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Ť José Emilio Pacheco habla de la técnica
narrativa del autor de El llano en llamas
Los relatos de Rulfo son ficciones que dejan un sabor
de realidad
Ť Tuvo la sabiduría de esconder el artificio y
dosificar la información, explica
Ť Sus obras son el genio de la erudición de quien
leyendo aprendió a escribir
ANASELLA ACOSTA NIETO
El
arte de Juan Rulfo es la sabiduría de esconder el artificio y controlar
la cantidad y oportunidad de la información que nos proporciona,
considera José Emilio Pacheco, al hablar sobre la técnica
narrativa de El llano en llamas.
Rulfo nunca leyó los manuales de narrativa, sus
obras son el genio de la erudición de un artista que leyendo aprendió
a escribir de esa manera que nos asombra por su calidad y su maestría
técnica, cuenta José Emilio.
La noche del jueves y como parte de las actividades paralelas
a la exposición Juan Rulfo: voces y silencios, que concluye
mañana, el autor de Morirás lejos habló sobre
los cuentos del autor de Pedro Páramo.
El escritor jalisciense emplea todos los puntos de vista
a partir de los cuales puede contarse una narración; alterna monólogos,
diálogos, narraciones en tercera persona y el tono que usa nunca
presenta una nota falsa. Por ello, asegura Pacheco, lo que se ha elaborado
como teoría o templo de enseñanza práctica para leer
y escribir cuentos ya está de modo magistral en El llano en llamas.
''Contra lo que suele creerse, Rulfo es un autor nada
fácil de leer, es sumamente exigente y pide no leer los cuentos,
sino releerlos y muy despacio, con mucha atención, si no uno queda
perdido'', explica.
Dice de Macario: en sólo siete páginas,
Rulfo logra crear una atmósfera sin salida en la que como lectores
debemos reconstruir todos los silencios del texto, todo lo que no está
dicho entre sus líneas.
Historias abiertas
En la revisión de los relatos de Rulfo, José
Emilio alude a la ficción que deja sabor de realidad cuando muestran
escenas del campo, luego de una reforma agraria inconclusa; la continuidad
del dominio, el desgaste de las tierras, las migraciones a las ciudades
y los pueblos abandonados.
La característica de estos relatos, menciona, es
que ''no son historias encerradas como los cuentos tradicionales; los personajes
siguen viendo hacia un lugar que nunca van a alcanzar o viviendo aplastados
por algo de lo que no se van a librar''.
De Nos han dado la tierra, asevera: ''Los grandes
protagonistas del breve cuento, que no tiene más de cuatro páginas,
son la tierra estéril y la omnipresencia del calor. El cuento no
termina nunca, los personajes siguen caminando hacia un lugar de arriba
que nunca encontrarán''.
Otras de las habilidades de Juan Rulfo, afirma Pacheco,
radica en que aunque retroceda en el tiempo de la narración el relato
va siempre adelante; dar la impresión de colectividad al hablar
en primera persona del plural ?como hace en El llano llamas? y saber
dar con el remate exacto.
José Emilio Pacheco, cuyo cuento preferido es Anacleto
Morones por su vitalidad, complejidad y a la vez sencillez, concluye:
''El llano en llamas, como Pedro Páramo, es una trama
de voces que están interactuando constantemente con mínimas
intervenciones, casi siempre poéticas, del narrador, pero de una
poesía tan bien hecha, tan bien integrada que nunca se separa. No
vemos un contraste entre la supuesta oralidad y el lirismo de las descripciones''.