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Juan Arturo Brennan
Las voces de Córcega
Hace casi diez años, con su generosidad invariable, el hospitalario melómano André Claude puso en mis manos de manera inesperada el cd Córcega: cantos polifónicos, del sello Harmonia Mundi. Mi ignorancia sobre el tema era tan completa que lo escuché sin ninguna idea preconcebida. La sorpresa fue mayúscula y la audición de ese disco tuvo como consecuencia uno de los más gratos descubrimientos musicales que he hecho en los últimos años. El canto polifónico corso, sustentado básicamente en la tradición oral y en una moderada pero importante dosis de improvisación, produce en primera instancia una impresión aparentemente contradictoria en la que se combina la percepción de lo muy primitivo y lo muy refinado.
La polifonía corsa, que se canta estrictamente a capella, funciona desde hace siglos bajo un esquema invariable y sencillo de tres voces, con una nomenclatura singular: una primera voz a la que llaman secunda, una segunda voz llamada terza, y el bajo, conocido como bassu. Cada una de estas voces (que puede ser cantada por un solo cantante o doblada, especialmente en el caso del bassu) cumple una función muy específica e inmutable; para el que escucha por primera vez, queda la impresión de que una de las voces, sola al principio, propone una línea melódica simple y austera y después, en momentos a veces inesperados, las otras dos voces ''rellenan" la armonía con el mismo texto.
El empleo de ciertos ornamentos, melismas y trémolos vocales enriquece notablemente el resultado final de la polifonía corsa, sin llegar a complicaciones que oscurezcan su sencillez original. El efecto total es una música vocal de cualidades profundamente expresivas. Por ejemplo, hay momentos en la polifonía de Córcega en que las voces parecen establecer un modo menor (con episodios de quintas paralelas que le dan un oscuro y fascinante sabor medieval), para resolver inesperadamente en un perfecto acorde mayor de una luminosidad expansiva. Como si las voces, de pronto, trajeran el sol.
En el repertorio del canto polifónico de Córcega coexisten orgánicamente las piezas sacras sobre textos en latín y aquellas basadas en poemas seculares tradicionales, cantados en corso. En la actualidad, esta bellísima tradición de música vocal ha sido rescatada y promovida en dos frentes.
El primero es el de su vertiente popular, ya sea con la interpretación de la polifonía a la manera antigua, o a través de interesantes extrapolaciones modernas como las que realiza el grupo corso I Muvrini, que utiliza la música tradicional de Córcega como un vehículo de afirmación de su identidad cultural y de importantes reivindicaciones políticas y sociales, la primera y más importante de las cuales es la permanencia y la legitimidad de la lengua corsa.
El segundo enfoque es el de quienes, desde la óptica de la música de concierto, rescatan la polifonía corsa para insertarla en el discurso más amplio de las tradiciones polifónicas antiguas. Es en este campo donde, hace unos días, realicé un segundo descubrimiento de esta hermosa música, quizá más poderoso que el primero. Se trata de un cd, Canto corso (también en Harmonia Mundi), en el que el espléndido músico e investigador francés Marcel Pérès rescata la música de algunos manuscritos franciscanos de los siglos XVII y XVIII. Las obras sacras y litúrgicas contenidas en estos invaluables documentos musicales presentan un mayor grado de complejidad que las piezas de la tradición oral, pero el estilo en que se cantan es exactamente el mismo; esta homogeneidad estilística entre ambos repertorios es uno de los mayores atractivos del canto corso.
Para la ejecución de este repertorio, Pérès ha realizado una síntesis fascinante de estilos y tradiciones, convocando a algunos de los intérpretes del primer cd mencionado arriba para cantar con miembros de su espléndido Ensamble Organum, y combinando elementos del canto cuasi improvisado con la lectura estricta de los manuscritos. De todo ello resulta un discurso musical de impacto inmediato y profundo por la sencillez de sus preceptos básicos, la riqueza de su organización armónica y el peculiar estilo vocal de sus intérpretes.
En estos tiempos de nuestra paulatina desertificación musical, la audición de la noble, conmovedora polifonía corsa puede resultar un bálsamo para el oído y el espíritu. La recomiendo sin reservas.