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Nora Patricia Jara
Ejercicio de democracia participativa
Estos 19 y 20 de enero los capitalinos somos convocados nuevamente a participar en una consulta telefónica, ahora para pronunciarnos en contra o a favor de la construcción del segundo nivel del Viaducto y Periférico, obra que forma parte de un gran plan rector del Gobierno de la ciudad de México, con el que se pretende restructurar las vialidades y mejorar la movilidad de millones de usuarios del transporte público y privado.
Las encuestas, sondeos, muestreos o mediciones de la opinión pública son herramientas válidas e indispensables de la comunicación política moderna. Teóricos como Jean-Marie Cotteret establecen que su función permite el intercambio de información entre gobernantes y gobernados; algunos otros las consideran técnicas o estrategias con las que un gobierno puede conocer con cierto grado de fidelidad cualquier información que sea necesaria o conveniente para la toma de decisiones políticas. Como en este caso, que se quiere medir el nivel de aceptación ciudadana para una acción propuesta por la administración capitalina, como es la construcción estratégica de una vialidad elevada.
El proceso comunicativo que se genera a partir del exhorto para que el ciudadano opine sobre tal o cual tema de la agenda política obliga a sus principales actores: gobierno, medios y opinión pública, a exponer sus intereses en un escenario abierto y plural que exige la participación de todos para favorecer el debate público en temas prioritarios para la sociedad.
Se trata, según el propio jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, de promover un ejercicio de democracia participativa. Pero la famosa consulta ciudadana ha sido calificada de ridiculez por algunos diputados locales, quienes afirman que no tiene la validez requerida, y otros cuestionan: Ƒqué tiene que ver un simple sondeo de opinión pública con la democracia misma?
Pareciera ser que más allá de los procesos electorales en que las encuestas o muestreos son parte fundamental de las campañas políticas de candidatos o partidos, los ejercicios de participación igualitaria, como la consulta ciudadana, son extraños a la transición política mexicana. Este tipo de ensayos permite que cualquier habitante de esta ciudad opine sobre el tema en igualdad de condiciones políticas; o sea, de oportunidades. Claro que hay limitantes. Por ejemplo, la parte tecnológica: que "no todos tienen teléfono, que puede llamar quien sea, que si habrá acarreo telefónico"; bueno, esto también es parte del auténtico ejercicio de la vida en libertad: ejercer nuestros derechos políticos como ciudadanos responsables moralmente y participativos, con garantía de que todos aquellos interesados, con credencial de elector en el DF, tienen la misma facilidad de llamar para emitir un sí o un no a la construcción de uno de los detonantes del Plan Integral de Transporte y Vialidad, el cual tendrá un costo de 12 mil millones de pesos, sólo este año.
El plan incluye el mejoramiento del transporte público subsidiado y concesionado, la construcción de puentes en la zona poniente de la capital, así como la ampliación del Eje 5 Poniente y el mantenimiento del Sistema de Transporte Colectivo-Metro y del Servicio de Transportes Eléctricos, así como el mejoramiento en la circulación de 250 intersecciones, para lograr la disminución de contaminantes.
En la Grecia antigua, como en Roma, cuna de la democracia, la deliberación de los ciudadanos en asuntos públicos no era un perjuicio para la acción del gobierno; se consideraba preliminar para la ejecución de esa acción u obra, pues creían que cualquier ciudadano estaba capacitado para participar en asuntos públicos o de la polis. John Stuart Mill dice que la democracia es "la admisión de todos a una parte del poder soberano del Estado", e investigadores como Robert Dahl manifiestan que "se trata de vivir bajo leyes de nuestra propia elección", aunque hasta ahora los procesos para alcanzar estos ideales no son perfectos sino razonables.
James Petras expuso recientemente que en nuestras democracias hay falta de discusión sobre la forma de tomar decisiones. El intelectual neoyorquino se pronuncia por privilegiar la cultura política, por promover el civismo, lo que significa participación, debate, controversia, organización, reflexión e información. Hoy la democracia se entiende como el gobierno de millones, y son parte de ella la deliberación y el escrutinio, elementos que hacen a los políticos considerar alternativas y evaluar las consecuencias de sus decisiones.
La consulta es la forma en que los ciudadanos podemos intervenir en la ejecución de una obra que se concibe como un gran plan para la ciudad de México a largo plazo.