Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de marzo de 2002
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Sociedad y Justicia

Conapo: una de cada cinco familias es encabezada por una persona del sexo femenino

Más de la mitad de hogares viven con los ingresos de una o más mujeres

La responsabilidad doméstica sigue recayendo en las mexicanas, revela estudio del organismo

ANGELES CRUZ

Parte de los ingresos económicos de la mitad de los hogares en México proviene de las mujeres, incluso, en 21 por ciento de éstos ellas son la principal o única contribuyente. Un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo) destaca que en las pasadas cuatro décadas el número de hogares mexicanos se triplicó. A la par su poder adquisitivo ha ido a la baja y sus carencias son dramáticas.

Reflejo de ello es que cada vez más integrantes de esas familias tienen que trabajar, y aún así no logran obtener los satisfactores básicos de sobrevivencia. El estudio destaca que la contribución económica de las mujeres es de especial relevancia. De los 22.3 millones de hogares que hay en el país, un poco más de la mitad (11.6 millones) tiene ingresos de una o más de sus integrantes del sexo femenino y, de éstos, la mitad tiene en la mujer a la única o la principal aportante de recursos económicos.

De hecho, señala, los hogares encabezados por mujeres se incrementaron rápidamente en el pasado cuarto de siglo, al pasar de menos de uno de cada ocho en 1976, a más de uno de cada cinco en 2000. Esto significa que actualmente existen 4.6 millones de unidades domésticas dirigidas por personas del sexo femenino. En 1990 eran 2.8 millones, apunta.

El estudio de Conapo plantea la estrecha relación que hay entre la pérdida del poder adquisitivo de las familias y la necesidad que han tenido de que un mayor número de sus miembros se incorporen al mercado laboral. Lo anterior se ha visto favorecido, afirma, porque conforme avanza la transición demográfica y madura la estructura por edad -el número de niños y niñas es cada vez menor-, una proporción creciente de familias dispone de una mayor cantidad de personas en edad de trabajar.

No obstante estos cambios, "se advierte la perdurabilidad de un número significativo de hogares cuyos miembros viven en condiciones sumamente adversas. Este rasgo, característico del México contemporáneo, se expresa en una proporción significativa de unidades domésticas que carece de los ingresos mínimos indispensables para tener acceso a una canasta básica. Estos contextos hogareños son sumamente propicios para la transmisión intergeneracional de la pobreza", asegura.

Lo anterior tiene implicaciones negativas para el desarrollo de la infancia, porque resulta que dos de cada tres menores de 15 años pertenecen a los hogares de bajos ingresos.

El organismo detalla que el bajo nivel económico repercute en una seria incapacidad de los hogares para acumular bienes y movilizar activos. Si bien alrededor de tres de cada cuatro viviendas en las que habitan los mexicanos es propia (totalmente pagada o en alguna otra situación), las carencias del parque habitacional son abrumadoras y dramáticas, subraya.

Una de cada siete viviendas (13.3 por ciento) tiene piso de tierra; alrededor de una de cada cinco (21.6 por ciento) no cuenta con paredes construidas con materiales sólidos; más de una de cada tres (36.7 por ciento) está construida con materiales ligeros, naturales o precarios en el techo; más de cuatro de cada 10 no cuentan con acceso a agua entubada dentro de la vivienda (41.2 por ciento); una de cada seis utiliza leña o carbón para cocinar (17.2 por ciento), y más de una de cada cinco (22.4 por ciento) no dispone de drenaje.

Asimismo, la información revela "marcadas insuficiencias" en la capacidad de los hogares de contar con otros bienes y activos. Alrededor de dos de cada tres no tienen automóvil (66.8 por ciento) o teléfono (62.9 por ciento); uno de cada dos (47.6 por ciento) no cuenta con lavadora, y poco menos de uno de cada tres (31 por ciento) carece de refrigerador. Lo más preocupante, subraya Conapo, es que una proporción muy significativa de los hogares no puede aspirar a tener estos satisfactores.

Al desglosar la información relativa a las mujeres, el análisis explica que la jefatura femenina tiende a crecer con la edad. Aumenta con rapidez a partir de los 34 años de edad y alcanza su mayor ocurrencia a partir de los 65 años. Indica que las jefas de familia son generalmente viudas, separadas o divorciadas.

Bajos ingresos en hogares con jefas de familia

Además, es un fenómeno predominante de las áreas urbanas, donde se localizan ocho de cada 10 familias lideradas por mujeres. Asimismo, más de la mitad de las jefas de familia no tiene escolaridad alguna o no terminaron la primaria y, en cambio, tienen un nivel de participación en la actividad económica relativamente alta, principalmente entre los 25 y 49 años. Sin embargo, sus percepciones son 20 por ciento inferiores a las de los hombres. De hecho, los bajos ingresos son la principal característica de la mitad de los 4.6 millones de hogares dirigidos por mujeres.

El estudio indica que este tipo de familias son de menor tamaño (alrededor de 3.6 miembros por hogar), y casi la mitad de ellas tiene un miembro menor de 15 años, que ante la precariedad económica deben trabajar.

La creciente incorporación de las mujeres a la actividad económica debida en parte al aumento en su nivel educativo, así como la pérdida gradual en la capacidad del hombre como proveedor único, son factores que han favorecido relaciones más equitativas entre hombres y mujeres en el seno del hogar y un mayor grado de influencia de las mujeres en las decisiones familiares.

Sin embargo, todavía la distribución de tareas y responsabilidades domésticas sigue recayendo predominantemente en las mujeres. Además, existe evidencia de que ellas a menudo enfrentan conflictos y violencia familiar cuando intentan modificar la división del trabajo doméstico y los patrones tradicionales de sus cónyuges.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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