Lo maligno invade a las personas, dice El
diabólico
Creció la demanda de magia negra en el congreso
de brujería de Catemaco
ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL
Catemaco,
Ver., 1º de marzo. Desde tiempos ancestrales, el primer viernes
de marzo es considerado un día mágico, ideal para hacer el
bien y lograr el mal contra los enemigos. No fue la excepción este
viernes, pues la región selvática de los Tuxtlas se refrendó
como sede de conjuros, maleficios y limpias por parte de chamanes blancos
y negros que atraparon la energía desatada del cosmos en sesiones
espiritistas y pactos secretos.
En el tercer Congreso Internacional de Brujería,
que fue celebrado a orillas del legendario Lago de Catemaco, alrededor
de 80 hechiceros se disputaron la clientela que desde la media noche del
jueves acudió en busca de los rituales esotéricos que les
proporcionen amor, dinero, suerte, felicidad y salud.
Los brujos mayores de la región tuxtleca sostienen
que a diferencia de años anteriores, la demanda de magia negra para
conseguir el deseo anhelado superó las solicitudes de ''trabajos
blancos''. Esto refleja que la maldad en el mundo es un fenómeno
que va en franco aumento, dijeron.
"Lo maligno parece estar invadiendo a las personas, y
eso también nos preocupa, aunque somos brujos que hacemos de todo",
señaló Gilberto Rodríguez, a quien paradójicamente
los lugareños conocen como El diabólico.
Los señores de la luz y de la noche
Reunidos durante la noche del jueves y a bordo de piraguas
cargadas con ofrendas para los dioses que habitan la laguna, los brujos
de Catemaco curaron el agua para que no merme la pesca durante el
año ni encallen las embarcaciones por el azote de vientos y marejadas
que pudieran ser embates de fuerzas del mal.
Después de recorrer parte del lago, orando y quemando
incienso sobre las piraguas, los curanderos tuxtlecos vierten al agua frutas
y flores para halagar a las deidades acuáticas, encargadas de proteger
al pueblo de pescadores.
En la media noche, como en los cuentos de terror, comienzan
los rituales más esperados. Este año, la sede de la tradicional
ceremonia de hechicería fue el también célebre Cerro
del Mono Blanco, donde se invocó a las "siete potencias del cosmos"
para sanar o matar, acercar o alejar y triunfar o fracasar.
Llamados por los lugareños como ''los señores
de la luz y de la noche'', los brujos de mayor investidura como Tito Gueixpal,
Nicolás Chagala y Gilberto Rodríguez también realizan
sus rituales privados donde se puede invocar a la Fuerza de Dios o al Príncipe
de la Oscuridad.
"Podemos llamar al bien o al mal, tenemos el permiso,
que renovamos cada año también en el primer viernes de marzo,
para invocar los poderes que pidan", asegura Gueixpal Seba.
En un claro de la selva o un paraje alejado del caserío,
los brujos dibujan con polvo de cal una gran estrella de seis picos, si
la magia es blanca, o de cinco, si es negra, pues representa un macho cabrío.
En cada pico, una antorcha ardiendo es la única iluminación
permitida, además de veladoras y una gran estrella que arde durante
el ritual.
De pronto, el grito del curandero nombrando a los espíritus
que moran en los sitios sagrados de la región tuxtleca como la Sierra
de Santa Marta, el volcán San Martín y los diversos lagos,
rompe el silencio.
"Albahaca, ruda y romero que son sembradas para curar
todos los males, los siete espíritus del encanto, que mis oraciones
sirvan para curar el alma afligida y el cuerpo herido", reza el brujo y
repiten los asistentes. En seguida, ofrece incienso a los puntos cardinales
y llama a quienes deseen curar el alma y el cuerpo, En turnos, ingresan
a la estrella para que sean limpiados con hierbas y lociones preparadas
ex profeso.
Misas negras
Las misas negras, actualmente realizadas casi en secreto,
si bien no son escasas tampoco son de fácil acceso y únicamente
asisten aquellos que refrendarán su pacto con Satán o quienes
lo buscarán por vez primera.
En ellas, los sacrificios de animales, como gallinas negras
y cabras, sirven como obsequio preparatorio al pacto. En el tema, los brujos
son parcos y prefieren desviar la conversación.
"Ya no se hacen muchas de estas ceremonias como antes,
solo a petición muy especial, incluso ya no tenemos sitio fijo,
buscamos lugares alejados y sin impedimentos que echen a perder el rito",
dijo Chagala.
La queja del hechicero obedece a la petición de
representantes de la Iglesia católica para colocar una gran cruz
en lo alto del Cerro del Mono Blanco, inhabilitando la cima para la celebración
de misas negras.