Provoca retraso en el desarrollo científico, afirman
Critican académicos la política de "privilegiar" a universidades privadas
KARINA AVILES Y ANGELES CRUZ
Al sumarse a la exigencia de poner fin a la discrecionalidad con que se otorga el financiamiento a las universidades públicas, académicos de la UNAM advirtieron que el Estado sí tiene una política para el sector: la de "privilegiar" a las instituciones de educación superior privadas. Además expresaron que "el estrangulamiento financiero" de las universidades públicas ha tenido como efectos desde el retraso del desarrollo científico y tecnológico, el deterioro del nivel académico hasta la carencia de lo más elemental, como puede ser el papel.
Por su parte, el coordinador general de los Institutos Nacionales de Salud, Misael Uribe Esquivel, externó que México no podrá competir a nivel internacional mientras continúe con una baja inversión en ciencia, actualmente de 0.5 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Aun cuando la formación de médicos es de nivel equivalente al del primer mundo, los egresados están en desventaja con relación a otros países donde los profesionales de la salud tienen más estímulos económicos y un mejor entorno laboral. "Los médicos -agregó- no hemos tenido la riqueza de recursos tecnológicos y de instalaciones con las deberíamos contar".
El investigador de la Facultad de Economía (FE) Alfonso Gómez Navarro explicó que, en términos generales, las universidades públicas utilizan la mayoría de los recursos que les otorga el Estado en el pago de salarios y prestaciones y otra parte se destina al mantenimiento de la infraestructura y al pago de materiales. Además, otros fondos provienen de los recursos que las propias universidades generan y son los que se emplean en la apertura de nuevos programas académicos y para apoyar los proyectos de investigación. Sin embargo, dichos planes están condicionados a que las instituciones logren captar fondos.
En razón de lo anterior, señaló que si el Estado continúa sin una clara definición se provocarán varios problemas: cada vez será mayor el presupuesto federal que se utilice en el mantenimiento de la infraestructura y, por otro lado, se generará una mayor presión para que las universidades busquen sus propios recursos, lo cual coloca a las autoridades en la alternativa de generar ingresos a costa de los estudiantes, que "en las universidades públicas son de clase media hacia abajo".
Manifestó que la carencia de una política de Estado en esta materia ha traído como consecuencias el deterioro del nivel académico y "la fuga de cerebros".
La política de largo plazo, sintetizó, es "la de apoyar a las universidades privadas", porque al congelar el financiamiento a las públicas se está provocando, al mismo tiempo, que éstas no puedan aumentar su matrícula. En consecuencia, una mayor cantidad de estudiantes recurre a escuelas privadas, pero no a las "pocas buenas" que hay, porque tampoco tienen para pagar las altas colegiaturas que cobran.
Por su parte, el académico Rodrigo Páez, del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, destacó la necesidad de una política de Estado consensuada, pues es "absurdo que las instituciones educativas estén cada año en un regateo para sobrevivir".
Indicó que el movimiento que se generó recientemente por parte de sindicatos de las universidades públicas "es un poco el reflejo" de la carencia de una política de financiamiento. Muchos de los conflictos en el sector educativo no hubieran estallado si las universidades contaran con un margen de recursos más amplio. Expresó que hay "un juego de simulación" por parte del gobierno, pues mientras dice que hay mejores condiciones para la educación superior, la realidad lo desmiente.
En tanto, el académico Gabriel Mendoza, de la FE, afirmó que "la política de Estado es la de privilegiar a las universidades privadas", ya que existe una "decisión estratégica" en ese sentido. Advirtió que "si se quisiera una política educativa habría que garantizar a largo plazo los recursos suficientes para que las universidades puedan realizar las tareas sustantivas de investigación y docencia".
La reducción de los fondos ha traído como resultado un retraso en el desarrollo científico y tecnológico, en la preparación de cuadros, la caída de los sueldos de los académicos, el retraso de recursos para labores de investigación y de repente se llega a "niveles elementales, como la falta de papel".
En entrevista, luego de participar en la inauguración de la Academia Aesculap México, de origen alemán, Misael Uribe Esquivel destacó que México está "en el momento justo para reflexionar hacia dónde vamos", sobre todo por el creciente impulso que se está dando a la medicina de especialidad. Mencionó las expectativas científicas alrededor del genoma humano. Recordó que está en formación el instituto de ciencia genómica. Sin embargo, para que éste sea realidad se requiere una inversión de entre 150 y 200 millones de dólares, apuntó.
Con respecto a la formación de recursos humanos para la salud, explicó que el mes pasado se graduaron más de mil médicos especialistas en las principales dependencias del sector, como el IMSS, el ISSSTE, la Ssa y los diez institutos nacionales. Aun así, reconoció, hay una gran carencia de médicos con relación a la demanda de atención de los mexicanos. Tan sólo los institutos nacionales dan servicio a un millón de personas cada año. Realizan de 40 a 45 mil cirugías de las más complejas y de mayor costo económico. Estos centros apenas cuentan con 2 mil médicos especializados y tienen el problema de que son unidades de referencia para todo el país.
Con relación al presupuesto destinado a la ciencia, Uribe Esquivel expresó que la inversión debe aumentar, porque no podemos salir a competir si gastamos menos de 0.5 por ciento del PIB en este rubro y menos de 5.2 por ciento en salud. "Tenemos que tributar más para tener un mejor sistema de salud".
Luego de iniciar sus operaciones en México, la Academia Aesculap entregó sendos reconocimientos in memoriam a los científicos mexicanos recientemente fallecidos Manuel Velasco Suárez y Eduardo Luque Rebollar, por su destacada labor en los campos de la neurocirugía y la ortopedia, respectivamente.