Alejandro Nadal
Conacyt: flotando en el vacío
l gobierno federal quiere una reforma profunda del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para convertirlo en el órgano supremo de la política en materia de ciencia y tecnología. Esto permitiría identificarlo y definir prioridades para la investigación científica y tecnológica.
Para ello ha enviado una iniciativa de ley y un proyecto de reformas a la Ley de Fomento de Ciencia y Tecnología que busca fortalecerlo. Según la exposición de motivos y otros documentos, tal parece que el problema central en materia de investigación científica y tecnológica en México se resuelve con un Conacyt poderoso, capaz de definir prioridades para el trabajo científico en la esfera del gobierno federal.
Pero el diagnóstico está marcado por un defecto central: sus referencias a la actividad científica y el desarrollo tecnológico están totalmente fuera de contexto. Las debilidades y el rezago del sistema científico-tecnológico en México (bajo nivel de inversión, pocos científicos, escasa participación del sector privado) parece que caen del cielo, como si en sus orígenes y persistencia nada tuviera que ver el entorno económico.
Por eso el Conacyt parece olvidar que debería establecerse una profunda relación entre la política sobre investigación científica y tecnológica y la de innovación. Más allá de frases superficiales respecto a la competitividad del sector privado, su diagnóstico evade el tema. Es lógico porque la estrategia económica que se aplica en México hoy excluye una política industrial encaminada a dotar al sector productivo de una capacidad tecnológica endógena. Se deja al mercado la selección de los sectores ganadores y se considera que cualquier intervención en ese plano distorsiona la asignación de recursos. Eso contradice la idea central de la nueva ley para el Conacyt: Ƒcómo es que sí se pueden definir prioridades en investigación científica y tecnológica, pero no en materia de política industrial?
El mercado por sí solo no va a conducirnos al desarrollo tecnológico. Se necesitan una política industrial diferente y una política macroeconómica más comprometida con los sectores reales de la economía que con las necesidades de la esfera financiera. Sin esos cambios, los objetivos del Conacyt para el sexenio y años posteriores no podrán alcanzarse, con o sin reformas.
Destaca un ejemplo de esta desvinculación con la realidad de la economía mexicana. Uno de los instrumentos más importantes de la política industrial es el sistema de patentes. El Conacyt reconoce que el número otorgado a entidades mexicanas ha declinado, pero no se pregunta las causas. Ignora que la literatura especializada en el tema concuerda que a cualquier país que mantiene inversiones muy bajas en investigación científica y tecnológica (como es el caso mexicano con apenas 0.4 por ciento del PIB, según cifras del Conacyt) no conviene un sistema de patentes de larga duración (como se tiene en México). La razón es sencilla: la protección monopólica por 20 años es un obstáculo para la difusión de las innovaciones. Un Conacyt fuerte no va a cambiar esto.
Otro tema delicado es el de las universidades públicas y lo que ya ha sido calificado como el nuevo contrato social entre ciencia y sociedad. En los últimos años la política fiscal impuso restricciones formidables a los presupuestos de las universidades, afectando la investigación científica y tecnológica. El presupuesto medular asignado a la investigación científica y tecnológica en las universidades públicas no ha crecido de acuerdo con las necesidades. Este triste estado de cosas ha conducido a una reducción importante de los proyectos de largo plazo y a un aumento en el número de investigadores por contrato o en proyectos de corto plazo. Si el Conacyt busca favorecer la investigación bajo contrato, este problema podría agravarse al proliferar la investigación de corto plazo.
Más importante que las nuevas funciones del Conacyt sobre definición de prioridades es el tema de los criterios para determinarlas. ƑDominarán los criterios de rentabilidad de corto plazo de la industria privada? ƑQuién va a calificar lo que es buena ciencia y mala ciencia? ƑLas empresas que proporcionan los fondos para la investigación? Esto puede acarrear serias repercusiones sobre el papel de las universidades públicas en México. ƑSe irán debilitando cuando deberían fortalecerse para ocupar un papel más importante con el advenimiento de una economía cada vez más asentada en el conocimiento científico?
Un Conacyt fuerte, Ƒes bueno o malo? Sin cambios en lo sustantivo (política macroeconómica y sectorial), las innovaciones que se plantean permanecerán encapsuladas al alto vacío.