El escritor Molière y el compositor Lully
coadyuvaron a afianzar su poder
Corbiau recrea en Luis XIV, el Rey Sol la faceta
de bailarín y mecenas del monarca absolutista
Antes de asumir su reinado primero fundó la Academia
de la Danza, destaca el cineasta
Como en su largometraje Farinelli, la música
vuelve a erigirse en protagonista
NURIA IBAÑEZ ESPECIAL
Como lo hiciera en Farinelli, célebre aproximación
al mundo de los cantantes de ópera castrati, el cineasta
francés Gérard Corbiau regresa al terreno excesivo y fastuoso
de los artistas de la corte con Luis XIV, el Rey Sol. Se trata de
una recreación histórica que descubre la faceta desconocida
de este monarca absolutista -que reinó en Francia entre 1643 y 1715-
como maravilloso bailarín y mecenas mediante su ambigua relación
con el compositor de origen italiano Jean Baptiste Lully.
Al
igual que en Farinelli (Globo de Oro como mejor película
extranjera en 1994), la música vuelve a erigirse como protagonista
que arrastra, desboca y contribuye al delirio de los personajes. Corbiau
confirma así que es un exquisito y puntilloso recreador de atmósferas
palaciegas que transportan al espectador a una época que rezuma
todo el sabor de la leyenda, donde los hechos históricos archiconocidos
se combinan con la ficción de pasiones desaforadas. Por ello, no
es de extrañar que el director haya situado todo este enjambre de
sentimientos arrebatados en un contexto no menos hiperbólico, el
reinado del Rey Sol, para hacer una interesante reflexión, llena
de vigencia, sobre la íntima relación entre el arte y el
poder.
Disfrutar, no sufrir la música
-En Luis XIV, el Rey Sol la música, más
allá de enfatizar los momentos más dramáticos, actúa
como auténtico protagonista del filme.
-Sí, la música es un personaje más
de la película y se sitúa en el centro de la trama. Y como
cualquiera de los personajes, sufre una evolución: parte del ballet
de la corte para convertirse poco a poco en música para teatro y
finalmente desembocar en la ópera. Es verdad que me interesa la
música porque fluye en paralelo con la narración y ambas
se apoyan.
-¿Cuáles son los resultados?
-Lo que más me interesa es hacer un tipo diferente
de cine para que el público pueda disfrutar de la música
en toda su magnitud y no tenga que sufrirla como en la mayoría de
películas. Las técnicas de sonido de reproducción
en las salas de que disponemos en la actualidad nos permiten sacar todo
el partido al poder de fascinación de la música.
-¿Por qué le interesó develar el
lado oculto del rey Luis XIV como mecenas de artistas y precursor de la
danza clásica?
-Hay algo formidable en esta historia porque trata de
una faceta de su vida que se desconocía por completo. Desafortunadamente,
cuando de pequeños estudiamos historia no nos cuentan que el Rey
Sol fue un maravilloso bailarín. Quería mostrar este aspecto
porque permite abrir otras perspectivas en el devenir de Francia y facilita
la comprensión de la personalidad de Luis XIV. La danza, para él,
fue tan importante que tres semanas antes de llegar al poder lo primero
que hizo fue fundar la Academia de la Danza, que supone el origen de la
danza francesa clásica, lo que explica que en poco tiempo todas
las cortes europeas bailasen al son de los maestros franceses.
-Pero en su película se muestra que su mecenazgo
no sólo responde a su pasión personal por el arte, sino a
otro tipo de fines.
-Desde luego, Luis XIV utiliza todas las artes en su propio
beneficio porque él también es un artista y soñaba
convertirse en pintor, hacer teatro, etcétera. El teatro de Molière,
la música de Lully o la ópera francesa son todos asuntos
políticos. Así que utiliza cada disciplina artística
para afianzar su poder.
Ser divino a los ojos de todos
-La relación entre el poder y el arte significa
que los creadores se convierten en siervos de los poderosos.
-Estoy totalmente de acuerdo. Moliére y Lully no
fueron otra cosa que esclavos a disposición del rey. Pero también
hay que saber lo que en aquella época significaba ser siervo del
monarca, a saber, un privilegio que los hacía formar parte de una
especie de familia de intocables. Además de guardarle fidelidad
extrema, los artistas lo amaban e idolatraban hasta límites insospechados.
Es cierto que el rey utiliza su arte para demostrar su poder, y se deshace
de ellos como si fueran trapos viejos, pero ellos nunca se oponen a esta
filosofía.
-¿La relación tan destructiva entre unos
y otros tiene mucho que ver con el afán de inmortalidad que se concedía
y aún hoy se concede al arte?
-Sí, lo que trataba de mostrar es que el rey se
consideraba un Dios y Lully, mediante su música, había magnificado
todos los gestos del monarca y había contribuido a divulgar esa
imagen del soberano como un ser divino a los ojos de todos.
-¿Cree que combinar hechos históricos con
personajes de ficción es la fórmula más idónea
para recrear una página de la historia?
-Está claro que cuando se aborda una película
histórica hay dos elementos en continua contradicción. Por
un lado, los históricos, que no se pueden obviar y se deben respetar
y, por otro, las necesidades de creación y dramaturgia. Entonces,
uno tiene que sentir la libertad de retomar esos personajes históricos
y recrearlos en la ficción, siempre que, lógicamente, se
respeten los hechos irrefutables.