Sergio Valls Hernández
La sociedad y el Consejo de la Judicatura
Como un sabueso escudriña mejor el objeto cuando
éste se mueve y al moverse envía al aire su aroma, "...así
la percepción y pensamiento captan mejor lo variable que lo constante.
Los que habitan junto a una catarata no suelen oír su estruendo,
y, en cambio, si acaso cesa el torrente, perciben lo que menos pudiera
creerse: el silencio" ?Ortega y Gasset?, y no es que lo movible sea mejor
que lo persistente, sino que la potencia conceptual del ser humano se agudiza
ante la diversidad.
En el Consejo de la Judicatura Federal estamos ciertos
de lo puntual de dicha afirmación; sabemos que lo estable y lo permanente
enturbia la capacidad connatural del hombre para percibir heterogeneidad.
A virtud de ello instrumentamos distintos programas de acercamiento a la
población mexicana para hacerles manifiestos los servicios que este
órgano de gobierno y administración del Poder Judicial de
la Federación proporciona en materia de justicia, pues ante el hábito
de saber que se cuenta con ellos, en ocasiones se relativiza su utilidad
y se rebaten las ventajas que representan a las clases económicamente
menos favorecidas del país, pues es precisamente a ellas a las que
preferentemente se destinan estos servicios, como sería a desempleados,
jubilados o pensionados y sus cónyuges, trabajadores eventuales
o subempleados, indígenas y personas con ingresos reducidos, o los
que, por cualquier razón social o económica, tengan necesidad
de patrocinio jurídico.
Entonces es precisamente a ese "poder de percepción"
de la sociedad al que el Consejo de la Judicatura Federal se dirige ?a
través de los espacios radiofónicos, de los carteles publicitarios
y de este escrito periodístico, entre otros? para dar a conocer
los servicios al alcance a la población mexicana, para llamar su
atención sobre los beneficios de que pueden disponer en materia
de justicia, como sería el caso de la defensoría pública,
la asesoría jurídica, así como del sistema de quejas
y denuncias, que si bien no todos de reciente creación, sí
debe destacarse que han sido reforzados, ampliados y perfeccionados a favor
de los justiciables.
Muestra de ello la constituye el incremento de defensores
públicos y asesores jurídicos, distribuidos en las regiones
de mayor demanda de justicia, donde se ha procurado acentuar estos servicios;
el ascenso del nivel técnico-jurídico y humano de las personas
destinadas a estas tareas, a través de una mejor selección,
vía la acreditación de conocimientos y experiencia en las
materias en que han de prestar sus servicios, y el impulso y mejora que
se ha dado a los procedimientos de quejas y denuncias puestos a disposición
de quienes pudieran considerar deficiente el servicio de administración
de justicia.
Por ejemplo, el objetivo de la Defensoría Pública
Federal consiste en garantizar el derecho a la defensa en materia penal
y el acceso a la justicia mediante la orientación, asesoría
y representación jurídica en materias administrativa, fiscal
y civil. Al 15 de noviembre de 2001 ?fecha de corte que abarca el último
informe de labores del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal?, el servicio
de defensoría pública en materia penal se proporcionaba en
la totalidad de las agencias investigadoras del Ministerio Público
de la Federación, juzgados de distrito y tribunales unitarios de
circuito que conocen de asuntos penales, los cuales están ubicados
en 165 ciudades y en diversas poblaciones del país. A tal fecha,
210 defensores actuaban en la fase de averiguación previa, 199 en
primera instancia y 77 en segunda instancia, y dos estaban adscritos a
una dirección general diversa, haciendo un total de 488. Al 15 de
noviembre de 2000, se contaba con 88 asesores jurídicos, mientras
que al 15 de noviembre de 2001 son 105 asesores jurídicos.
Las cifras son elocuentes, la pretensión es simple:
que el torrente constante de la prestación habitual de estos servicios
de defensoría pública y de asesoría jurídica
no obstruya la posibilidad de apreciar el valor y el beneficio que en sí
mismos sustentan y reportan a quienes demandan justicia; que no esperemos
un cambio desfavorable que tienda a disminuirlos, para poder percibirlos
y hacer uso de ellos, pues no constituyen una gracia ni un dispendio, se
trata de servicios públicos de justicia que constituyen derechos
de los mexicanos; se trata del cumplimiento de una obligación del
Estado, orientada a asegurar a los ciudadanos las mayores garantías
para que accedan a los servicios de justicia.
Lo estable y permanente suele cegar la facultad innata
del hombre para percibir diferencias, el Poder Judicial de la Federación
las tiene, sólo falta apreciarlas.