027n1mun
Ť Analistas advierten sobre una devaluación de 50% y una hiperinflación
Argentina calmará los "focos de tensión" antes de renegociar la deuda, afirma funcionario
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 27 de diciembre. En medio de protestas en distintos lugares del país y un fuerte mal humor por el mantenimiento del llamado corralito bancario (la imposibilidad de retirar los ahorros de los bancos), lo que sigue dejando al país sin dinero circulante, el gobierno provisional de Adolfo Rodríguez Saá buscaba hoy apoyo externo con vistas a una futura renegociación de la deuda y anunciaba la circulación de la nueva moneda en dos semanas, en lo que será una devaluación de facto.
Una carta del Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgada hoy dejó abierta la puerta para una posible reapertura de las negociaciones interrumpidas, pero el gobierno adelantó que las reanudará "en el momento que corresponda y se considere oportuno, que no va a ser antes de mediados de enero", según el secretario general de presidencia, Luis Lusquinos.
Aun con los restos del vendaval social que agitó al país la semana pasada, con saldo de 30 muertos y el derribo del presidente Fernando de la Rúa, algunas secuelas perturban las primeras medidas de recomposición.
El propio canciller José María Vernet dijo que antes de enviar emisarios para renegociar la deuda hay que calmar los focos de tensión, y advirtió incluso de nuevos brotes violentos si no se dedican todos los esfuerzos a ordenar el caos económico, social e institucional.
A una semana de la pueblada o revolución de las cacerolas -que se inició con saqueos a supermercados y una multitudinaria protesta espontánea de la clase media el pasado 20 de diciembre-, la desesperación reina en todos los sectores sociales que esperan alguna solución a corto plazo.
Un respiro
Las medidas anunciadas desde la asunción del justicialista (peronista) Rodríguez Saá, el pasado 23 de diciembre, por designación de la Asamblea Legislativa -como la suspensión del pago de la asfixiante deuda externa, los planes sociales y alimentarios de emergencia, la creación de un millón de empleos en forma inmediata, la futura derogación de la ley de flexibilización laboral, la anulación del recorte de 13 por ciento a los jubilados que había decidido el gobierno renunciante-, han sido bien recibidas. Y de la misma manera, sus medidas de austeridad.
Pero hay algunas dudas en cuanto a la nueva moneda, el argentino, que estaría circulando a partir del 15 de enero para pagar salarios y jubilaciones, mientras se evade el fuerte debate entre dolarización o devaluación, que sigue firme tanto en sectores externos como internos.
Para muchos, esta moneda siginficará el inicio de un proceso para ir dejando de lado ordenadamente la política de convertibilidad, que ata la paridad un peso igual a un dólar. Analistas de mercados estiman que el peso podría sufrir una devaluación de 50 por ciento respecto del dólar, que hoy cotizaba a 1.30 pesos en el mercado negro, ya que la actividad cambiaria sigue paralizada.
Algunos advierten sobre el peligro del regreso de una hiperinflación, y los comerciantes ya comenzaron a incrementar el precio de sus productos o retenerlos, hasta saber exactamente cuánto valdrá cada cosa. Y esto ha dado lugar a un grave desabastecimiento de medicinas.
Ante esta situación, la economía sigue paralizada y si bien hoy se iniciaron operaciones tras un feriado bancario que comenzó el miércoles, sólo se permitieron trasnferencias interbancarias.
Así, continuó el ya popularmente denominado corralito, que encierra fondos y ahorros de los argentinos, lo que causa angustia e incertidumbre, pues pocos creen que vayan a poder salvar sus dineros, ya sean salarios depositados, indemnizaciones por despidos o ahorros trabajosamente reunidos, ya que los poderosos tuvieron a bien sacar su dinero justo antes de que el gobierno de De la Rúa anunciara la bancarización, a principios de mes.
El gobierno está acorralado por esta situación, pero intenta impregnar de dinamismo toda su labor, en comparación con la inmovilidad y la caída que se vivió con De la Rúa.
