José Cueli
šEl quite de Portillo!
El toro de Xajay arrancó como ferrocarril desbocado y se llevó en los cuernos a Federico Pizarro, que salió a esperarlo a la puerta de toriles en los medios. Los capotes se le escapaban a las cuadrillas incapaces de sujetar a la bestia representante de las fuerzas incontrolables de la naturaleza. Hasta que apareció la figura de Mauricio Portillo, en traje de calle (presidente de la Asociación de Matadores de Toros), quien a cuerpo limpio lo galleó y recortó despejando el peligro del redondel y realizando un auténtico quite. El quite de la temporada šOle por el torero michoacano!
En la plaza semivacía las palmas de los pocos cabales echaban humo. Un sonar de guitarras que prendieron la emoción se perdían en el redondel. En el callejón, sencillo y relajado, Mauricio Portillo no buscó el protagonismo. El sabía de su torería y eso, eso era más, mucho más que el cirquito de la mayoría de los toreros. En el aire quedaba el desmadejado toreo mexicano sin posturitas. La verdad torera; citó al toro a cuerpo limpio. Al embestirle, lo cambió templándolo y lo remató en torero recorte, y ante la nueva embestida entró de cabeza en el callejón šOle por los toreros caros!
Mauricio Portillo, sin estar en el cartel, atento en todo momento a percibir las palpitaciones de los queretanos toros y su galope, reaccionó vivaz en un quite que sugería un sentimiento explosivo de admiración, tornándose sin proponérselo en el triunfador de la tarde, generando que el ambiente vibrara como en las grandes corridas del sol a la sombra.
En tarde en que los toros de Xajay sacaron su ''jiribilla" y los toreros (Pizarro, Ochoa, Ramírez) no supieron qué o qué de qué, uno de los bureles, el quinto de encastada nobleza, nunca fue entendido por un Fernando Ochoa, tieso e incapaz de ligarle dos pases o de encontrarle la distancia šQué categoría torera la de Portillo!