Un canciller con paso apresurado
Del tono poético de Eusebio Leal al laconismo de Cuauhtémoc Cárdenas. "República y revolución, Ƒcómo poder separarlas? Es imposible, son como el alma y el cuerpo" , dijo el historiador. Y el político expresó: "un gobierno que reconoce a otro lo reconoce tal como es, y lo que pueda decirse en forma declarativa resulta simplemente ocioso".
Ambos se referían, por supuesto, a Cuba. Y lo dijeron también a su manera el embajador Jorge Bolaños y el diputado Gustavo Carvajal Moreno. México y la isla han mantenido relaciones ininterrumpidas a lo largo de cien años, y eso es motivo de fiesta pero también, aseguraron, de ratificar compromisos de solidaridad y ayuda mutua.
La embajada de Cuba, acaso una de las de mayor poder de convocatoria de cuantas representaciones diplomáticas operan en México, reunió anoche a políticos de todo signo, a viejos amigos de la isla, a prelados y monjas, a periodistas, diplomáticos y empresarios.
Y conversaban en el amplio salón de recepciones: Mario Moya Palencia con Manuel Tello; Jaime Martínez Veloz lo hacía con Javier Guerrero, el compañero de fórmula de Beatriz Paredes; Jesús Zambrano, del PRD, charlaba con el panista Alejandro Zapata Perogordo, y se movía discreto el embajador en Cuba, Ricardo Pascoe. El cantante Amaury Pérez abriría el programa musical, que se completaría con un mariachi.
Infatigables, los meseros servían mojitos, tequila y vino, y todos le entraban con ganas a los canapés. Pasadas las ocho de la noche, con andar acelerado, de premura perenne y con el gesto de quien sólo cumple una obligación, llegó el canciller Jorge Castañeda. Ocupó con el embajador Bolaños, el historiador Eusebio Leal y los diputados mexicanos su lugar en el templete.
Escuchó los himnos de México y Cuba que cada quien, según su origen, interpretó. De salida, con el mismo andar apresurado, casi sin frenar el paso, se despedía de uno que otro conocido que encontraba a su paso y rechazaba grabadoras repitiendo que las relaciones entre Cuba y México se mantendrán "otros cien años".
En el salón, el ambiente siguió relajado y con expresiones por ahí de alguien sin rubor para expresar que se siente muy bien queriendo a Cuba y que la ocasión valía para decirlo a voz en cuello.
"El amor y el respeto de los cubanos por México merecen estos homenajes", dijo de entrada el embajador Bolaños Suárez. Se trata de un sentimiento nutrido de obras, quehaceres comunes y de buenas razones. Amor de excepción: la geografía "nos puso como vecinos y la historia nos creó como hermanos".
La del diplomático fue también una larga evocación al sentimiento de José Martí hacia México y recordó la estancia aquí de Julio Antonio Mella y la partida de Fidel Castro con El Che, Camilo y Raúl, entre otros, para hacer en Cuba la revolución.
El veracruzano Carvajal Moreno, en su condición de presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, resaltó que en estos cien años "el único país que no le ha fallado a Cuba es México, y a México siempre lo ha respaldado Cuba". Fuera de problemas y partidos políticos, dijo, las dos naciones siempre han estado unidas.
Entonces se emocionó y provocó el rubor del obispo Abelardo Alvarado, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y del padre Luis Barrera, cuando declaró que "la Iglesia mexicana logró lo que el Papa no pudo": la apertura del pueblo y el gobierno cubanos.
Cárdenas Solórzano resumió así estos cien años: México y Cuba están hermanados por el ideal en muchos valores, en el reconocimiento a sus grandes personajes y en que han mantenido una actitud de cercanía y cooperación. "Espero que las relaciones sean siempre de respeto y colaboración, y que resulten benéficas para las dos naciones." ROSA ELVIRA VARGAS