Rodríguez Saá recibió a su colega de Uruguay, Jorge Batlle; al canciller español, Josep Piqué; a gobernadores, a sindicalistas de la opositora Central Argentina de Trabajadores (CTA) y también a su compañero de partido, el ex presidente Carlos Menem, señalado en la pueblada como uno de los responsables de la situación que actualmente se está viviendo.
Por su parte, el gobierno español, que ha intercedido ante el FMI por Argentina, como participante en el blindaje financiero otorgado a principios de año, manifestó su preocupación por las multimillonarias inversiones españolas en Argentina enviando a Piqué. Siendo España el segundo inversionista extranjero después de Estados Unidos, la presencia del canciller era esperada.
Piqué informó que España ya ha entregado a Argentina 850 millones de dólares de los mil comprometidos en el blindaje. En una conferencia de prensa conjunta con su par argentino, advirtió que cuando se abran las negociaciones sobre la deuda externa de 132 mil millones de dólares (aunque se pagaban 20 mil millones anuales por servicios y amortizaciones) habrá que hablar sobre los errores de Argentina y también de los acreedores.
A su vez, el mandatario uruguayo Ba-ttle, en una visita fugaz, entregó formalmente a este país la presidencia temporal del Mercado Común del Sur (Mercosur), que debió formalizarse la semana pasada, cuando la insurrección popular derribó al gobierno de la Alianza de la Unión Cívica Radical con algunos sectores del Frente País Solidario.
Pero en medio de esta emergencia, el debate por el poder continúa. Ya hay presentaciones judiciales para que el presidente designado se mantenga en el poder hasta el año 2003 y complete el mandato vacante, en lugar de ir a elecciones en marzo. Y no sólo impulsadas por sectores del justicialismo. Hay opiniones divididas en todo el arco político.
Legitimar un gobierno
Para muchos argentinos es lógico evitar un desgaste de unas elecciones ya en la puerta, cuando lo principal es reconstruir un país que pareciera haber salido de una larga guerra. Para otros hace falta legitimar un gobierno para los momentos difíciles que quedan por sortear.
Menem, quien hoy se reunió con Rodríguez Saá en su calidad de presidente del Partido Justicialista, se manifestó en favor de que éste siga en el cargo hasta 2003, en lo que muchos atribuyeron a su deseo de limpiar de contrincantes internos la carrera electoral hacia ese año, en la que insiste en participar. Sin embargo, todos recuerdan que bajo la gestión neoliberal de Menem la deuda creció de 60 mil millones a 114 mil millones de dólares, a pesar de los 40 mil millones de dólares obtenidos en las privatizaciones salvajes.
En el contexto de esta interna peronista hubo una respuesta del gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, advirtiendo que aplazar las elecciones de marzo sería anticonstitucional, pues fueron convocadas por la Asamblea Legislativa que también designó a Rodríguez Saá.
Como dijo el periodista y escritor Horacio Verbitsky, la situación política hoy es "como un río de montaña que trae aguas claras, arenas, piedras y lodos".
Precisamente, el ex ministro de Economía de Menem y de De la Rúa, Domingo Cavallo, decidió pedir a través de prensa local "disculpas" a la población por la bancarización que impuso en diciembre, pero dijo que su responsabilidad por la situación es igual a la de todos los dirigentes políticos.
En el ámbito judicial, las Madres de Plaza de Mayo presentaron una querella contra De la Rúa y sus funcionarios policiales y de seguridad por lesiones, abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario, ante la brutal represión contra el estallido social. Poco después se informaba que el ex jefe del ejército, Martín Balza, salió en libertad al ser revocado su procesamiento por contrabando, en el escándalo de venta ilegal de armas durante el gobierno menemista.
Mientras, en vísperas de un nuevo año, la gente está cada día más impaciente por ver el inicio de la tan largamente prometida reactivación económica de un país que no crece desde hace cuatro años y sumido en la injusticia social.
|