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Ť La compañía financió parte
de la campaña presidencial a cambio de favores
La guerra en Afganistán libra a Bush del escándalo
por la quiebra de Enron
Ť Varios de los altos funcionarios en Washington
eran ejecutivos de la empresa eléctrica
Ť El presidente podría ser citado por el
Congreso para explicar su relación con la firma
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
El nombre de Enron, la principal compañía
eléctrica de Estados Unidos, que se declaró en bancarrota
hace dos semanas, se ha convertido en sinónimo de catástrofe.
Y no sólo económica. Junto con el desplome de la empresa
comenzaron a surgir indicios de tráfico de influencias que amenazan
con salpicar a la administración del presidente George W.
Bush, en lo que se perfila como uno de los mayores escándalos de
corrupción política en ese país.
"Enron
es como Whitewater, si llamamos a las cosas por su nombre", comentó
hace cuatro días Los Angeles Times, al establecer una comparación
entre la quiebra de la empresa eléctrica y el escándalo que
rodeó al ex presidente William Clinton por la inversión presuntamente
ilegal en unos terrenos en Arkansas, cuando gobernó ese estado.
El caso Whitewater, señaló el rotativo,
"sólo fue una inversión de poca monta que fue empleada por
políticos de derecha para torpedear la presidencia de Clinton,
y en cambio (el caso de Enron) se perfila como el mayor escándalo
presidencial desde Teapot Dome", añadió.
Teapot Dome fue el nombre popular que recibió
una investigación del Senado de Estados Unidos, que en 1924, durante
la administración del presidente Warren G. Harding, descubrió
que de manera secreta el gobierno arrendó a compañías
petroleras privadas una reserva de crudo. En esa ocasión, un miembro
del gabinete, el secretario de Interior Albert B. Fall, fue a prisión
por su participación en el caso, en el que varios miembros de la
administración estuvieron involucrados, lo que contribuyó
a destruir la confianza en los líderes republicanos de la época.
Más allá de las analogías, el derrumbe
de Enron se ha convertido en una piedra en el zapato de George W. Bush.
La atención de la opinión pública en la guerra en
Afganistán ha desviado hasta ahora la vigilancia sobre el caso.
"No hay duda de que la quiebra de Enron sería un
gran dolor de cabeza para Bush si el presidente no contara con la conveniente
distracción de la guerra contra el terrorismo", comentó Andrew
Leonard, autor de Free Software Project, un libro en línea
que explora la historia y cultura del movimiento por un libre acceso al
software.
Los hombres de la administración de Bush, incluido
el propio presidente, tienen una larga e íntima relación
con Enron, cuyo principal ejecutivo, Kenneth L. Lay, fue uno de los primeros
financiadores de la carrera de George W. Bush a la Presidencia.
"Fue Enron quien proporcionó el modelo para el
proyecto de gobierno (de Bush), según el cual la economía
podría crecer a partir de la teoría de que la riqueza de
unos cuantos termina por permear a toda la sociedad. Ese modelo ha dado
a los grandes corporativos todo lo que quieren en pago por el financiamiento
de las campañas de los políticos", escribió el analista
Robert Scheer en Los Angeles Times.
El especialista señaló que a cambio de sus
contribuciones a Bush, desde que era gobernador de Texas, Enron obtuvo
facilidades para flexibilizar la regulación en el mercado de energía
de ese estado.
El propio Bush, señaló, intercedió
en 1997 a favor de Enron ante el estado de Pensilvania para que la compañía
eléctrica pudiera entrar a ese mercado.
"Hay que recordar que, ya con Bush en la Presidencia,
la administración federal rechazó dar asistencia a California
y otros estados durante la crisis energética y los consumidores
debieron pagar un mayor costo." Enron era una de las compañías
que habían incumplido sus ofertas de abastecimiento.
"Bush puede ser llamado como testigo en las audiencias
que convocará el Congreso para desentrañar este lío",
indicó.
Una íntima relación
Andrew Leonard establece los vínculos entre Enron
y Bush. La compañía, con sede en Houston, fue la primera
que aportó financiamiento para la carrera política del actual
presidente. El gobierno de Estados Unidos tiene ahora fuertes vínculos
con la firma eléctrica:
El responsable del Ejército, Thomas White, es un
ex alto ejecutivo de Enron; Robert Zoellick, representante comercial de
la Casa Blanca, fue miembro de la junta de asesores de la compañía;
la firma de consultoría de Washington contratada por Lawrence Lindsey,
el principal asesor económico de Bush, trabajó para Enron.
Otros altos funcionarios de la administración, como Karl Rove, jefe
de estrategia política de Bush, y Lewis Libby, jefe de personal
del vicepresidente Richard Cheney, poseían acciones de Enron cuando
se incorporaron al gobierno.
El creciente escándalo por las operaciones que
llevaron a Enron a la quiebra hará que el caso Whitewater sea cosa
de niños, comentó Robert Scheer. "Claramente deberá
haber al menos una profunda investigación del Congreso acerca de
la conexión entre la administración Bush y la debacle de
Enron. Varios hechos deben ser revelados, comenzando por el contenido de
una reunión privada entre Kenneth Lay (presidente de Enron) y el
vicepresidente Cheney en la que se habló sobre el diseño
de la política energética del actual gobierno", apuntó.
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