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Lourdes Galaz
Los camaradas le rinden homenaje en San Lázaro
Primer coordinador de la izquierda parlamentaria
Más allá del ejercicio de la crítica
y de la confrontación
Va por Martínez Verdugo
En el esfuerzo de unidad más importante de la izquierda
mexicana surgió en 1979 la Coalición de Izquierda, integrada
por el Partido Comunista Mexicano, el Partido del Pueblo Mexicano, el Partido
Socialista Revolucionario y el Movimiento de Acción y Unidad Socialista.
En ese mismo año la izquierda participó en el proceso electoral
para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
La Coalición de Izquierda, con el emblema del Partido Comunista,
obtuvo 705 mil votos, lo que le dio derecho a 18 diputados que integraron
el grupo parlamentario comunista (Coalición de Izquierda). Luego,
en la misma 51 Legislatura los mismos diputados constituyeron ?noviembre
de 1981? el grupo parlamentario del PSUM. El compañero Arnoldo Martínez
Verdugo fue electo como líder del primer puñado de luchadores
de la izquierda que llegaron al Congreso. Ayer, el grupo parlamentario
del PRD le hizo un homenaje.
Este grupo fue el más compacto, independiente y
representativo de las inquietudes e intereses de importantes sectores de
la nación, si se le compara con todos aquellos que se habían
constituido en la Cámara en el pasado, después del Congreso
Constituyente (1917) hasta la fecha. Claro, los perredistas de la 54 Legislatura
y los de esta 58 sin duda han hecho su lucha y no quiero regatearlo, negando
que en el curso de los debates de las distintas legislaturas haya habido
diputados honestos que defienden los intereses populares y de la nación;
pero es válido reconocer con toda conciencia que el grupo parlamentario
comunista inició una nueva etapa en las deliberaciones del Congreso,
desde aquel colegio electoral de agosto de 1979, cuando los presuntos legisladores
de la izquierda, ya encabezados por Martínez Verdugo, remacharon
en la tribuna sus discrepancias con el sistema electoral que permitía
la autocalificación de las elecciones de diputados y senadores.
Desde entonces, en este asunto y en otros que hoy parecen
novedad, la izquierda no quitó el dedo del renglón. Exigió
la creación de un órgano autónomo del Ejecutivo y
del Legislativo que organizara, vigilara y calificara los procesos electorales
en México. Más de una década después de creó
el Instituto Federal Electoral y, años más tarde, durante
la elección federal de 2000, el IFE respondió por la integración
del Congreso y la asunción al poder de un presidente ajeno a las
siglas del más antiguo partido de Estado. La transición a
la democracia no dio comienzo el 2 de julio de 2000; la izquierda comenzó
la historia muchas décadas atrás, en la cárcel, en
las calles, en la tribuna parlamentaria.
En la 51 Legislatura, la coalición de izquierda
fue el grupo más homogéneo y solidario de la Cámara,
a pesar de que sus diputados tenían distinto origen, militancia
diferente y diversos estilos de trabajo político. Para muestra:
Valentín Campa, Arnoldo Martínez Verdugo, Danzós Palomino,
Gerardo Unzueta, Alejandro Gazcón Mercado, Evaristo Pérez
Arreola, Othón Salazar, Gilberto Rincón Gallardo, Manuel
Salcido, Roberto Jaramillo, Santiago Fierro, Antonio Becerra Gaytán,
Pablo Gómez, Sabino Hernández Téllez, Fernando Peraza,
Carlos Sánchez Cárdenas, Ramón Sosa Montes, Juventino
Sánchez Jiménez, Manuel Stephens García. Con todos
ellos, la Cámara de Diputados comenzó a convertirse en un
foro de auténtico debate político, en una tribuna para la
confrontación de ideas y programas y para el análisis de
los principales problemas del país.
La presencia en el Congreso de tan reconocidos personajes
de la izquierda con otros actores políticos como era el líder
parlamentario del PRI de aquellos tiempos, Luis M. Farías, los diputados
José Angel Conchello y Jesús González Schmal, que
luego abandonaron el PAN; Cuauhtémoc Amescua Dromundo, del PPS;
Graco Ramírez Garrido Abreu, del PST, y hasta Carlos Enrique Cantú
Rosas, del PARM, conformaron el primer grupo plural de legisladores que
justificó plenamente la reforma política que presentó
el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, bajo la
premisa (válida aún por estos días) de que "endurecernos
y caer en la rigidez es exponernos al fácil rompimiento del orden
estatal y del orden político nacional". Era abril de 1977. Guerrero.
El Ejército combatía a la guerrilla del Partido de los Pobres,
en la montaña.
La reforma política reyesherolista que abrió
las puertas del Congreso a la Coalición de Izquierda, como bien
decían Martínez Verdugo y otros camaradas, no fue una concesión
graciosa. Fue el resultado de muy largos y duros años de lucha,
no sólo de los comunistas por varias décadas proscritos,
sino de muchos sectores de la sociedad. Fue "un proceso que costó
vidas, pérdida de la libertad y que llevó a miles, millones
de mexicanos, principalmente a jóvenes, a combates y acciones históricas
como el movimiento estudiantil de 1968, un levantamiento en defensa de
la democracia y en oposición a que nuestro país se deslizara
a formas más autoritarias y represivas de dominación política".
