En el centenario de su natalicio, persisten inconformidades sobre su legado
Reunir arquitectura y naturaleza, máxima expresión del talento de Luis Barragán
La revolución callada, muestra que se abrirá en Bellas Artes, anuncia Federica Zanco
MERRY MAC MASTERS
El estado de quietud que podrían aparentar las casas de Luis Barragán, se ve interrumpido por una serie de inconformidades relacionadas con el manejo de su legado, en particular en lo que se refiere a los derechos de autor. Al fallecer el arquitecto jalisciense, el 22 de noviembre de 1988, a los 86 años, no sólo dejó su casa de Tacubaya, sino una biblioteca, un archivo personal y otro profesional.
En su testamento, Barragán encargó a su amigo de toda la vida, Ignacio Díaz Morales, que designara a alguna institución cultural de Guadalajara como legataria de su biblioteca. Así fue como se instituyó la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán (FAT), cuyos miembros se han encargado, desde 1989, del funcionamiento de la biblioteca.
Barragán también dispuso que 36 por ciento de su patrimonio fuera destinado a alguna institución cultural. La designación, realizada por una comisión nombrada por él, recayó en la propia FAT. El 64 por ciento correspondió a 25 herederos diversos, ninguno de los cuales tenía una porción superior a 10 por ciento de los derechos, de acuerdo con información proporcionada en su momento por la Secretaría de Cultura de Jalisco.
Conservación y aprovechamiento público
La FAT, heredera de la porción mayoritaria de dicho patrimonio, decidió hacer gestiones para asegurar su conservación y aprovechamiento público. Con ese propósito, desde 1993 la casa ubicada en General Francisco Ramírez 14 -declarada monumento artístico en 1988- es copropiedad de la FAT y del gobierno de Jalisco. Allí se alberga la biblioteca desde noviembre de 2001. El archivo personal también se encuentra en esa casa de Tacubaya, después de haberse catalogado en Guadalajara, gracias a una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
El archivo profesional, sin embargo, es el que más controversia ha suscitado luego de ser comprado en 1995, con todo y derechos de autor, por el Museo Vitra de Diseño, de Weil am Rehin, Alemania, perteneciente a la empresa Vitra de muebles de diseño industrial, que allí tiene sus plantas. (La ciudad de Weil queda en la región trinacional vecina a las fronteras suiza y francesa, a orillas del Rhin.)
Dentro de los festejos por el centenario de natalicio de Luis Barragán, que se cumple el próximo sábado 9, una parte del archivo podrá ser visto en México, ya que es la base de la exposición La revolución callada, que organiza el Museo Vitra de Diseño y que será inaugurada el 6 de noviembre en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
En días pasados estuvo en México Federica Zanco, directora de la Barragan Foundation, con sede en Birsfelden, Suiza, donde la compañía Vitra tiene sus oficinas centrales, pues integra el comité organizador de los festejos del centenario del autor,conM
athias Goeritz, de las Torres de Satélite.
Entrevistada, la arquitecta habló de cómo en febrero de 1994 ella y su esposo vinieron a México para visitar de manera privada los edificios de Barragán.
El matrimonio quedó ''tan impresionado'' con la belleza de los inmuebles que al regresar a Europa hablaron con Alexander von Vogesack, director del Museo Vitra de Diseño, perteneciente a la compañía del marido de Zanco, quien se interesó por organizar una exposición sobre Luis Barragán.
Como se desconocía ''quiénes eran los herederos de Barragán'', Zanco volvió a México con Von Vogesack en noviembre de 1994, para pedir en ''préstamo'' los documentos a los propietarios. Aquí se enteraron que el arquitecto jalisciense había heredado el archivo profesional a su socio Raúl Ferrera Torres quien, al fallecer, lo dejó a su esposa e hijos quienes ''después de intentar venderlo en México, sin resultado, aparentemente, decidieron hacerlo en Estados Unidos al conocido galerista neoyorquino Max Protetch, especializado en dibujos de arquitectura''.
Acto seguido, Zanco se trasladó a la gran manzana para pedir prestados los documentos al galerista, quien mencionó su deseo de vender ese acervo. Ya tenía algunas propuestas. Aquí, la entrevistada anota que dada la dificultad de cuidar los archivos de arquitectura, debido a sus dimensiones y los problemas de conservación, en general las instituciones prefieren comprar una parte, que puede ser ''el proyecto famoso o el dibujito más amable'', pero que ''lo corta'' y conduce a su dispersión.
Zanco explica: ''Cuando nos enteramos de esta situación -claro que él nos propuso comprarlo-, me quedé unos tres días para revisar los documentos y me pareció que no era serio querer una parte si no teníamos la posibilidad de adquirirlo todo''.
Es raro, expresa, que un acervo de ''este nivel arquitectónico'', se ponga en el mercado del coleccionismo.
Entonces, Zanco se hizo promotora con la compañía Vitra y ''otros grupos de soporte'' del museo, para ver ''si podíamos conseguir los recursos para comprar todo''.
Tras el pago de 2 millones de dólares, a comienzos de 1995 el archivo llegó en cajas a su nueva casa. De inmediato la arquitecta comenzó a coordinar un trabajo de conservación, investigación y organización -el acervo nunca había sido abierto para su revisión.
Por esos mismos años falleció Armando Salas Portugal, fotógrafo preferido de Barragán, quien encarnó los ''ojos'' de su obra. En vista de que su familia también puso a la venta la colección de negativos y derechos de autor, Zanco aseguró la adquisición -por cerca de 200 mil dólares- de aquellas piezas referentes a la obra arquitectónica del arquitecto jalisciense.
