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LA POLITICA DE LA PREPOTENCIA
El
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acaba de proponer una resolución
que exige a Israel cesar sus ataques contra palestinos y la colonización
de los territorios de éstos y, al mismo tiempo, solicita a la Autoridad
Nacional Palestina impedir los atentados antisraelíes.
Estados Unidos vetó tal proyecto pese a que el
presidente George W. Bush afirmó ser partidario de la creación
de un Estado palestino, y envió como mediador entre ambos países
a un ex general de marines. De esta manera, en vez de fortalecer al mediador
internacional que es la ONU, lo debilita una vez más.
El Parlamento Europeo, por su parte, propuso a través
de su presidenta el envío de una fuerza de paz para separar a Israel
de los palestinos, pero ni Estados Unidos ni el propio Israel aceptaron
la idea.
Los miembros de la Unión Europea estudian una declaración
contraria a cualquier extensión de la guerra en Afganistán
--por parte de Estados Unidos-- a otras partes del mundo, pero el británico
Anthony Blair se opuso a ella, ya que está en curso una expedición
a Somalia, que controla el océano Indico, el Mar Rojo y las rutas
petroleras.
El ministro israelí de Relaciones Exteriores, Shimon
Peres, comentó en un diario de su país que un ministro del
partido religioso judío Shas planteó al gabinete de Ariel
Sharon (a quien el primer ministro turco escuchó declarar que quería
eliminar a Yasser Arafat) "arrasar y borrar del mapa la ciudad de Nablus",
que cuenta con 120 mil habitantes.
Estados Unidos dice querer luchar contra el terrorismo,
pero vetó el fortalecimiento del Tribunal Penal Internacional. Mientras
el Papa y los católicos ayunan por la paz, el mismo día se
vota y actúa contra ésta en nombre de lo que Bush bautizó
originalmente como cruzada.
Este es el mundo en que vivimos, en el que todo parece
indicar que existe una voluntad decidida de imponer la prepotencia y aplastar
la paz y la razón. Pero esta política ya irrita a los aliados
de Estados Unidos, entre los que se encuentran los europeos, que rechazan
el envío de tropas a Afganistán --plantean en cambio mandarlas
a Medio Oriente--, reconocen a Arafat como interlocutor, y se resisten
a una extensión de la guerra hasta Somalia, Irak otras y naciones
que pudieran estar en la mira del Pentágono.
También irrita al mundo musulmán, continuo
blanco de los ataques proyectados, el cual no cree en la propaganda pero
ve diariamente, en cambio, el martirio de los palestinos ante los embates
del ejército israelí, que utiliza armas y dinero de Estados
Unidos.
O entre otros pueblos no islámicos, como el argentino,
que en medio de una terrible crisis debe pagar el envío de un regimiento
a servir la política afgana de Washington, además de pagar
la deuda externa con el dinero de los jubilados.
La prepotencia, la guerra contra los pobres en lo económico,
político y comercial puede rendir en lo inmediato sus frutos en
materia de reorganización del mapa mundial y control hegemónico
de los recursos fundamentales (gas, petróleo u otros puntos estratégicos
del globo), pero a más largo plazo aumentarán las contradicciones
y la inestabilidad a escala mundial. La soga más fuerte tiene un
punto de resistencia más allá del cual la tensión
lleva a su ruptura.
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