09an1esp
LUNES Ť 10
Ť DICIEMBRE Ť
2001
Ť "Queremos conservar la tradición", dice María
Rojo
El bien y el mal, en desfile que abrió festival
de pastorelas en Coyoacán
ARTURO CRUZ BARCENAS
El bien y el mal se dieron cita ayer en el centro de Coyoacán,
donde la delegada María Rojo inauguró el noveno Festival
Hispanoamericano de Pastorelas, que finalizará el 2 de febrero,
Día de la Candelaria, cuando la verbena estará gruesa y la
tamalada incluirá los de rojo y verde, de dulce con pasitas y los
infaltables encuerados.
Llegó
gran parte de los 30 grupos que ofrecerán igual número de
pastorelas que se presentarán en Teatro Coyoacán y en el
Foro Rodolfo Usigli de la Sogem. Algunas señoras sexagenarias de
la demarcación llegaron vestidas de angelitas, con las mejillas
impregnadas de rubor azul y rosa. Unos diablos cachetones bailaban al grito
de "¡somos los papás de Bin Laden!" La Banda de la Delegación
Coyoacán se reventó algunas de ambiente de feria, de película
vieja mexicana, de charros montaperros. Los aplausos del organizador del
festival, Arturo Morell, fueron seguidos de ¡vivas! Los de los zancos
caminaron para tomar la calle de Presidente Carranza, donde el desfile
inaugural fue alegre, con sonidos de tambores, de cornetas. Las notas de
la pieza Marinos mexicanos, de Bellino N. Presa, fue la melodía
adecuada para esa marcha de diablos y querubines; de demonios que asustaban
a la gente.
Un demonio latoso se metía a cuanto negocio podía,
ya fuera paletería o taquería. "Quieron tres de viagra, es
decir, con mucha cebolla", "quiero tres con chile campana, para que pique
al entrar y repique al salir", "déme cinco de antrax". La bola de
pastoreleros siguió por Fernández Leal, hasta la Plaza de
la Conchita; prosiguió por Malitzin. En la esquina con Aguayo la
banda tocó Nereidas y eso fue el aquelarre, la pachanga, el tíbiri
callejero.
Varios ya no aguantaron el calorón y se compraron
unas paletas. Alrededor la gente chupaba unas paletas de dulce o chile
que los niños llaman cachetadas. Algunos participantes lanzaron
consignas políticas, por puro relajo: "No que no, sí que
sí, ya volvimos a salir", "el pueblo, unido, jamás será
vencido". No venían al caso, pero se trataba de echar relajo.
Un espacio para el pueblo
María Rojo expresó que con el festival pastorelero
se abre un espacio al pueblo, en una plaza "que es la segunda más
importante del DF, después de la del Zócalo. Las pastorelas
son patrimonio de los mexicanos y queremos preservar y conservar la tradición.
A nivel delegacional tenemos el primer lugar en cultura y así vamos
a seguir".
Para Morell cada año les sale mejor este festival.
"Hemos logrado que entren más compañías y puede hablarse
de un movimiento al respecto. Aquí estamos 30 compañías,
pero hay otras 30 que no pueden desfilar porque son de presos que preparan
su pastorela en su Cereso de la República. En total serán
unos mil 500 participantes. Aquí estamos unas 500 personas".
Ya en el kiosko de la plaza central coyoacanense, María
Rojo instó a la concurrencia a entonar el tema compuesto al festival,
una de cuyas estrofas dice: "Es una reunión de amigos/ siguiendo
la tradición/ de presentar pastorelas/ con júbilo y emoción".
En las pastorelas se representa la lucha del bien y el
mal por ganar el alma del ser humano. Cada año los sucesos van marcando
los temas. En estos días el tópico es Bin Laden y George
Bush. Los dos representan el mal. El bien sigue siendo el arcángel
San Miguel.
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