Los indios saben cómo resolver sus problemas, expresa Andrés Aubry, premio Chiapas 2001

JAVIER MOLINA

Tuxtla Gutierrez, Chiapas, 14 de diciembre. Tierra, comercio, educación y salud, los cuatro temas abordados en el Congreso Indígena Fray Bartolomé de las Casas, organizado en 1974, son vigentes, afirma Andrés Aubry, premio Chiapas 2001 en el área de Ciencias.

''Todo mundo está buscando una educación alternativa. ¿Por qué estalló el movimiento del EZLN? Porque todo mundo muere de enfermedades curables. Tierra es un problema eterno en Chiapas. El comercio igual; es el problema de los coyotes, del intermediario, y ahora con el neoliberalismo el problema del comercio es peor, porque es mundializado. Nada funciona, ni café ni piña ni azúcar ni nada. Entonces los cuatro temas conforman la realidad concreta de los indígenas de entonces y de ahora".

-¿En ese lapso usted ha registrado un avance, un cambio, un retroceso...?

-Después del Congreso Indígena nació todo un movimiento organizativo fuerte, y ahora los indígenas tienen sus soluciones, su reflexión y mucha experiencia. Pero el problema es que nadie quiere hacerlo como lo ven ellos, prefieren hacerlo como lo ve el Plan Puebla-Panamá.

''La crisis del indigenismo se inició porque los antropólogos querían manejar a los indígenas; los veían como víctimas, no como sujetos de su propia transformación. Entonces ahora ya no son los indigenistas, pero son los economistas, los planificadores, las cúpulas, como siempre, que quieren imponer sus proyectos. Pero nunca los ven como actores, diseñadores de lo que tienen que hacer, y ellos saben qué hacer, ese es todo el conflicto de la antropología aplicada, que pensaba que las cosas se definían verticalmente a partir de profesionistas y no a través de las prácticas de los pueblos indios, de su organización colectiva".

-¿Cómo concibe usted su trabajo en el Archivo Histórico Diocesano?

-Es otra memoria; la memoria de resistencia y de lucha de los indígenas durante algo más de 500 años. La cuestión del archivo es destapar esa historia, que supone una labor de rescate y también de difusión para que esa memoria sirva.

-¿Cuál sería fundamentalmente el trabajo del historiador?

-Recordar los llamados de la memoria. El historiador devuelve la historia al pueblo indígena y el pueblo ve qué hace con su historia: sufrimiento, lucha, engaños, organización, esos son los verdaderos usos y costumbres. Los usos y costumbres son la resistencia de 500 años, con una organización que va cambiando según la coyuntura histórica. Todo el problema es acercar la historia al presente, a las tareas de hoy.

"El archivo es la memoria escrita, pero el pensamiento indígena se rescata con la historia oral. La historia de los indígenas la guardan en su memoria, y en nuestro taller tzotzil la escribieron a través de su historia concreta de resistencia y de creación. La historia no sólo se hace con la pluma, se hace también con trabajo, se hace con las manos.

''Lo que escribieron está publicado en unos treinta libritos acerca de su propia visión. Hay una historia de la finca, de la Revolución, de la construcción de San Cristóbal... Ellos hicieron San Cristóbal, no Diego de Mazariegos; son ellos los constructores de la ciudad".