MONTERREY 2002
Refutan autoridades estatales versión sobre el muro
Prepara el Foro Social actos de rechazo a George W. Bush
Alegan que se construye para proteger un jardín de niños
JAIME AVILES ENVIADO
Monterrey, NL, 7 de marzo. Sobre la avenida Morones Prieto esta mañana pasaban los tráileres y sonaban el claxon; los automovilistas aminoraban la marcha y saludaban con la mano regalando una sonrisa. Y es que, a un lado de una de las arterias principales de esta ciudad, había unas cuantas personas con dos mantas que decían: "Aquí se esconde la pobreza" y "No escondan la pobreza, ayúdenos".
Detrás de quienes sostenían ambos letreros, albañiles seguían trabajando en la edificación de una tapia de piedra de 50 metros de largo y tres de alto, y en la repavimentación de la avenida a los pies de una decena de casuchas miserables, cuyos habitantes, epígonos de Los olvidados de Luis Buñuel, contemplaban la escena con la angustia en los ojos.
Javier Orellana e Ignacio Zapata, presidente y secretario de la Alianza de Usuarios del Transporte Público, respectivamente, repartían entre los escasos reporteros que habían acudido a la cita informes sobre los grandes contrastes de esta ciudad y avisaban que por iniciativa del Foro Social Mexicano, agrupación recién creada a raíz del Foro Social de Porto Alegre, el próximo 22 de marzo habrá protestas contra la visita de George W. Bush.
Con este acto simbólico, los dirigentes del comité regiomontano del FSM "inauguraron" el llamado "Muro de Burlín", que distintas redes de activistas denuncian desde hace varias semanas, afirmando que se trata de una valla para que los 40 jefes de Estado y de gobierno y los representantes de 150 países que llegarán no vean el rostro de la miseria de Monterrey.
Este mensaje, que a juzgar por las reacciones de los automovilistas y camioneros de hoy le ha ganado la batalla mediática al gobierno de Nuevo León, provocó que dos miembros del gabinete de Fernando Canales Clariond, el hombre de las macrocejas que funge como gobernador, llegaran al mismo tiempo al lugar y distribuyeran legajos de documentos oficiales para desmentir lo que calificaron de "propaganda amarillista de una televisora".
Luis Martínez Luna, secretario de Obras Públicas del gobierno estatal, dijo a este enviado: "La prueba de que esta barda no es un muro para ocultar la pobreza es que ni siquiera estará terminada cuando se vayan los visitantes extranjeros". En compañía de Carlos Campos, director de Gobierno, encargado de las relaciones políticas de Canales Clariond con los partidos opositores, Martínez Luna aseguró que la tapia fue levantada a petición de Cecilia Mendoza Morales, directora del jardín de niños Juan de la Barrera, quien también allí presente reiteró a los medios que en efecto solicitó la construcción "para impedir que los vagos se sigan metiendo a la escuela a drogarse".
Detrás, una escuelita del Tercer Mundo
ƑInfantilismo de izquierda? ƑHabilidad publicitaria? ƑLas dos cosas juntas? Es muy probable, por qué no, pero lo cierto es que quienes hayan leído las notas y los sesudos artículos de fondo que se han escrito hasta ahora sobre el supuesto "muro de la pobreza", sin haberlo visto personalmente, creerán a pie juntillas que se trata de una monstruosidad, digna del ingenio perverso de Carlos Hank González, quien en sus tiempos de regente del Distrito Federal construía fachadas de casitas primorosas sobre bardas que no eran más que escenografía para disfrazar las horrendas covachas que había detrás.
En este caso, sin embargo, no es así. La barda encubre, paradójicamente, lo único que a nadie le daría vergüenza esconder: una modesta escuelita del Tercer Mundo, pero en cambio deja al desnudo una decena de casuchas de madera cuyos moradores acaban de sufrir la pérdida de buena parte de sus terrenos en aras de la ampliación de la avenida Morones Prieto, sin haber sido indemnizados.
Ayer, mientras el subsecretario de Obras Públicas mostraba a los reporteros fotocopias de uno de los cheques que, según él, se "pagaron" a los afectados, la señora Consuelo Huesca, vestida en harapos, guardaba silencio. Cuando el funcionario se retiró, la mujer tomó la palabra y afirmó que todo era mentira: "Mi casita ya la desbarataron y no me han dado un centavo. Me dijeron que me iban a dar otro terreno pero no me dieron nada. Me dejaron en la calle y ya ni me reciben", contó, haciendo pucheros de tristeza.
"ƑDónde estaba su casa?", le preguntó un periodista. "Aquí", respondió, señalando el suelo que pisábamos, sintiendo en los zapatos el chapopote fresco del asfalto que una ruidosa máquina acababa de aplanar. Y es que la apertura del tercer carril de la Morones Prieto se llevó su vivienda, rebanando parte del talud sobre el cual aún se asientan los jacales de sus vecinos.
