Espejo en Estados Unidos México, D.F. domingo 18 de noviembre de 2001
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Editorial
 

PRI: RESISTENCIA AL CAMBIO

SOLMarcada por el desorden y la confrontación interna entre los grupos que detentan la dirección nacional, ayer se inició la 18 asamblea nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), acto que congrega a más de 11 mil delegados priístas, esta vez dispersos en 23 tribunas instaladas en varios estados del país.

La disputa por el liderazgo en la que se ligaron de tiempo atrás el ex gobernador de Tabasco Roberto Madrazo y el ex candidato a la Presidencia Francisco Labastida bosquejó los primeros trazos del futuro de un partido político que se resiste al cambio. Sin ambages, los priístas reunidos en la 18 asamblea nacional -por lo menos durante el primer día de actividades-, rehenes del pleito entre ambos personajes y los grupos que los respaldan, dejaron de lado el anunciado debate de fondo y, por ende, la oportunidad de iniciar en esta reunión los trabajos hacia la ansiada y necesaria democratización de dicho partido político.

Al margen de que siga siendo la primera fuerza electoral en el país, el priísmo, inmerso en un paulatino proceso de descomposición tras la derrota de julio de 2000, misma que lo dejó en la orfandad de guía, parece no encontrar las formas de adaptarse a las exigencias democráticas de los nuevos tiempos políticos.

Mientras los priístas no logren establecer las reglas para elegir democráticamente a sus dirigentes y candidatos a puestos de elección popular; mientras no faciliten la renovación de sus cuadros y, sobre todo, rompan de una buena vez con las pesadas inercias de corrupción y abuso del poder que caracterizaron a sus gobiernos durante casi todo el siglo XX, y que a la fecha se mantienen vigentes en algunas entidades gobernadas por ellos, el porvenir del PRI se teñirá inevitablemente de negro.

Evidentemente, por su fuerza representativa -gobierna en 18 estados, es mayoría en 20 congresos estatales y es el grupo parlamentario más importante en el Congreso de la Unión-, el PRI es un partido indispensable para la democracia mexicana en términos de gobernabilidad y estabilidad.

Por ello, es de esperarse que los priístas que en verdad aspiran a un partido renovado logren corregir el truncado rumbo que marcó el inicio de esta 18 asamblea nacional y se enfoquen de lleno en los temas torales de su llamada "renovación". Posiblemente sea mucho pedir a un partido acostumbrado a todo menos al ejercicio de la democracia, pero hay que reconocer que un PRI democrático sería un aliciente para la sana convivencia política en el país, en particular en estos momentos que destacan por la falta de rumbo y los desacuerdos entre los poderes del Estado.

Por lo pronto, para la mala fortuna del país, una importante parte del priísmo parece identificarse con un oscuro personaje como el ex gobernador de Tabasco Roberto Madrazo, cuyo protagonismo y afán de poder -incluidos los cuestionables métodos para hacerse de él- es de sobra conocido. Y dado que es muy probable que aún se convoque a una elección abierta a militantes y simpatizantes y Madrazo sea el próximo dirigente nacional del PRI, las posibilidades de cambio real se perfilan poco alentadoras, sobre todo porque a nadie en ese partido le cabe la menor duda de que el hoy aspirante a la dirección nacional tiene la mirada clavada en Los Pinos.

 

 

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