailarina en coma
de la que los dos personajes masculinos están
enamorados. Pero en el filme hay además otras narraciones independientes
que al final cobran sentido en el conjunto de la obra: los dos fragmentos
de Café Muller y Masurca fogo de la coreógrafa
Pina Bausch, que abren y cierran la película; los siete minutos
de cine mudo y en blanco y negro que representa Amante Menguante, un homenaje
al género de época en clave de humor; la sublime interpretación
de Cucurrucucú paloma, de Caetano Veloso, cuya voz acompañada
de un cuarteto de cuerdas y rodeado de la "tribu Almodóvar", penetra
en los ojos llorosos de Dario Grandinetti, y las secuencias de las corridas
de toros.
"Hablé
con ella es una historia sobre la amistad de dos hombres, sobre la
soledad y la larga convalecencia de las heridas provocadas por la pasión.
Es también una película sobre la incomunicación de
las parejas y sobre la 'comunicación; sobre el cine como tema de
conversación; sobre cómo los monólogos ante una persona
silente pueden ser una forma eficaz de diálogo; del silencio como
elocuencia del cuerpo; del cine como vehículo de ideas en las relaciones
de las personas; de cómo el cine contado en palabras detiene el
tiempo y se instala en las vidas de quien lo cuenta y del que lo escucha.
Es una película sobre la alegría de narrar y sobre la palabra
como arma para huir de la soledad, la enfermedad, la muerte y la locura,
ese tipo de locura tan cercana a la ternura y al sentido común que
no se diferencia de la normalidad", dijo el cineasta español, que
además explicó que es un "tópico" decir que su cine
es sólo sobre mujeres.
"Los personajes de Todo sobre mi madre eran actrices,
impostoras o mujeres con capacidad para actuar fuera y dentro del escenario;
Hablé con ella va de narradores, narradores de sí
mismos, hombres que hablan a quien les pueda oír y sobre todo a
quien no puede oírles. Las mujeres me inspiran comedias y
los hombres tragedias."
En cuanto al ritmo narrativo, Almodóvar señaló
que en este filme siguió una línea quebrada, en la que hay
una mezcla de tonos, de géneros y de universos, tras confesar que
"nunca había jugado tanto con el tiempo salvo algún flash-back-kitsch
(y hitchcokiano) en Laberinto de pasiones, al tiempo que confesó
que su intención era plantear una acción "mental o interior,
como en los filmes de David Lynch; en esta especie de neorrealismo fantástico,
o naturalismo del absurdo en el que me muevo".
Como en sus anteriores películas, Almodóvar
recurre a la idolatría que cree propia de la cultura española,
devota de santos y templos barrocos.
"Yo no soy creyente, pero en mis películas hay
muchos símbolos religiosos porque en el mundo también los
hay. España es un país confesional en el
que hay muchos católicos como mi madre, que se
relacionan con los santos como hacía ella, lo que me parece muy
inteligente. Yo creo en ese idolatrismo y
en una huella del más allá de la muerte,
pero no creo en el Dios que me inculcaron los salesianos".
En éste, su decimocuarto largometraje, Almodóvar
contó como director de fotografía con Javier Aguirresarobe
y a Alberto Iglesias como responsable de
la música. La película fue producida por
la joven empresa El Deseo, creada por el cinerrealizador hace cuatro años
y que en su haber tiene únicamente
tres filmes, entre ellos El espinazo del diablo,
del mexicano Guillermo del Toro, que tambien produjo la mexicana Tequila
Gang.