02an1cul
Ť El escritor incursionó en el guionismo para financiar sus poemas y relatos
Homenaje a José Emilio Pacheco por enriquecer el cine nacional
Ť Es inconcebible una buena película con un mal guión, señala el periodista
Ť El autor de Las batallas en el desierto prepara una traducción sobre T. S. Elliot
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
En la pantalla un adolescente juguetea con el clítoris de su hermana en el asiento trasero de un coche, sin sospechar que minutos después recibirán los golpes de su padre obsesionado por mantenerlos alejados del mal y del pecado. Este es un fragmento de la película El castillo de la pureza (1972), cuyo guión escribió José Emilio Pacheco, autor mexicano que este jueves fue homenajeado por su trayectoria como guionista del cine nacional.
El reconocimiento organizado por la asociación de guionistas independientes El Garfio, al que se sumó la Sociedad de Escritores de México (Sogem), se realizó en la sala cuatro de la Cineteca Nacional y se prolongó durante dos horas en las que Pacheco, a veces atento, otras distraído, escuchó seis discursos, seis maneras de ver su trabajo en las pantallas, y seis agradecimientos por ser periodista, escritor, poeta y guionista.
Paso a la nueva generación
Satisfecho por lo que hizo, José Emilio Pacheco está seguro de lo que no va a hacer: escribir guiones de nuevo. Eso, dice al finalizar el homenaje y con una copa de vino blanco en la mano, ''ya debe ser de la nueva generación, que ve el mundo de otra manera. Ya hice lo que pude hace 30 años, con directores que eran muy jóvenes. Uno tiene que entender muy bien su tiempo y su limitación y no querer ser joven perpetuo''.
Ahora se dedica a lo que sabe: escribir y preparar, entre otros, una traducción sobre T.S. Elliot ''con notas que he hecho y rehecho de Los cuatro cuartetos''.
Lamenta ver poco el cine mexicano y, peor aún, ''verlo en video en el momento en que ha alcanzado esa perfección''. Y es que él estaba acostumbrado ''a los cines inmensos. Para mí una sala de este tamaño (la cuatro de la Cineteca Nacional) es claustrofóbica''.
Luego de las declaraciones de Magdalena Acosta, directora de la Cineteca, y de los escritores Xavier Robles, Francisco Sánchez en voz de la actriz Luz María Zendejas; Jaime Casillas, Jorge Morgado, presidente de El Garfio, y del titular de la Sogem, Víctor Hugo Rascón Banda, llegaron los reconocimientos: el Garfio de Plata y un diploma de honor de la Sogem por su ''exitosa trayectoria que ha enriquecido la cinematografía nacional'' por los guiones de los largometrajes El castillo de la pureza, El Santo Oficio (1973) y Foxtrot (1975), dirigidas por Arturo Ripstein. Su novela Las batallas en el desierto también fue llevada a la pantalla grande con el nombre de Mariana, Mariana, adaptada por Vicente Leñero y dirigida por Alberto Isaac.
Lejos del discurso del cocodrilo
El plato fuerte fue el discurso de José Emilio Pacheco, quien estuvo de pie frente al micrófono durante una deliciosa media hora balanceándose, como quien no quiere la cosa, entre sus memoraciones y la atención fija de su auditorio, que se mostró fascinado con la savia del maestro.
No incurrió en ''el discurso del cocodrilo'': en decir que no merece lo que recibe, porque ''es ofender el juicio de quienes organizaron este acto, y ustedes me dirían con toda razón 'si no lo mereces, pues no lo aceptes'''.
Lo aceptó, no sin antes subrayar que su contribución al cine ''ha sido mínima'' y con la certeza de que el homenaje era para ''aquellas personas con las que trabajé: Carlos Enrique Taboada, Miguel Barbachano Ponce, Carlos Bello, Manuel Michel y, en primer término, Arturo Ripstein''.
Su paso por el cine popular marcó su trabajo al ver películas de aventuras, se hizo especialista en cine antimexicano, adquirió después el gusto por el cine italiano, francés y las películas de Bergman, y asistió en forma asidua a la reseña del ''lamentablemente desaparecido cine Roble''.
Sin embargo, puntualizó José Emilio Pacheco, ''nunca aspiré a la actuación ni a la dirección ni al guionismo, pero pronto me vi enfrentado a buscar formas de autofinanciamiento para sostener actividades tan improductivas como escribir poemas y narraciones''.
Periodismo de cuatro décadas
En su adolescencia fue ''negro'' de Carlos Enrique Taboada, ''con perspectivas sombrías para mí''. Entonces Fernando Benítez y Jaime García Terrés lo llevaron al campo del periodismo literario ''en el que he permanecido durante 40 años'' y trabajó como redactor del noticiario cultural Cine Verdad en el que ''era un reto dar tanta información en dos o tres minutos''.
A las anécdotas sumó la crítica: ''La del cine es una industria que trabaja sin criterios industriales. Hay gente que puede trabajar tres años en un guión que no se va a hacer nunca''.
El guionista es casi siempre ignorado, se reconoce sólo el trabajo de los directores. El guión es una obra dramática desde el punto de vista de los géneros literarios, ''una pieza dialogada para ser presentada en la pantalla. No creo que pueda haber una buena película con un mal guión, y el escaso crédito de este trabajo es que no es individual, sino que en él intervienen otras personas y a que se hace por dinero''.
|