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Ť Se presentan hoy, mañana, el 22 y el
23 de enero en el foro de Reforma
Riverdance conjuntó la noche del jueves baile,
música e historia en el Auditorio Nacional
Ť En dos horas la compañía irlandesa
presenta coreografías perfectas en sincronía y diacronía
Ť Van de los ritmos celtas a los sonidos flamencos,
pasando por las notas rusas y el tap de EU
ARTURO CRUZ BARCENAS
El pasado jueves, la compañía irlandesa
Riverdance ofreció la primera de sus presentaciones en el Auditorio
Nacional; durante dos horas los bailarines hicieron gala de su arte, conjunción
de luz, sonido y movimiento, todo con la pretensión de realizar
coreografías perfectas en sincronía y diacronía. Pocos
espectáculos en el mundo logran reunir con intensidad baile, música
e historia, como ellos.
El
programa que ahora presentan en México es similar al de hace dos
años, pero ahora agregan un número denominado Rare,
aunado a que el vestuario es más colorido. En un principio el grupo
estuvo integrado por irlandeses, pero ahora hay rusos, ingleses, australianos
y canadienses.
Esencia
En un principio fue el sonido. El hombre creó el
primer instrumento al chocar las manos. La palmada produjo el sonido, el
tambor en potencia. Suenan los violines y el bailarín Michael Patrick
Gallagher coordina sus desplazamientos al compás del instrumento
antiguo. Tara Barry mueve sus piernas torneadas, evidencia objetiva de
que la moda no siempre es buena consejera. Nada de cuerpos famélicos.
Es notable la hermosura de las bailarinas irlandesaws y anglosajonas. Bailan
gráciles, sensuales. La mayoría de los integrantes de Riverdance
bailan desde sus primeros años de vida; en muchos casos por tradición.
Lo profesional es un decir, un eufemismo, pues el baile es su vida. Son
maestros en el arte del movimiento.
Se escuchan los tambores, las gaitas y los cánticos
irlandeses que hacen recordar a U2 en Rattle and hum. Es la tradición
de las montañas, del fluir del río, de la Luna reflejada
en el mar, en la pleamar. La Luna llena está rodeada de estrellas;
el astro por momentos es ígneo.
El público ha llevado sus binoculares para comprobar
si es cierto que Riverdance ejecuta las coreografías sin errores.
Cada pueblo tiene sus colores, así como su idiosincrasia. El irlandés
va del frío al helado. Rojos intensos, morados policromáticos.
Por eso el blanco es más níveo. Es difícil contar
el elenco, pero se informa que son 80 en escena.
Es imposible no emocionarse y algunos sueltan aplausos
cual chispazos. Lo que se mueve está vivo y enreda en sus sueños
al respetable; la danza es el medio para expresar las emociones humanas,
el arte que no se define con palabras.
Ir y venir
El irlandés ha emigrado por siempre, pero hay un
sentimiento de nación que no niega influencias y similitudes de
diversas culturas. Sale la española Rosa Manzano y surge la simbiosis
del celta y el flamenco, combinados en el llamado step dance, cuyo
principal atractivo es el ritmo marcado con los pies. El coreógrafo
Bill Whelan incorporó aspectos y matices de los ritmos rusos y el
tap estadunidense.
La estructura del montaje glorifica a la raza irlandesa
y recrea paisajes de viejas leyendas célticas. Sus protagonistas
tienen el corazón joven y pletórico de optimismo; nunca sucumben
al peso del hastío. Los torsos estáticos reflejan el orgullo.
El concepto de Riverdance surgió como una espectacular
demostración de sólo siete minutos durante el concurso de
Eurovisión en la primavera de 1994. Adquirió la forma de
una puesta en escena musical y su estreno fue en 1995, en el Pony Theatre
de Dublín. En Estados Unidos se presentó por primera vez
en 1996, en el Radio City Music Hall de Nueva York. Lo han visto más
de diez millones de personas.
Hace días la compañia donó 71 mil
dólares a las víctimas de los ataques en Estados Unidos,
en septiembre pasado. "En estos momentos de extrema dificultad es importante
que quienes sufren sepan que el resto del mundo no los ha olvidado. Pensamos
que nuestra contribución aliviará un poco el sufrimiento",
expresó el productor Moya Doherty.
Es ahora la oportunidad para verlo. Hoy y mañana,
y el 22 y 23 de enero próximos, en el Auditorio Nacional.