La pólvora sólo estuvo en las
gradas y el juego terminó sin goles
América y Pumas llenaron el Azteca de abucheos
"Fue un espectáculo maravilloso": Hugo Sánchez
Vieron el juego de espaldas: Lapuente
MARLENE SANTOS A.
Con
una sonrisa, un abrazo fraternal y el reparto equitativo de puntos -uno
para cada uno?, Manuel Lapuente y Hugo Sánchez dieron la espalda
al espectáculo y pusieron oídos sordos al abucheo generalizado,
proveniente de 105 mil decepcionados seguidores.
En el colmo, ambos derrocharon elogios para el "juego
perfecto" y "gran partido" que sólo ellos vieron.
América y Pumas saltaron ayer a la cancha del estadio
Azteca con la pólvora mojada, o más bien, el explosivo estuvo
en manos de las porras que no dejaron de lanzar cohetones contra los porteros
Jorge Campos y Adolfo Ríos, quienes en un par de ocasiones quedaron
aturdidos por los fuertes estruendos.
Lo mejor de todo fue la expectación, la emoción
y rivalidad que flotaba en el ambiente previo al esperado partido; la presencia
de Emilio Azcárraga Jean enfundado en su chamarra amarilla, el duelo
de porras, el canto del Himno Nacional en el día de la bandera y
hasta el Brody Campos que retomó sus uniformes sicodélicos,
en chillante color verde y rosa.
El fantasma de la desilusión rondó al conocer
las alineaciones, donde saltó a la vista la eterna preocupación
de Lapuente por reforzar sus líneas media y defensiva.
En la banca estaban Iván Zamorano, Jesús
Mendoza, Christian Patiño y en el hospital, con diarrea y vómito,
el uruguayo Marcelo Lipatín. Solo en la cancha el errático
Luis Hernández apoyado por los novatos Marco Reyna y Alberto Salinas.
Hugo Sánchez se puso a tono, hizo modificaciones
de última hora y el resultado fue una congestión en la media
cancha, rebotes, despejes a donde caigan y rechaces sin ton ni son.
Así, resultó lógico que la jugada
más cercana al gol haya sido a balón parado, cuando Rodrigo
Lemos cobró un tiro directo que estuvo a punto de anidar en el ángulo
superior derecho de la meta de Ríos.
A pocos minutos de iniciado el complemento Lapuente ingresó
a Zamorano y a Patiño, y los amarillos mejoraron, pero no lo suficiente
como para apagar los silbidos. Provocó risa una acción en
la que Frankie Oviedo avanzaba por en medio y Hugo Castillo lo desarmó
como si fuese un rival para sacar un zurdazo terriblemente desviado y dejar
lesionado en el césped a su coequipero.
El Pentapichichi metió a Hugo García,
Emerson dos Santos y al Gonzo González. Nada memorable hicieron.
Como queriendo pedir perdón, al final los auriazules, que jugarán
el miércoles contra Pachuca sin un alma que los apoye, acudieron
a despedirse de su público que -noble hasta lo increíble-
cambió la silbatina por una goya.
-¿Se jugó para la estrategia y no para el
espectáculo? se le preguntó a Lapuente.
-Fue un gran partido. En el futbol también existe
el empate y si ustedes no vieron espectáculo, entonces vieron el
juego de espaldas ?respondió.
Sánchez Márquez, quien ha dicho siempre
que no le gusta empatar, calificó a Lapuente de "experto en la materia"
y lo secundó al decir que "fue un espectáculo maravilloso".