Arnoldo Martínez Verdugo decía entonces:
"la Cámara es para nosotros una tribuna desde la cual se defiende
y propaga una concepción del mundo y un programa de transformaciones
que cuentan con el apoyo de una parte significativa de la sociedad mexicana,
pero también es un órgano desde el cual se puede influir
para mejorar, aunque sea en una mínima proporción, el nivel
de vida y los derechos políticos de la clase obrera y de toda la
población explotada y oprimida". Y en razón ello, los diputados
de la Coalición de Izquierda fueron más allá del ejercicio
de la crítica al sistema y al gobierno en turno; más lejos
que la mera confrontación ideológica o política con
otros partidos. En el Diario de los Debates de aquellos días hay
testimonio de los pronunciamientos de los diputados y del líder
parlamentario de la Coalición de Izquierda contra la "modernización",
luego transformada en globalización de los mercados. Hace más
de 20 años, Martínez Verdugo llamó la atención:
"la modernización propuesta no toma en cuenta la necesidad de mejorar
el nivel de vida de los trabajadores, ni el ampliar las posibilidades de
que los obreros puedan influir en la vida política y en las decisiones
del Estado y de las empresas".
Quienes vivimos del oficio periodístico registramos
que en la 51 Legislatura por primera vez, en instancias legislativas, la
Coalición de Izquierda promovió la reglamentación
del derecho a la información, recién integrado a las garantías
constitucionales. Desde el colegio electoral de agosto de 1979, Arnoldo
Martínez Verdugo exigió que los asuntos ventilados en la
tribuna del Congreso tuvieran la mayor difusión en los medios. Más
aún, propuso que los debates parlamentarios se transmitieran por
radio y televisión, haciendo uso del 12.5 por ciento del tiempo
de transmisión que por acuerdo presidencial las empresas mediáticas
deben otorgar al Estado por el usufructo de las concesiones que les otorga
el gobierno. Ya en el trabajo legislativo, los diputados de la izquierda
presentaron una iniciativa que contempló la creación de un
Consejo Federal de Comunicación Social para "romper el despotismo
de los medios en la formación de la opinión pública".
Hoy, en el tema sigue vigente en la agenda nacional.
EN 3 TIEMPOS
DICEN
LOS QUE SABEN que ahora sí los priístas están en problemas.
No hay línea ni alguien en Los Pinos que les diga cómo hacerle
en la rebatiña de votos. Y es que en su domingo 7 (noviembre de
2000), Zedillo les dijo cómo y cuántos, levantó la
mano de su candidato Labastida y puso en orden a Madrazo, Bartlett y Roque.
Los irredentos priístas lo saben bien: desde Los Pinos, Zedillo
asumió un liderazgo virtual, depositó toda su confianza en
el PRI y los priístas no lo defraudaron: contaron 10 millones de
votos y todos contentos. Por cierto, nadie se explica y mucho menos en
el CEN del PRI explican cómo es que las actas de escrutinio del
Distrito Federal no están en el PREP de Roque Villanueva. Bueno,
tampoco aparecen con Beatriz, y Madrazo sólo muestra la suma de
unas cuantas. ¡Ah! Pero todos esparcen la especie en los medios:
las huestes de López Obrador y Bejarano ayudaron a los adversarios
del tabasqueño; ¿será?
Como
si la agenda nacional estuviera vacía, ahora el presidente Fox nos
recetará varios días (o semanas) de discursos promocionales
del valor del PIB a precios de mercado. Y es que el lunes pasado, el INEGI
anunció que el valor en dinero del producto nacional (lo que producimos
todos, todos los mexicanos que algo hacemos por la patria) llegó
en 2001 a 5 billones 771 mil 857 millones 224 mil pesos. Esta cifra tiene
un valor estimado en 5.1 por ciento más que el año 2000,
a pesar de la recesión de la economía. Y Fox se llena la
boca con el numerote, porque según el Banco Mundial (de tanto respeto
en Los Pinos) el ingreso per cápita en México sería
de 6 mil 200 dólares al año. El monto, dicen, es superior
del ingreso promedio de los latinoamericanos. ¡Ah! Pero muy, muy
por debajo de los 34 mil dólares mensuales del ingreso de un ciudadano
del primer mundo.
Por
cierto, con los escándalos en el PRI y en la PGR pocos advierten
que en el último encuentro de líderes empresariales con los
"hombres del Presidente" en la Secretaría de Economía, se
entregó a los industriales un subsidio estimado en 750 millones
de pesos. Y es que el secretario de Hacienda y el de Economía acordaron
cumplirles el compromiso de bajar a tres dólares el BTU de gas natural.
Hoy se les cobra a 4 dólares y Gil Díaz con Ernesto Martens
ofrecieron que Pemex financiará el dólar de diferencia de
aquí hasta 2006 y si se puede hasta 2007 a una tasa de 7 por ciento
anual. Pero los industriales dijeron no. Lo quieren todo, tal como se hizo
con los refresqueros, a quienes un acuerdo presidencial los beneficio con
la quita de 20 por ciento de impuesto a los refrescos endulzados con fructosa.
A cambio, los azucareros (con todo y el plan ansiado ayer) salen perjudicados
con más de 350 millones de pesos... unas por otras.