Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de marzo de 2002
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Política

Iván Restrepo

Siguen la contaminación y los daños en la salud

Hace diez años se publicó el primer libro que daba cuenta sistemática de los efectos negativos que causa la contaminación atmósferica en la salud pública de los mexicanos. Publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), entonces presidida por el doctor Jorge Carpizo, la obra levantó ámpula en la cúpula del sector salud, pues incluía datos fehacientes que demostraban la gravedad del problema, además de criticar la insuficiente atención que el gobierno prestaba para solucionarlo en su origen.

En el texto sobresalían los trabajos elaborados por el grupo del doctor Eduardo Palazuelos, dedicado a medir los daños que sufría la población expuesta a plomo, el de la doctora Margarita Castillejos sobre ozono y partículas, el del doctor Humberto Bravo respecto a la lluvia ácida, monóxido de carbono y dióxido de azufre, el del doctor Fernando Cano Valle sobre el efecto de los contaminantes anteriores en el aparato respiratorio, y el del doctor Carlos Santos Burgoa, que refería la falta de un modelo oficial para prevenir daños en la salud pública.

Cabe recordar que hace una década la CNDH consideró que la contaminación atentaba contra los derechos humanos, por tal motivo era asunto de su incumbencia y objeto de investigación en caso de queja ciudadana. Varias denuncias fueron atendidas con prontitud y eficiencia, y luego de estudiarse si procedían, expidió las recomendaciones pertinentes. Así fue en el caso de la comunidad yaqui, en Sonora, afectada por la aplicación de numerosos plaguicidas en los campos de cultivo; en el del incendio de las bodegas de la tristemente célebre Agricultura Nacional de Veracruz, en pleno centro de Córdoba, donde el fuego consumió decenas de toneladas de sustancias tóxicas y peligrosas; la denuncia sobre los destrozos ambientales de Pemex en Tabasco, y la resolución que obligó a las autoridades de la ciudad de México a informar diariamente sobre la calidad del aire y su impacto negativo en la población.

Algunos funcionarios y dos personalidades de la academia con relaciones cercanas al poder público trataron de desmentir los datos contenidos en el libro alegando que no eran de la importancia y gravedad que señalaban los autores, y que sí se estaban tomando medidas para proteger a la población de la contaminación atmosférica. A uno de ellos, entonces a cargo del Instituto Nacional de Salud Pública, le fue declarada la ley del hielo, especie de muerte en vida decretada por la alta burocracia. Pero, cosas del destino, el miércoles pasado el doctor Carlos Santos Burgoa, ahora director de Salud Ambiental de la Secretaría de Salud, reveló que la tercera parte de los problemas de salud en el país se deben a factores ambientales. Destacó, por ejemplo, que en la zona metropolitana de la ciudad de México mueren por lo menos mil 400 personas cada año debido a la contaminación ambiental, mientras en zonas agrícolas hay cerca de 6 mil intoxicaciones por plaguicidas; el plomo en el aire de las ciudades y en la loza vidriada causan daños generalizados en la población expuesta, en especial la infantil. Asimismo, el humo de la leña utilizada para cocinar en áreas rurales y marginales de las ciudades afecta en grado sumo los sistemas respiratorio y ocular de las familias expuestas. Para rematar la lista de efectos nocivos, por lo menos 150 mil personas consumen en el país agua con concentraciones de arsénico por encima de lo que establece la norma vigente en la materia.

Aunque en México las estadísticas epidemiológicas dejan todavía mucho que desear, muy especialmente en cuanto a contaminación, las cifras ofrecidas por el doctor Santos Burgoa son de todas formas suficientes para ilustrar lo que ocurre. Seguramente hoy, a diferencia de hace diez años, nadie en el sector público ni alguna personalidad académica ligada a él por intereses personales o de grupo se atrevería a negar la realidad que muestran los escasos estudios que existen sobre la materia, ni a decir que todo está bajo control.

Bien por el diagnóstico oficial, por no ocultar más lo inocultable, pero ahora necesitamos conocer la estrategia gubernamental que ataque efectivamente el origen del deterioro que ocasiona la contaminación en la población y el medio. ƑCuándo?

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