Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de diciembre de 2001
- -








Política
028a1pol Guillermo Almeyra

Argentina: el remedio de Cavallo

Domingo Cavallo, superministro de Economía de Argentina, tiene dos preocupaciones fundamentales: asegurar el pago de la deuda externa al costo social que fuere y asegurar a los inversionistas y especuladores que cobrarán en pesos que valen como dólares. La política monetaria de Cavallo, basada sobre una ortodoxia monetarista de talibán, que ningún otro practica en este mundo cruel, no es sin embargo el eje de su política, por importante que sea, pues ésta es asegurar a toda costa el control del país por la llamada Patria Financiera (o sea, la alianza entre el sector financiero e importador nacional y el capital financiero internacional).

Todo lo que hace tiene ese objetivo. Argentina, otrora el más próspero de los países latinoamericanos, vive así una profunda recesión y se desmorona. Cavallo bancariza, obligando a todos a tener una cuenta de ahorros bancaria para cobrar y pagar con cheques o con tarjeta, de modo de sacar a luz y blanquear todos los pagos en negro, y borra así de un plumazo al personal doméstico, a los desocupados, a quienes viven de la caridad ajena y a miles de trabajadores extranjeros o nativos cuya fuente de trabajo dependía del no cumplimiento de las leyes por los patrones.

Para colmo, entrega a los bancos un poder aún mayor, con el resultado de que los mismos no reabastecen los cajeros automáticos, para seguir jugando con el dinero ajeno. Ante la decisión de congelar de hecho los depósitos de la gente común (después, claro está, que los peces gordos retiraron sus pesos, los dolarizaron o los mandaron al exterior) y de no permitir extraer más de 250 pesos por semana, nadie tiene efectivo o lo poco que posee lo guarda celosamente.

Como resultado no se pagan los servicios (agua, luz, teléfono, condominio, etc), se reducen las compras en contado al máximo (restoranes, pizzerías, comercio mayoristas), se eliminan los taxis. Entonces, por supuesto, la recaudación de los impuestos al consumo y de los impuestos a los ingresos de los comerciantes cae a pico, aumentando la recesión y la ola de despidos. El país ha vuelto además al siglo xix, cuando cada provincia emitía su moneda, y los bonos con los cuales se pagan los salarios de los empleados provinciales se negocian a la baja, lo cual equivale a una devaluación del peso y a la creación de un mercado monetario paralelo (en enteras provincias los bonos desplazan al peso y éste sólo sirve para los cada vez más raquíticos pagos al fisco federal).

Si la inflación es un impuesto inicuo y una reducción de los ingresos, la deflación es un traslado masivo de éstos hacia el sector financiero e importador y una destrucción de las fuentes de trabajo y de ingreso remunerado. La sobrevaluación del peso destruye la capacidad competitiva de los productos argentinos exportables ?agrícolas o industriales? a pesar de su calidad superior y de la alta productividad de la mano de obra. Además, da un golpe terrible al Mercosur, en el cual las continuas devaluaciones brasileñas ya habían desequilibrado profundamente.

Argentina no puede exportar a su socio principal y, con la congelación de los depósitos, la desocupación y la crisis, tampoco tiene dinero para importar. El mercado interno y el parque industrial del país se encogen rápidamente y también lo hacen las importaciones. La industria no puede renovarse y la gente no puede responder a sus necesidades. El perro se muerde la cola.

Por supuesto, hay resistencias contra esta política "de ajuste" hambreadora y antisocial. La Iglesia católica protesta desaforadamente, hay inquietud en las fuerzas armadas, con salarios congelados, hay huelgas y manifestaciones masivas y cotidianas, prolifera el trueque, que practican más de medio millón de personas, las ollas populares, los trabajos solidarios, los seminarios para encontrar una alternativa. Pero ésta no está aún en el programa de quienes resisten ni en la cabeza de la población, abrumada por lo que parece un terremoto y, por consiguiente, desesperada y aplastada.

Esta es la fuerza de quien está aplicando al país un remedio de Cavallo, con la complicidad del ala más conservadora del peronismo y del radicalismo y la dirección del Fondo Monetario Internacional (que sin embargo está preparado para tirar a Cavallo por la borda, en el momento en que resulte necesario). Ese momento se acerca, sea por la protesta social cada vez más explosiva, sea porque la moneda de hecho está devaluada y se aproxima su devaluación legal, sea porque el sistema financiero, a pesar de las medidas para reforzarlo, cuelga del vacío, sea porque incluso los grandes de la Unión Industrial Argentina y los grandes exportadores protestan junto con los curas y los obreros y desocupados, además de los comerciantes.

Cavallo y sus talibanes están así cada vez más aislados y sólo les apoyan los que se olvidan que la economía debe responder a las necesidades de las personas y es política concentrada, no una ley natural.

galmeyra @jornada.com.mx

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año

. DisplayAds ("nota_politica.html", "TopLeft,TopRight,Top1,Top2,Top3,x01,x02,x03,x04,x05,x06,x07,x08,BottomLeft,Bottom1,Bottom2,Bottom3,BottomRight!Bottom1"); . . .
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Francisco Petrarca 118 Col. Chapultepec Morales
delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570
Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54
La Jornada Virtual
Coordinación de Publicidad
Lic. Carlos Mendez Orozco
Lago Estefania #31, 2do Piso, Col. Granada, C.P. 11520, México DF
Tel. 55.31.98.63 y 55.31.97.81