A uno de éstos, de nombre Hugo César Gallegos Reyes, el "republicano" ayuntamiento de Monterrey le compró su terreno de "ciento noventa y seis metros cincuenta y dos decímetros cuadrados" -como reza la escritura pública respectiva- por 18 mil 500 pesotes, de los que le habrían adelantado 10 mil a la firma del contrato, para entregarle el resto el día que saliera de allí. Sin embargo, entre la papelería que repartió Martínez Luna no había constancia de esos pagos.
En ese expediente se asienta que a Jorge Gaytán Soto le compraron 31.69 metros cuadrados de su terreno en 39 mil pesos; que a Felipe de Jesús Ríos Garza le pagaron 98 mil pesos por un lote cuyas dimensiones no se especifican; que a María Elena Reyes Rivas le entregaron sólo 5 mil pesos porque le afectaron 4 metros y 93 centímetros cuadrados de su predio; que a María Castro de Fuentes la indemnizaron con 8 mil pesos más cuatro meses de renta en otro lugar a cambio de una casa habitación cuyo tamaño se desconoce, y que a Enrique Medina Herrera y María Teresa Colorado García los "recompensaron" con 4 mil 800 pesos por una propiedad minúscula de la que sólo quedan un muro y una puerta.
Al demostrar convincentemente que el "muro de la pobreza" no existe, el secretario de Obras Públicas, Martínez Luna, exhibió sin embargo documentos que ponen al descubierto una serie de operaciones irregulares del ayuntamiento de Monterrey, que serán denunciadas ante los tribunales y el Congreso por las organizaciones locales del Foro Social Mexicano, para que todo se aclare.
En beneficio de la seriedad informativa que pretende mantener durante la cobertura de la inminente cumbre de la ONU, este enviado, por su parte, se ve en la incómoda pero saludable necesidad de pedir perdón a los lectores por haber incluido, en su nota del jueves, una "descripción" del falso "muro de la pobreza" basada en "informaciones" de personas que tampoco lo habían visto. Esto, desdichadamente, es lo que sucede cuando se pasa por alto la regla de oro de René Ar-teaga, gran maestro del periodismo mexicano, quien solía repetir en sus prédicas de cantina: "Cuando te mienten la madre, antes de contestar, confirma..."
El semáforo de la represión
Monterrey aporta 6 por ciento del producto interno bruto del país, pero de sus 4 millones de habitantes, 25 por ciento vive en condiciones de pobreza, mientras 85 por ciento de su población económicamente activa recibe menos de tres salarios mínimos, al tiempo que, de acuerdo con datos del INEGI, un millón de adultos es analfabeto y uno de cada dos niños del municipio de Guadalupe, adscrito a esta ciudad, está desnutrido.
A los visitantes extranjeros, pero sobre a todo a los nacionales que pronto vendrán a estas tierras, les convendría saber, adicionalmente, que el parque vehicular del transporte público urbano y suburbano cuenta con 5 mil microbuses, pero las estadísticas oficiales señalan que éstos, el año pasado, protagonizaron 9 mil accidentes. Datos del propio gobierno estatal admiten que cada tres horas y media, en promedio, una persona se lesiona en accidentes provocados por microbuses, y cada nueve días una de ellas muere, explicó Javier Orellana, presidente de la Alianza de Usuarios del Transporte Público.
Hace unos días, un influyente diario local mencionó a Orellana entre otros activistas de diversas ONG que, según la nota, eran "investigados por el Centro de Investigaciones en Seguridad Nacional (Cisen) y seguidos de cerca para garantizar la seguridad de los asistentes" a la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.
Después de negar esa especie, el subsecretario de Seguridad Pública, Raúl Maldonado, invitó hoy a los supuestos perseguidos a desayunar el próximo lunes. Esta mañana, mientras desayunaba con este cronista, Orellana escuchó el timbre de su teléfono celular y pensó que lo llamaba el secretario de Maldonado para confirmarle la cita, pero en cambio reconoció una voz muy familiar que le dio una apabullante noticia: "Agárrate, ya somos abuelos".
Maldonado, por su parte, en una conferencia de prensa convocada para mostrar los uniformes especiales que usarán los policías antomotines durante la cumbre, teorizó lo siguiente: "A los globalifóbicos no les gusta que les digan así. Ellos mismos se clasifican como globalicríticos. Nosotros los tenemos divididos en tres categorías: los verdes, que sólo quieren exponer ideas; los amarillos, que retan a la autoridad, y los rojos, que buscan agredir abiertamente". Este es el hombre que tendrá a su cargo el semáforo de la represión...