Trabajo muy mexicano y moderno
Después de siete años de trabajo, la Barragan Foundation ha podido organizar una exposición monográfica e itinerante, La revolución callada; editar una publicación con textos de conocidos críticos de arquitectura -se incluye uno de la mexicana Louise Noelle-, así como preparar un catálogo razonado en dos volúmenes de la obra de Barragán, en el que se registran cerca de 160 trabajos -muchos de los cuales no se conocen ni siquiera en México, porque no todos se lograron-, programado para editarse a fin de año. En la investigación y la exposición se invirtieron más de un millón de dólares.
La revolución callada toma su nombre del hecho de que lo de Barragán fue ''un trabajo íntimo, sin proclamas, sin manifiestos'', pero que ''habla al corazón de todos''.
Es un trabajo ''muy mexicano y muy moderno a la vez'', asegura Zanco. La muestra reúne cerca de 40 proyectos organizados de manera temática en cuatro secciones. El primero, de carácter autobiográfico, tiene que ver con las casas que diseñó. Sigue el tema de la búsqueda de la abstracción, que se puede ver en la alberca de la casa Gilardi y en la Capilla de las Capuchinas.
Una tercera sección gira en torno de los proyectos urbanos, como las Torres de Satélite, que realizó con Mathias Goeritz, uno para el Zócalo, otro para Lomas Verdes, su tarea como asesor para el patio de los Laboratorios Salk, en California, a petición del arquitecto Louis Kahn, en los años 60.
Por último, los fraccionamientos de El Pedregal de San Angel, Las Arboledas y Los Clubes, en los que Barragán expresa ''lo que puede ser su mejor talento: juntar arquitectura y naturaleza''.
Más que de arquitectura, La revolución callada es una exposición sobre el archivo de Barragán, es decir, el proceso creativo que un arquitecto debe tener para conseguir los resultados que logró. Mediante croquis, dibujos, bocetos, fotografías, el archivo muestra el camino largo de Barragán, desde que empezó su carrera hasta la madurez. En ella los visitantes se desenvolerán ''como si estuvieran de paseo en alguna bodega de un museo de arte'', explica Zanco.
Para la arquitecta, en México se fomenta un mito sobre Barragán, como ''un señor muy poético, que se iba al sitio de la obra y decía, 'oye, ese muro de atrás, me lo pone un poquito más allá', como si todo fuera sólo intuición. Puede ser que sí, fue un hombre extremadamente intuitivo, sin duda un poeta de la arquitectura, pero además era muy bueno para los negocios. Fue un hombre que dibujó mucho, aunque se diga que no.
''Tenemos montones de croquis de él dibujados de una manera muy fuerte. Son apuntes de ideas y después los dibujantes del despacho las desarrollaban. En un sentido era un hombre muy inseguro. En la exposición, por ejemplo, hay muchísimas pruebas diferentes. De una ventana se hacen mil dibujos. Todo es investigado antes de llegar a la obra y aun en la obra negra se sigue cambiando hasta el final. Evidentemente, fue una búsqueda penosa; le costó mucho trabajo llegar a resultados de perfección''.
Al mencionar la ''gran controversia'' suscitada por la compra del archivo profesional de Barragán, Zanco suelta una carcajada. Explica que ''no fue algo de escoger si comprábamos los derechos de autor o no: así lo había legado Barragán a su socio''. Anota, no obstante, que cuando se adquiere un archivo siempre se debe ''aclarar el problema de los derechos de autor, porque es muy malo quedarse con los documentos que después no se pueden utilizar''.
La historia se hace con relaciones
En cuanto a la salida de los archivos de sus países de origen, Zanco señala que éste no es un problema exclusivo de México, sino de carácter mundial: ''Los archivos de Aldo Rossi se quedaron en el Getty de Los Angeles; los de Mies van der Rohe no están en Alemania, sino en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; los de Le Corbusier no están en Suiza, sino en Francia''.
Si por un lado se debe combatir que un archivo esté ''muerto'', es decir, sin acceso, por el otro Zanco dice compartir la opinión de que mejor permanezca en su propio país: ''ƑQué debería decir yo como italiana con todo lo que salió de Europa? La mitad de los museos del mundo están llenos de obras italianas. Qué bueno, porque no tenemos suficientes fuerzas y recursos para cuidarlas en Italia. Además, qué tontería pensar que cada cosita debe estar en su lugar, porque toda la historia del mundo se hace con relaciones''.
Respecto del ''sueño'' de que el archivo Barragán regrese a México, sea de manera real o virtual, Zanco afirma: ''El archivo fue adquirido con mucha generosidad y sin saber nada de las polémicas que se darían. Pensé de manera ingenua que las personas me iban a dar las gracias. Aprendí mucho en esos años, con algunos sufrimientos personales. Y qué bueno que sea así. Cuando empecé sabía muy poco acerca de México; aprendí este idioma gracias a Barragán. Para mí ese interés profesional se ha transfigurado en un interés por el propio país''.
Y no obstante que Zanco desea, ''con todo su corazón'', que el archivo regrese a México, reconoce que no es algo fácil: ''Me gustaría que el archivo regresara con los recursos necesarios para cuidarlo bien. Que el archivo genere su propia manutención. Si hay una institución seria que me pueda garantizar que lo cuidará bien, que lo manejará de la manera más abierta y más institucional, no sé cómo decirlo; esto hay que construirlo, porque no pasa de un día para otro''.
En la actualidad, la Barragan Foundation es patrocinada ''casi de manera íntegra'' por Vitra, pues no ha podido convertirse en autofinanciable.