CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
LA DERROTA que la ley le infligió esta vez a Andrés Manuel López Obrador trae consigo una serie de lecciones que el jefe de Gobierno de la ciudad deberá tener en cuenta para el futuro próximo, desde luego si lo que quiere es aprender.
LA PRIMERA, tal vez la más notable, aunque no la más importante, es que se deshizo de uno de los personeros más peligrosos de la CID, que con el control de la policía podría haber logrado el manejo no nada más de los cuerpos policiacos, sino de todo lo que ello implica.
ADEMAS DE las cajas de ahorro y de los mandos de seguridad, la CID habría obtenido, entre otras muchas cosas, la impunidad para hacer de su gente algo intocable, pero también se hubiera hecho de los hilos que en su momento podrán establecer los avances de popularidad que requiere el jefe de Gobierno.
Y ESTO porque el rasero con el que se medirá la aceptación de la gente hacia el jefe de Gobierno tendrá que pasar, necesariamente, por la eficacia gubernamental en las cuestiones de seguridad, que tanto preocupan a la ciudadanía.
ASI PUES, López Obrador tendrá que agradecer a Creel haberse deshecho, aunque no en su totalidad, de un peligro real para su gobierno. Ahora que visto bien no le cortó una pata a ese corporativo perredista, nada más se le dejó avanzar otro poquito.
LA SEGUNDA enseñanza, esta sí la más importante, proviene de la poca atención, por decir lo menos, que presta la jefatura de Gobierno a los asuntos de la ley. Está claro que en todo este asunto falló -si es que se quiere encontrar a un culpable fuera de López Obrador- la Secretaría General de Gobierno.
DE ALLI y de ningún otro lado debió salir la advertencia que evitara exponer al mandatario local a un enfrentamiento estéril como el ocurrido. Hasta donde se sabe, el secretario de Gobierno tendría como tarea principal mantener, si alguna vez los hubo, los puentes de entendimiento entre la Secretaría de Gobernación y la jefatura de Gobierno y advertir a tiempo de los límites que marca la ley al gobernante.
PERO ESO no sucedió; cuando menos nadie está enterado del consejo legal que debería haber señalado la Secretaría de Gobierno. Entonces falló la asesoría y fallaron también los puentes, porque este asunto debería haber sido resuelto en la Secretaría de Gobernación, sin la intervención de Los Pinos.
POR ULTIMO, en el futuro el Gobierno del Distrito Federal deberá considerar que el triunfo en la guerra se logra con la sucesión de batallas ganadas. Tal vez la derrota de hoy sea un triunfo para López Obrador, que consiguió el pretexto ideal para reacomodar su gabinete sin que nadie saliera lastimado, pero si la jugada fue así, el costo parece elevado.
DE CUALQUIER forma Francisco Garduño, quien fuera asesor legal de Nueva Tenochtitlán -especie de empresa con fachada de agrupación social de la que surgieron la CID y sus líderes-, tiene en la Secretaría de Transporte el caldo de cultivo requerido para hacer crecer la clientela. El monstruo sigue creciendo.
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