024a1pol lunes Ť 10 Ť diciembre Ť 2001
Iván Restrepo
Problemas en el "acuario del mundo"
El Mar de Cortés es un lugar privilegiado, pues en sus 25 millones de hectáreas alberga uno de los más asombrosos tesoros naturales del planeta. Allí viven casi 900 especies de peces, 169 de aves, 34 de mamíferos y cinco de reptiles marinos, sin contar otras miles de especies de invertebrados y plancton. Por mucho tiempo, ese incalculable patrimonio biológico permaneció virtualmente intocado, hasta que hizo su aparición el hombre, y con él la destrucción y casi la desaparición de algunas especies, ahora protegidas legalmente para evitar su extinción definitiva de la Tierra.
Es el caso de la totoaba, muy preciada por quienes se dedican a la pesca deportiva, por su carne y porque su vejiga natatoria, deshidratada, se vendía en países de Asia para elaborar una sopa tan famosa como escasa: la de buche de totoaba. En la misma situación se encuentra la vaquita marina, de la que apenas hay 500 ejemplares. No faltan en lo que algunos llaman el "acuario del mundo" otras especies que tienen alta demanda en el mercado internacional, como los atunes aleta amarilla y azul, la sardina, la macarela, la anchoveta y el barrilete. Igualmente hay camarón, cuya pesca permite a miles de familias y a varios grupos de empresarios tener ingresos importantes.
No habría objeción a que, por ejemplo, se explote camarón en el Mar de Cortés, si no fuera porque la forma de hacerlo está causando efectos negativos sobre la propia especie y otras más. De ello dan cuenta en trabajos recientes varios especialistas que trabajan en los centros de investigación ubicados en Baja California Norte. Uno de ellos, el maestro Alberto Tapia Landeros, citado aquí varias veces por su incesante defensa del borrego cimarrón y el bosque mediterráneo, nos ha enviado una relación de los estudios que ilustran la depredación por capturar camarón con redes de arrastre.
Por principio menciona los trabajos del doctor Saúl Alvarez Borrego, uno de los científicos más reconocidos en asuntos marinos de México, quien encontró que esas redes, de uso en otras partes del país, arrasan con todo lo que encuentran a su paso, de tal forma que por cada tonelada que atrapan de camarón también jalan otras diez toneladas de peces que, por no tener valor comercial, tiran después al mar ya muertas. Se trata de unas 20 especies distintas con poco desarrollo: desde cazón, sierra, pámpano, jaiba y lisa, hasta palometa, pez gallo y corvina azul, rayada y boca amarilla.
En lo que se devuelve sin vida al mar, Alvarez Borrego encontró ejemplares pequeños de totoaba que, como mencionamos antes, se halla en peligro de desaparecer del planeta, a pesar de que nuestras autoridades digan que está bien cuidada de los depredadores que viven en tierra firme.
El maestro Tapia Landeros y otros científicos señalan también cómo las redes de arrastre raspan el suelo marino con lo cual alteran las comunidades bénticas, poniendo en peligro otras pesquerías con importante valor comercial, que son parte fundamental del sustento de las comunidades de pescadores de esa región del país. Se preguntan con justa razón por qué no se han impulsado otras técnicas de pesca que no deterioren como lo hacen las redes de arrastre (para que éstas toquen fondo se utilizan plomos que dejan residuos potencialmente tóxicos), que no maten cada año aproximadamente 8 mil toneladas de especies diferentes al camarón y que los pescadores desechan y califican de "basura".
En tiempos de globalización, lo que le sucede al ambiente preocupa a los ciudadanos de un país determinado y a la comunidad internacional, por eso desde distintos países se exige prohibir el uso de las redes de arrastre y que se utilice, en cambio, un sistema más racional.
No está por demás recordar los intereses comerciales disfrazados de ambientalistas que impusieron embargo al atún nacional, so pretexto de que en su captura morían delfines. Ahora hay amenaza de un embargo al camarón, pues la flota de altamar mexicana no utiliza excluidores de tortuga, lo cual daña a esta especie. Lo promueve el National Fisheries Institute de Estados Unidos. Ojalá no agreguen a la demanda lo que ocurre con la pesca de camarón en el Golfo de Cortés.
Aunque debemos estar tranquilos. Cual Chapulín Colorado, el procurador federal de Protección al Ambiente, José Ignacio Campillo, declaró que "de ninguna manera vamos a permitir que esta amenaza se concrete realmente en un embargo". Poco conoce el funcionario los modos de actuar del imperio. Hace diez años eso mismo dijeron los funcionarios salinistas respecto al atún. Y así nos fue.
|